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Trabajo De cátedra Bolivariana


Enviado por   •  6 de Julio de 2015  •  13.419 Palabras (54 Páginas)  •  158 Visitas

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Bolivar en Perú...

El Libertador encontró divididos los ánimos en partidos; unos por el congreso y otros por el presidente Riva-Agüero, causando graves perjuicios con tan escandalosas desavenencias, cuyos estragos sólo pudo contener la autoridad suprema que se había conferido a Sucre, quien en calidad de ministro plenipotenciario de Colombia había sido enviado a Lima, y que ya se hallaba encargado del mando en jefe del ejército unido libertador del Perú.

El presidente había disuelto arbitrariamente el congreso por medio de un decreto en que se declaraba ser, no sólo inútil, sino perjudicial su reunión en aquellas circunstancias. El congreso, no obstante, pudo volverse a reunir en Lima, cuando acababan de retirarse de allí las tropas españolas del general Canterac. Reunido el congreso, nombró presidente de la república a don José Bernardo Tagle, y depuso a Riva-Agüero, quien despreció tal resolución, apoyado en las tropas que tenía bajo su mando, y se declaró en guerra contra el congreso.

Esta era la situación del Perú a la llegada del Libertador, a quien el congreso autorizó para poner fin a las desaveniencias usando de los medios que tuviese por conveniente. En 10 del mismo mes de septiembre sancionó el congreso otro decreto confiriendo al Libertador la suprema autoridad militar en toda la república con facultades extraordinarias; e igualmente la autoridad política directorial, para solicitar recursos y auxilios, así dentro del territorio peruano como en el extranjero (véase el número 33) Pero el país estaba en un estado deplorable can sus divisiones; falto de recursos; desmoralizado, y sus pueblos cansados con el desorden. Sin embargo, Bolívar había dicho al congreso en la sesión a que fue admitido "Señor: yo ofrezco la victoria, confiado en el valor del ejército unido y en la buena fe del congreso poder ejecutivo y pueblo peruano; así el Perú quedará independiente y soberano por todos los siglos de existencia que la Providencia divina le señale".

El Libertador, sólo encontró en Lima dos batallones de infantería y un escuadrón de caballería de Buenos Aires; dos cuadros de infantería y un escuadrón de peruanos. Del resto del ejército una parte estaba con Sucre sobre la cordillera, y otra con Riva-Agüero en rebelión contra el gobierno peruano. Las tropas españolas se habían dirigido todas sobre el general Santa Cruz, quien en la Paz y Oruro había logrado reunir cerca de siete mil hombres, y sobre a general Sucre, quien en Arequipa mandaba tres mil cuatrocientos; Santa Cruz perdió toda su gente en operaciones mal dirigidas por querer evitar la autoridad de Sucre y obrar por sí, para ganarse solo los laureles del triunfo. Cuando ya Santa Cruz se vio en tan mal estado, escribió a Sucre llamándolo desde Oruro, para que se uniesen en el Desaguadero; mas no hallando en aquel punto a Sucre, continuó la retirada con los restos de su ejército, que se le iba dispersando, hasta que en Santa Rosa concluyó la disolución, no quedando más que seiscientos hombres con que se retiró sobre Moquehua.

Sabiendo Sucre la dispersión del ejército pe ruano, retiró su gente a Cangallo y pasó a Monquehua solo, a ponerse de acuerdo con Santa Cruz; más se halló con que las fuerzas que debía haber allí reunidas, eran en número insignificante y completamente desmoralizadas, y lo peor de todo, Santa Cruz se había convertido en partidario de Riva Agüero. En tal situación, ya Sucre no debió pensar en otra cosa que en salvar la división, y fue lo que logró hacer en Quilca, y pasó después a Pisco. El Libertador le mandó órdenes para hacer marchar la caballería por tierra hacia Lima, y la infantería por mar a la costa del norte, a desembarcar en Barrancas, donde debía reunirse con el resto del ejército colombiano que se hallaba en marcha. Al mismo tiempo ofició el Libertador al gobierno de Colombia pidiéndole tres mil veteranos más. Con Riva-Agüero estaba en negociaciones de paz, que debían verificarse con su sometimiento al gobierno, pero todo se iba en palabras, hasta que el Libertador comprendió, y supo positivamente, que Riva-Agüero y su ministro de guerra, don Ramón Herrera 1 , estaba en negociaciones con los españoles para establecer una monarquía en el Perú.

Bien cerciorado de este plan el Libertador, determinó obrar activamente, y se puso en marcha con la tropa colombiana y con dos cuerpos peruanos. En Patibilica se dictaron todas las disposiciones para pasar la cordillera, e intimó a Riva-Agüero que se sometiese al gobierno legítimo con las fuerzas que estaban bajo sus órdenes, dándole por su parte toda clase de seguridades. En Huaras se hallaba la mayor parte de las fuerzas de Riva-Agüero, mandadas por el coronel don Remigio Silva, quien se retiró hacia Cajamarca al saber que se acercaban las tropas del Libertador. Este envió inmediatamente un comisionado del ejército a tratar con los jefes que mandaban las tropas disidentes, persuadiéndolos sobre la necesidad de unirse todos, para sostener la independencia del Perú. De aquellos jefes, unos se sometieron al gobierno con la tropa, y otros fueron a ocultarse hacia el Marañón.

En estas circunstancias, el coronel Antonio Gutiérrez de Fuentes hizo una revelación en Trujillo con el objeto de impedir los planes de Riva-Agüero de que estaba perfectamente impuesto. Este jefe, a la cabeza del escuadrón Coraceros, entró a Trujillo en la mañana del 25 de noviembre, y prendió a Riva-Agüero y a sus amigos, convocó cabildo abierto, que aprobó su conducta, y se le confió el mando del departamento hasta la terminación del gobierno legítimo. La primera medida que tomó Fuentes fue mandar a Riva-Agüero y a su secretario Herrera preso a Guayaquil. El Libertador mandó orden a Guayaquil para que los pusieran en libertad y salieran para un país extranjero.

Después de esto, el general Sucre, resuelto a hacerse cargo del mando del ejército unido, se acantonó en la provincia de Andahuailas, y el Libertador siguió hasta Cajamarca con el estado mayor general, y allí dio todas sus disposiciones para la organización del ejército peruano, trasladándose luégo a Trujillo. Aquí meditaba sobre su plan de libertad al Perú; pero la situación era triste. A cada momento se presentaban embarazos y dificultades; aún había restos de la facción de Riva-Agüero, que hostilizaban al gobierno y de consiguiente embarazaban en parte las medidas que debieran tomarse. Una fuerza de dos mil quinientos hombres que se esperaba en Chile, enviada por aquel gobierno en auxilio del Perú, no se logró por accidentes particulares que le hicieron regresar a Coquimbo. Así se vio el Libertador sólo con sus colombianos, privado de aquel recurso con que contaba para llevar a cabo la independencia del Perú, disputada por un ejército aguerrido de más de veinte

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