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Analisis Capilla Sixtina

6 de Julio de 2014

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INTRODUCCION:

El 12 de octubre de 1512, Miguel Ángel Buonarroti desveló ante el papa Julio II sus extraordinarias pinturas al fresco sobre el techo de la capilla Sixtina. Profetas, sibilas y escenas del Antiguo Testamento se sucedieron ante los ojos admirados del ilustre espectador. Miguel Ángel tardó cuatro años en terminar su obra, que realizó en durísimas condiciones: el artista, que había construido sus propios andamios, trabajó a veinte metros de altura, en posturas casi imposibles y soportando el goteo del pigmento sobre sus ojos. Además, Miguel Ángel se atrevió con la pintura al fresco, una técnica completamente desconocida para él

ESTADO DE LOS FRESCOS

Los descubrimientos de las investigaciones de 1979 mostraron que el interior de la capilla, y particularmente el techo, estaban cubiertos con una mezcla de humo de velas compuesto por cera y hollín (carbono amorfo). Sobre las ventanas (la principal fuente de ventilación), las lunettes estaban prácticamente opacas por el humo y los gases de la ciudad, mucho más sucias que el propio techo.8 El edificio era un poco inestable y ya se había movido antes de los trabajos de Miguel Ángel en 1508, lo que provocó grietas en el techo y en una pechina que eran tan grandes que se rellenaron con ladrillos y mortero antes de pintar. La zona superior de la bóveda ofrecía a Miguel Ángel una superficie irregular debido a las grietas y a las filtraciones de agua.1

La continua entrada de agua por el techo y por los pasillos al aire libre que se encuentran por encima del nivel de la bóveda provocó las filtraciones de agua que introdujeron sales del mortero del edificio y la depositaron en la bóveda debido a la evaporación. En algunas zonas esto hizo que la superficie de los frescos se levantase y abombase. Aunque la pérdida de color era un problema serio, el abombamiento de la superficie no lo era, ya que la fineza y transparencia de la pintura que usaba Miguel Ángel en la mayor parte de la bóveda permitía el paso de las sales sin que se quedasen bajo la superficie.

Todas las restauraciones previas habían dejado su marca en los frescos. Para eliminar el blanqueo producido por el salitre, se aplicó grasa animal y aceite vegetal, que hacía más transparentes los cristales de sal, pero que dejaba una capa pegajosa que acumulaba suciedad. Otro problema, más obvio en los pequeños puttos que sujetan los nombres en las pechinas, era el salitre filtrándose por las pequeñas grietas y provocando anillos oscuros en la superficie. A diferencia de los depósitos de sal cristalinos, estos no se pueden eliminar y la mancha es irreversible. Las capas de barniz y pegamento se habían aplicado a muchas áreas. Estas se habían oscurecido y vuelto opacas. Los restauradores habían pintado detalles sobre las zonas oscurecidas para definir los rasgos de las figuras. Esto era especialmente significativo en los lunettes, sprandels y las partes bajas de las pechinas.

Se descubrió, tras un intensivo examen, que quitando los depositos de humo, filtraciones de agua y grietas estructurales, la fina "piel pictórica" de los frescos de Miguel Ángel estaba en perfectas condiciones. Se cree que Miguel Ángel había usado las mejores tácnicas del fresco, como describe Giorgio Vasari.12 La mayor parte de la pintura estaba bien adherida y necesitaba pocos retoques. El yeso sobre el que las pinturas se encontraban necesitaba en general asegurarse ya que los anteriores restauradores habían puesto clavijas de bronce en él.

PROTECCION AMBIENTAL DE LOS FRESCOS

Una vez que las capas de cera, barniz y pegamento natural se quitaron de la superficie de los frescos de la Capilla Sixtina, éstos se encontraban ante peligros que los anteriores restauradores no habían predecido.

Uno de los mayores peligros para los frescos actualmente son las emisiones de los automóviles. El segundo mayor peligro es la cantidad de turistas que pasan por la capilla cada día, que provocan cambios de temperatura, humedad, polvo y bacterias. Las superficies de yeso limpias están en mayor peligro ante estos elementos destructivos que aquellas que están cubiertas por una capa de cera humeante.

Anteriormente, el único sistema de ventilación de la capilla eran las ventanas del nivel superior de las paredes. Para impedir que entrasen los gases de combustión y los contaminantes atmosféricos traídos por el viento se cerraron las ventanas de manera permanente y se instaló un sistema de aire acondicionado.

La instalación corrió a cargo de Carrier de la United Technologies Corporation y se completó con la cooperación de la Oficina Vaticana de Servicios Técnicos. Se diseñó especialmente para contrarrestar los problemas específicos de la capilla, como son los rápidos cambios de temperatura y humedad que suceden cuando empiezan a entrar los turistas cada mañana y cuando se marchan al final de la tarde.

El aire acondicionado no sólo controla la temperatura, sino que también monitoriza los cambios humedad relativa entre los meses de verano e invierno para que los cambios atmosféricos sucedan de manera gradual. El aire cercano a la bóveda es templado, mientras que el aire en la parte baja de la estancia es más frío y hace que circule más rápido, provocando que las partículas de suciedad caigan al suelo en vez de subir hacia el techo. Además existen filtros para las bacterias y los contaminantes químicos.

Especificaciones ambientales:13

• Temperatura: 20 °C en verano, subiendo gradualmente hasta 25 °C en invierno.

• Humedad relativa en la bóveda: 55% +/- 5%.

• Filtro de aire: elimina partículas de hasta 0,1 micras.

• Sensores: 92, de los cuales la mitad son para soporte en caso de fallo

• Longitud cables: 26 km.

Otro punto importante es que a partir de la limpieza de los zapatos de los visitantes, el desempolvado de ropas y la reducción de la temperatura y calor corporal. Se opta por poner a punto un método de aspiradoras antes del ingreso en la Capilla para cubrir los primeros 100 metros de la entrada con una especie de alfombra que limpie los zapatos, además se instalarán unos agujeros en el recorrido que aspirarían el polvo de los vestidos, rebajando el calor y la humedad corporal.

Por otro lado la empresa Carrier desarrollo un sistema que baña las paredes y el cielo con humedad y aire. Este aire es purificado por unos poderosos filtros que remueven los químicos y las partículas del tamaño de las bacterias.

Los visitantes, mientras tanto disfrutan una corriente de aire poderosa que mantiene el polvo y la humedad a nivel del suelo.

Y a menos que sepa hacia donde dirigir la mirada, el sistema es prácticamente invisible para los visitantes- y no fue una tarea fácil, considerando que el edificio tiene 400 años de antigüedad y cuenta con algunas paredes de 10 pies de grueso.

CONTROLES AMBIENTALES

El sistema se apoya en el CCN (Carrier Comfort Network), un dispositivo de control digital directo basado en microprocesadores, patentado por Carrier e instalado atendiendo a la más profunda consideración dado el entorno histórico en el que se encuentra.

El equipo que regula la temperatura, limpia el aire y controla la humedad. Es un conjunto de elementos entre los que destacan, una enfriadora con una capacidad de 200 kW y una unidad de tratamiento de aire con capacidad para tratar y acondicionar 17.000 m3 de aire, ambas de Carrier, además de bombas, torres de refrigeración, etc. Todos estos componentes conectados al CCN que controla el sistema.

El sistema se diseño para mantener las condiciones interiores óptimas, minimizando: el flujo de aire sobre los frescos y los niveles sonoros de los equipos.

El sistema que proporciona la estabilidad a los frescos es un conjunto de elementos individuales -enfriadores de agua, manivelas de aire, bombas, válvulas, torres enfriadores- unidos por una red electrónica computarizada que permite que cada unidad por separado se comunique entre sí para responder a los cambios en humedad y temperatura registrados por los sensores dentro de la capilla. Ya que existen cosas más interesantes que observar dentro de la Capilla, los 92 sensores colocados al lado de las cámaras de vigilancia: son detectores de contaminación (40 sólo por seguridad) que monitorean continuamente la temperatura del aire, el punto de condensación y la temperatura de la superficie de las paredes y el techo, son virtualmente

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