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Relatos del Teotihuacán


Enviado por   •  13 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  1.898 Palabras (8 Páginas)  •  247 Visitas

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Relatos del Teotihuacán

“La Coatlicue” Nuestra Tonantzi, la caída del ejercito celeste, la muerte de la luna y el nacimiento del sol.

Coatlicue pertenecía a los dioses serpientes el mal llamado “Clan Coatl”, en el momento de la creación ella estuvo presente, su encomienda fue crear los astros y los cuerpos celestes, en el panteón Azteca (Mexica) muchos Dioses se sentían atraídos por la belleza divina de Coatlicue, pero de todos los Dioses, estaba “Mixcóatl” con quien no dudo en entregarse, Mixcóatl también sentía atracción por Coatlicue, por lo tanto se llevó a cabo una gran ceremonia divina, que hizo  destellar los cielos, bajaron los dioses de los cosmos, y los que habitan en la Teotihuacán, los mexicas sollozaban de alegría, pues el matrimonio era algo sagrado el entregar tu cuerpo y alma, era la unificación y la expresión del arte del amor. Y la Teotihuacán nunca se vio tan más viva, llena de colores, música, comida, danzas y rituales de consagración en su nombre, a “nuestra Tonantzi”.

Al acabar con las festividades que marcaron la unión de la Tonantzi y el Dios Mixcóatl, reposaron en los templos del Teotihuacán, donde llevados por el amor y la pasión nacieron sus cuatrocientos hijos “los astros”, los Centzon Huitznáhuac y Centzon Mimixcoa, los mexicas los llamaban “los niños celestes”, estos niños divinos jugaban en toda la Teotihuacán eran saltarines, carismáticos y muy astutos, pero antes sin mencionar que Mixcóatl y Coatlicue tenían a su primogénita “Coyolxauhqui” la hermana mayor de los cuatrocientos celestes, descrita por los mexicas como la diosa lunar, heredo la maternidad de su madre y la actitud guerrera de su padre, Coyolxauhqui era obstinada, valerosa y guerrera, se sentía a gusto en la Teotihuacán a menudo llamaba “Tío” al Dios Quetzalcóatl, para el pueblo mexica y la mayoría de los dioses, Quetzalcóatl era la figura anhelada que imponía respeto, paz, sabiduría y fuerza.

Los días en la Teotihuacán eran largos, los días parecían meses, los meses años y los años siglos,  como vivían en la Teotihuacán, los dioses del tiempo sabían que el lugar sagrado de los dioses era eterno.

A pesar de las proezas cumplidas en la morada de los dioses, los meses pasaron y los niños celestes ya no eran niños, se habían convertido en hombres, dioses valerosos y guerreros, la luz que destellaban de sus cuerpos celestes que se marcaban en sus ojos, alumbraba los cielos y cuando la noche caía la luz más cegadora junto a la de ellos, era la de su hermana mayor “Coyolxauhqui” destinada a la luna, las noches no eran oscuras y sombrías, los mexicas admiraban y añoraban las luces emitidas por sus dioses.

Dentro del corazón jovial de Coatlicue había un latido muy fuerte, un presentimiento, su instinto materno le indicaba una sospecha que la preocupaba, cuando la noche cayó, Mixcóalt llegaba tarde a su morada con Coatlicue, ella y Mixcóatl estaban recostados en la cama y melosamente ella acarició la cara de Mixcóatl, pero Mixcóatl le respondió con desinterés, quitó la mano de Coatlicue y se volteó, dándole la espalda, ella simplemente lloró en silencio y se durmió.

La luz de Tonatiuh la despertó, abrió sus ojos y se tocó el rostro sintió aún las lágrimas secas que se plasmaron en su bella cara y miró hacia el lado derecho de la cama en donde se acostaba su esposo, pero no estaba como de costumbre, su corazón se comenzaba a marchitar, no dudo más y decidió averiguar que le pasaba a Mixcóatl, porque ya no era ese joven enamorado que la tenía sin cuidado. Oculta en la habitación que daba la vista hacia donde estaban los mexicas, vio entrar a Mixcóatl con alguien, inmediatamente escuchó los pasos que daban su esposo y la misteriosa persona que lo acompañaba, se deslizo por las paredes del templo y decidió caminar hacia su habitación, su sorpresa fue encontrarse a su esposo cortejando a otra mujer, pero no era cualquier mujer era la diosa “Chimalma” su propia hermana, Chimalma era bella y su desnudez cautivo a Mixcóalt, la dulzura que caracterizaba a Coatlicue hizo que se esfumara como humo y entonces un ataque de ira la hizo abalanzarse contra Mixcóatl, Chimalma logro salir del templo  temerosa y con vergüenza se refugió lejos de Coatlicue.

Coatlicue asesino a Mixcóalt, no pudo perdonar la traición, parte de esta caracterización se reflejó en los Aztecas, la única salida a la traición es la muerte, fue el acto que esta diosa madre tomo. Su parte divina se divido en un ciclo, la joven y bella Coatlicue ya no estaba, la vida había acabado y era el tiempo del ciclo de la muerte, de la Coatlicue transformada en una apariencia terrorífica, el señor del Mictlán “Mictlantecuhtli” sollozaba de orgullo, pero Mictecacíhuatl “señora de la muerte” estaba triste pues el balance de la vida y la muerte se podría romper.

Quetzalcóatl no tardó en darse cuenta del acto de Coatlicue, el cuerpo de Mixcóatl se desvaneció del templo, su esencia y su espíritu se plasmó en las nubes y en los cielos, ahí viviría eternamente, cuando Coatlicue volteará al cielo, vería la mirada de Mixcóalt representada por las nubes y las lluvias y tormentas emitidas por Tláloc representaban los lamentos de perdón hacia ella, los Aztecas se dieron cuenta del cambio de los tiempos y de la ida de la joven Coatlicue.

Coatlicue salió del templo de Teotihuacán y se refugió en el Coatepec “cerro de las serpientes”, ahí era su morada, donde se construyó un pequeño templo, sus hijos no entendían el cambio brutal de su madre y ella prefería guardárselo. Pronto ella se sentía triste y desolada y comenzó a pedir sacrificios y sangre humana, con la cual deseaba alimentarse, Quetzalcóatl enfurecido intento detener la ofrenda hacia Coatlicue pues no permitiría sacrificios, pero sus demás hermanos lo detuvieron, Quetzalcóatl se lamentó por no poder detener los sacrificios, pero él sabía que no podían existir más perdidas y no era sería la actitud correcta.

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