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Semana Tragica de guatemala

shadic2003Informe19 de Noviembre de 2017

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La Semana Trágica de 1920 fue un movimiento cívico ocurrido en Guatemala la semana entre el 8 y el 14 de abril de 1920, encabezado por los jefes del Partido Unionista, líderes estudiantiles y dirigentes obreros, que combatió al presidente, licenciado Manuel Estrada Cabrera, cuando este se rehusó a entregar el poder luego de la que la Asamblea Nacional Legislativa lo declarara mentalmente incapaz para gobernar y designara al ciudadano Carlos Herrera y Luna presidente interino. Dio lugar al primer Gobierno conservador desde el triunfo de la Reforma Liberal en 1871, pero la falta de experiencia política de los conservadores que se habían aglutinado en el Partido Unionista, la habilidad de varios liberales cabreristas, principalmente de Adrián Vidaurre, para mantenerse en el Gobierno y la presión de la United Fruit Company para que el nuevo Consejo de Ministros reconociera las concesiones que les habían sido otorgadas por el de Estrada Cabrera hicieron que el mandato de Herrera terminara en diciembre de 1921, con un golpe de Estado dirigido por José María Orellana —ex jefe del Estado Mayor de Estrada Cabrera— y patrocinado por la compañía frutera.

Antecedentes

Consolidación económica de los grupos liberales

Estrada Cabrera transformó el Partido Liberal de una elite de profesionales y funcionarios en una organización que descansó en los círculos liberales de las clases medias, dando lugar a que las asociaciones artesanales y obreras fueran creciendo; de hecho, ya para 1919 existían treinta y seis asociaciones obreras y artesanales; al mismo tiempo, durante su régimen se consolidaron las familias terratenientes agroexportadoras de café, las industriales —principalmente las dedicadas a la producción de cerveza, cemento y azúcar—, y las financieras. Por otra parte, en 1901 el Gobierno firmó un convenio con la United Fruit Company (UFCO) para la explotación de banano, el cual se extendió en 1904 para incluir la construcción del último tramo del ferrocarril del Norte, para la que se concedieron mil quinientas caballerías de terreno y la exención de impuestos de exportación por treinta y cinco años. ​ Esta concesión dio origen a la compañía ferrocarrilera International Railways of Central America (IRCA), subsidiaria de la UFCO, que tenía el monopolio del ferrocarril. ​

Por último, el Gobierno de Estrada Cabrera también entregó al consorcio estadounidense las instalaciones de Puerto Barrios y sus muelles, ​ que controlaba la Great White Fleet, empresa naviera también propiedad de la UFCO. ​ De esta forma, para 1920 la empresa estadounidense cubría el 70 % de las importaciones guatemaltecas y controlaba el 80 % de las exportaciones.

José Piñol y Batres y el fin de la presidencia de Manuel Estrada Cabrera

El presbítero y doctor José Piñol y Batres, miembro del clan Aycinena, fue electo obispo de Granada en 1913, pero renunció a esa prelatura y entonces obtuvo el título de obispo de Faselli. En nueve conferencias pronunciadas en el templo de San Francisco durante el mes de mayo de 1919​ —las cuales fueron redactadas por su primo Manuel Cobos Batres—, realizó la primera parte del programa que le había encomendado el resto del clan, ahora aglutinado en el llamado Partido Unionista, y cuyo principal fin era terminar con el gobierno de más de veinte años del licenciado Manuel Estrada Cabrera. ​ En esas conferencias predicó las doctrinas de Cristo, la justicia en las relaciones sociales, el amor, la piedad, la entereza en el cumplimiento del deber, la fe y la esperanza. ​ Cobos Batres, por su parte, era un líder conservador, que acababa de retornar a Guatemala luego de concluir sus estudios en el extranjero y vio en el servilismo y sometimiento social guatemalteco imperante la situación adecuada para que su partido recuperara el poder, que había perdido en 1871.

En la primera conferencia del obispo, se trató el tema de la religión falsificada de ignorancia, la hipocresía y el interés, criticando así veladamente al presidente Estrada Cabrera, pues se rumoraba que este practicaba brujería. ​ En la segunda conferencia, Piñol y Batres habló del pésimo estado de la educación pública y privada —otra fuerte crítica al Gobierno, que se vanagloriaba de atender a la «juventud estudiosa» y hasta celebraba anualmente las Fiestas Minervalias en honor a los estudiantes, aunque principalmente servían para alabar al presidente— y en la tercera afirmó que en Guatemala no había civilización, pues no había respeto a la vida humana.

En la cuarta conferencia, que versó sobre la libertad, hizo mención de que los guatemaltecos no gozaban de esta: entrar y salir del país no era siempre posible, ni lo era tampoco negociar con los propios bienes; otras libertades de las que se había privado a los guatemaltecos eran la de hacer valer sus derechos ante los tribunales, disponer del trabajo personal, elegir sin coacción a sus gobernantes y emitir libremente el pensamiento. Fue a partir de esta conferencia que quienes lo escuchaban empezaron a perder el miedo a los agentes de la policía secreta del presidente​ Los males del libertinaje fueron tratados por el obispo en su quinta conferencia, pero fue la sexta la que alborotó el ánimo de sus oyentes: en esa, acusó a los administradores de rentas internas de corrupción y dejó claro que después de año y medio de los terremotos de 1917-18 que habían destruido la Ciudad de Guatemala, esta seguía en ruinas y no se había rendido ningún informe de los subsidios donados por Gobiernos extranjeros; además acusó a los aduladores del presidente de ser responsables de la corrupción del carácter de este. ​ Al final de esta conferencia fue saludado con aplausos y José Azmitia, uno de los principales dirigentes conservadores y católicos —reconocido por su patriotismo pero también por su arrogancia—, le besó respetuosamente la mano.

Después de la séptima conferencia, los agentes de la policía secreta desinflaron uno de los neumáticos del automóvil de la familia Ibargüen, que el obispo utilizaba para llegar al templo; pero logró movilizarse en otro automóvil y regresar a su casa tras impartir la conferencia. ​ Sus conferencias terminaron con una conmovedora oración: «Señor de las naciones, acoge mi plegaria por este pueblo; es pequeño; ha sido pecador; pero Tú haces fecundar sus campos de manera admirable. Condúcelo, Señor, por la senda del bien y detén su decadencia moral. Yo te pido para él, con lágrimas en los ojos, como ciudadano e indigno prelado, estas tres cosas: verdad, justicia y libertad».​ Curiosamente, estas conferencias organizadas por los dirigentes del grupo conservador guatemalteco estaban en concordancia con la política liberal que había derrocado al propio partido conservador y al clan Aycinena en 1829​ y luego en 1871, ​ caracterizada por la defensa de la unidad de Centroamérica, la democracia como la entendían los criollos liberales y el progreso económico de los criollos de la región, ​ alejado de la rígida doctrina política y religiosa.

Estrada Cabrera estuvo muy molesto con las primeras críticas abiertas que recibía en mucho tiempo y quiso sancionar al obispo; ​ ya otros políticos y presidentes liberales como Mariano Gálvez, Justo Rufino Barrios​ y Manuel Lisandro Barillas habían expulsado al arzobispo de turno en Guatemala y a los miembros de las órdenes regulares de la Iglesia católica por desavenencias políticas, y con esos precedentes se decidió a actuar; cuando el obispo se trasladó con su primo Manuel Cobos Batres pocos días después a la finca «La Trinidad» —propiedad de otro primo suyo, Luis Cobos— lo mandó apresar; ​ Piñol y Batres estaba en su dormitorio en la madrugada del 17 de mayo de 1919, cuando el jefe de una de la prisiones de la policía secreta, Gregorio González, y un corpulento gendarme irrumpieron en su habitación y lo encañonaron; pero justo en ese momento entró la esposa de Luis Cobos y les dijo que el obispo no se podía vestir delante de ellos. ​ Los agentes accedieron a retirarse un momento, que aprovecharon el obispo y la esposa de Cobos para deshacerse de documentos que incriminaban a los unionistas conservadores.

El obispo fue llevado a la cárcel de Escuintla, pero, cuando los guardias del penal se arrodillaron ante él, las autoridades se dieron cuenta de que no podrían retenerlo en prisión por su alta posición en la jerarquía eclesiástica. ​ Entonces Estrada Cabrera recurrió al arzobispo metropolitano, Julio Ramón Riveiro y Jacinto, O.P. —quien había sido nombrado a la mitra guatemalteca tras la muerte de Ricardo Casanova y Estrada en 1913 gracias a las influencias del presidente— y este confinó al obispo conservador en prisión domiciliaria en el Palacio Arzobispal;​ además, el presidente dio orden de que quienes se atrevieran a visitarlo en dicho palacio, quedarían en prisión. ​ Al cumplirse tales órdenes, muchas damas y niños de las familias conservadoras del clan Aycinena fueron hechos prisioneros, haciendo que los hombres no se animaran a visitar al obispo; pero el clan Aycinera era influyente y logró que autoridades eclesiásticas de varias partes del mundo solicitaran al presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson que sancionara al Gobierno de Estrada Cabrera por la prisión del obispo. ​ Como consecuencia, el secretario privado de Wilson, Joseph Patrick Tumulty —quien gobernaba de hecho en Estados Unidos porque Wilson ya sufría de parálisis para entonces— emitió un comunicado el 19 de agosto de 1919 en que aseguraba que el Gobierno de los Estados Unidos no permitiría una nueva reelección del presidente guatemalteco. ​ De esta forma, utilizando el pretexto del maltrato al obispo, el Gobierno estadounidense castigaba a Estrada Cabrera por no haber conseguido formar la República Suroriental en 1914 absorbiendo territorio de mexicano aprovechando la revolución de ese paíscuando no pudo sobornar al general Ricardo Carrascosa, lugarteniente del revolucionario mexicano Venustiano Carranza; pero esto no preocupó demasiado al presidente guatemalteco: su período constitucional finalizaba en 1923, mientras que el de Wilson lo hacía en 1921 y con respecto al nuevo presidente, bastaba con hacer lo que siempre hacía: contribuir con un millón de dólares a la campaña del candidato republicano y con un monto igual a la del demócrata. ​ Eso sí, dejó en libertad al obispo para evitar polémicas mayores el 21 de agosto de 1919; este salió de su prisión domiciliaria en el Palacio Arzobispal directamente hacia el exilio a los Estados Unidos y únicamente fueron a despedirlo su primo Manuel Cobos Batres, la familia de este y un amigo común.

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