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Trabajo De cátedra Bolivarina


Enviado por   •  6 de Julio de 2015  •  5.872 Palabras (24 Páginas)  •  266 Visitas

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CAMINO A LA INMORTALIDAD

1.1 VIAJE DE BOLÍVAR A SANTA MARTA

En mayo de 1830, despojándose de su investidura presidencial, Simón Bolívar abandona Bogotá y emprende el último viaje de su vida, por el río Magdalena hasta Santa Marta. Bolívar renunció ante el último Congreso de la Gran Colombia el 27 de abril de 1830 y partió once días más tarde desde Santafé hacia Cartagena. Allí recibió, el 1 de julio, la noticia del asesinato de Sucre, que había ocurrido en la montaña de Berruecos el 4 de junio.

El 8 de mayo de 1830, Bolívar partió de Bogotá acompañado de un grupo de amigos y políticos con solo 17 mil pesos producto de la venta de su vajilla de plata, sus alhajas y sus caballos. El vicepresidente de Colombia Domingo Caicedo le envía a Bolívar su pasaporte, pues éste tenía la intención de volver a Europa. En junio llega a Cartagena donde los lugareños le animan a seguir luchando, mientras que en Bogotá continúa la campaña en su contra. El 1 de julio el general Mariano Montilla le informa al Libertador del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, noticia que desilusiona tremendamente a Bolívar.

Santa Marta – Colombia

1.2 AÑOS FINALES

Los últimos dos años de la vida de Bolívar están llenos de amargura y frustración. Hizo un balance de su obra, comprobando que lo más importante quedó sin hacer mientras lo hecho se desmoronaba. La independencia integral de América, el plan para llevar las tropas libertarias a Cuba, Puerto Rico y Argentina, que se aprestaba a una guerra contra el imperio brasileño, o a la España monárquica, si fuera necesario, quedaban como lejanas utopías imposibles de realizarse. La confederación grancolombiana, o la andina, o la anfictionía americana, todo eso que estuvo a punto de cumplirse, debía posponerse ante otro tipo de problemas inmediatos: fuerzas del Perú invadieron el Ecuador, y su expulsión le llevó casi todo 1829. El general José María Córdova, uno de sus más cercanos amigos, dirigió una revuelta y fue asesinado.

El general Páez, desobediente y desleal, se le insubordinó también y declaró la separación de Venezuela. Se vio obligado a expulsar de Colombia a Santander, antes uno de sus mejores aliados. A comienzos de 1830, Bolívar regresó a Bogotá para instalar otra vez un Congreso Constituyente; ante esa soberanía, renunció irrevocablemente. Ahora sólo deseaba irse lejos de Colombia, a Jamaica o a Europa, aunque vaciló y pensó que bien valía la pena comenzar de nuevo, reuniendo a sus leales en la costa colombiana. Varios sectores del ejército se levantaron, esta vez en su favor, pero ya era tarde. Cada vez más enfermo, logró llegar a Cartagena a esperar el buque que lo alejaría de tanta ingratitud. Para su mayor desgracia, recibió en Cartagena la noticia de que Sucre, el más capaz de sus generales y tal vez el único que podía sustituirlo, había sido asesinado en Berruecos, a los 35 años de edad.

Contemporizando con la muerte que ya se anunciaba, aceptó la hospitalidad que le ofrecía el generoso español Joaquín de Mier, para llevarlo a su finca, un trapiche llamado San Pedro Alejandrino, en las proximidades de Santa Marta, a descansar. Tradicionalmente se ha dicho que Bolívar estaba tuberculoso, pero algunos médicos sostienen hoy día que una amibiasis le atacó el hígado y los pulmones. Dictó testamento el 10 de diciembre de 1830. Ese mismo día emitió su última proclama pidiendo, rogando por la unión. Siete días después, a la una de la tarde, como dijo el comunicado oficial, «murió el Sol de Colombia». Vivió 47 años, 4 meses y 23 días. Sepultado en la iglesia mayor de Santa Marta, allí quedó su corazón, en una urna, cuando los restos fueron llevados a Caracas doce años después.

Un recuento de su obra militar no encuentra similar en la historia de América. Participó en 427 combates, entre grandes y pequeños; dirigió 37 campañas, donde obtuvo 27 victorias, 8 fracasos y un resultado incierto; recorrió a caballo, a mula o a pie cerca de 90 mil kilómetros, algo así como dos veces y media la vuelta al mundo por el Ecuador; escribió cerca de 10 mil cartas, según cálculo de su mejor estudioso, Vicente Lecuna; de ellas, se conocen 2939 publicadas en los 13 tomos de los Escritos del Libertador; su correspondencia está incluida en los 34 tomos de las Memorias del general Florencio O'Leary; escribió 189 proclamas, 21 mensajes, 14 manifiestos, 18 discursos y una breve biografía, la del general Sucre. Personalmente, o bajo su inspiración, se redactaron cuatro Constituciones, a saber: la Ley Fundamental del 17 de diciembre, creadora de Colombia (Angostura); la Constitución de Cúcuta (1821); el proyecto de Constitución para Bolivia (1825); y el decreto orgánico de la dictadura (1828). No tuvo tiempo para completar su obra magna: la unidad política de Latinoamérica, la liberación de Cuba y Puerto Rico, el apoyo a Argentina contra el imperio brasileño, la Confederación Andina (1825), la ayuda a la propia España para liberarse de los monarquistas (1826), en fin, el establecimiento de una sociedad utópica, donde se logre «la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política» (1819). En 20 años de intensa vida política, 7538 días de actividad revolucionaria, a partir de su misión diplomática a Londres (1810) y hasta su deceso en Santa Marta, casi no hubo día en que no redactara una carta o emitiera un decreto, o que recorriera 13 kilómetros diarios en promedio.

América ha reconocido a Bolívar como el paradigma y símbolo más querido de su identidad y soberanía. En 1842 el Congreso de Venezuela dispuso que las cenizas del Libertador fueran trasladadas con toda pompa de Santa Marta a Caracas y reposan hoy en el magnífico Panteón Nacional. En 1846 Colombia puso la estatua de Pietro Tenerani en el centro de Bogotá. En 1858 Lima le erigió una estatua ecuestre, reconociéndolo como Libertador de la nación peruana.

En 1891 Santa Marta puso una estatua de mármol junto a la Quinta de San Pedro Alejandrino. Ya desde la segunda mitad del siglo XIX se le levantaron monumentos en casi todas las ciudades importantes de América y en muchas de Europa. Se cumplió así la insuperable sentencia de Choquehuanca: «Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina»

Bolívar enfermo

1.3 LA ÚLTIMA PROCLAMA

El 10 de diciembre de 1830 es el día de la última proclama del Libertador, dictada desde su lecho de moribundo. Firmó el testamento y recibió los Santos Sacramentos de manos del humilde cura de la aldea de Mamatoco, quien llegó en la noche con sus acólitos y varios indígenas.

Luego,

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