Apuntes Para Interpretar La Revolución De Mayo
geocanalla5 de Agosto de 2014
5.904 Palabras (24 Páginas)368 Visitas
Apuntes para interpretar la revolución de Mayo
Lucía Feijoo y Florencia Grossi
A mediados del siglo XX, cuando la decadencia de la “patria oligárquica” era un hecho y su historiografía liberal estaba desacreditada, algunos historiadores polemizaron contra las ideas de esta “historia falsificada”. Para esta corriente, denominada revisionista, las “élites”, extranjerizantes y antinacionales, subordinadas a Gran Bretaña por sus intereses económicos y a Francia por los principios liberales de la Ilustración, “malograron la revolución” y desplazaron a las masas populares del lugar central de la historia de Mayo. En adelante, el “federalismo” y el gobierno de Rosas expresaron las aspiraciones del “pueblo” pendientes desde 1810 y la “liberación nacional”. Es esta visión de Mayo la que aparece nuevamente en Los Mitos de Felipe Pigna. Éste sostiene que la revolución de 1810 fue un acontecimiento “popular” y “democrático”, sembrando la nostalgia por la existencia de un momento histórico donde “las clases dirigentes y el pueblo” se enfrentaron juntos al “despotismo”. Ni una ni otra visión de la historia argentina hace justicia al pasado y revela la verdadera naturaleza de los acontecimientos de Mayo de 1810.
Existe toda una nueva escuela historiográfica, autodenominada historia social, que da cuenta de la presencia de las clases subalternas en estos acontecimientos. Recientemente fueron censurados por el Ministro de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires los aportes de un grupo de historiadores que pretendían “incorporar al relato central de nuestro devenir histórico a los descendientes de africanos, a los indígenas, a las mujeres y a los trabajadores”
Gabriel Di Meglio, “Pertinentes y necesarios”, Página 12, 24/4/10..
1808 y la crisis imperial hispánica
Los acontecimientos de la Semana de Mayo no fueron un plan premeditado de los criollos para lograr la independencia de España. Más bien, la invasión de Napoleón a la península ibérica en 1808, que obligó a abdicar a Fernando VII en nombre del hermano de Napoleón, José Bonaparte, mostró la enorme crisis que atravesaba una de las monarquías más importantes de la época. La invasión del ejército napoleónico y la vacatio regis desencadenaron la constitución de Juntas, aunque de distinta naturaleza, a ambos lados del Atlántico. En la península, las diversas Juntas regionales fueron responsables de organizar la resistencia popular que estalló frente al invasor. Estos acontecimientos darán inicio a lo que se conocerá como la revolución liberal española en donde un sector de la burguesía buscará terminar con algunos privilegios del “antiguo régimen” como lo había hecho anteriormente la burguesía francesa. En América, también los acontecimientos peninsulares de 1808 van a tener profundas consecuencias. A medida que van llegando las noticias al continente de la derrota de las ciudades españolas frente al ejército napoleónico, se constituyen Juntas en algunas de las centrales capitales virreinales.
Sin embargo, los acontecimientos de 1808 fueron ocultados -o dejados de lado-, durante años por la historiografía nacional ya que cuestionaban el “origen argentino” de la revolución de mayo. Pero para los actores de la época, y para muchos de los intérpretes posteriores, la revolución de mayo había comenzado en la península: el hundimiento de la corona había dejado a los “españoles americanos” en profunda orfandad. Podemos encontrar esta afirmación en muchos testimonios de la época, sólo mencionaremos dos para ilustrar sobre la relevancia de los acontecimientos de 1808.
Uno de ellos, es el de Belgrano, que en su Autobiografía señala claramente que si bien había un profundo descontento de los criollos con la corona luego de las invasiones inglesas, pensaba que faltaba más de un siglo para lograr la independencia, el hecho que viene a cambiar la situación es la crisis metropolitana. En sus palabras: “¡Tales son en todo los cálculos de los hombres! Pasa un año y he aquí que sin que nosotros hubiéramos trabajado para ser independientes, Dios mismo nos presenta la ocasión con los sucesos de 1808 en España y en Bayona. En efecto, avívanse entonces las ideas de libertad e independencia en América y los americanos empiezan por primera vez a hablar con franqueza de sus derechos”
Belgrano, Manuel. “Autobiografía” en 25 de Mayo. Testimonios, juicios y documentos. Bs. As., Eudeba: 1968. Pp. 17-23. El otro testimonio, muy relevante ya que está escrito varias décadas después de la revolución de mayo, es el de Alberdi, en donde crítica la interpretación liberal mitrista que estaba en pleno auge. En sus Escritos Póstumos va a señalar que: “la Europa, o por mejor decir, la Francia, dejando á la España y á la América del Sud sin Rey en 1810, dejó á la España y á la América del Sud dueñas de sí mismas”
Alberdi, Juan Bautista. “Escritos póstumos” (selección) en Fradkin, Raúl y Gelman Jorge (coord.), Doscientos años pensando la revolución de Mayo. Bs. As., Sudamericana: 2010. Dicho de otra manera, el proceso juntista, del cual no escapa el acontecido en el virreinato del Río de la Plata, se desencadena por las abdicaciones regias en España, y esta revelación cuestionará uno de los argumentos centrales de las historias nacionalistas americanas, el de los “orígenes”. Hoy muchos de los historiadores contemporáneos han modificado la periodización, señalando 1808 como el punto de partida de la crisis que dio origen a la ruptura del antiguo orden colonial
La central influencia académica fue el trabajo de Guerra, Francois-Xavier, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas. México, FCE. 2003.
Por lo tanto, es frente a esta crisis inédita e inesperada de la monarquía que pegará un salto en 1810 cuando el ejército napoleónico derrota la Junta Central de Sevilla ocupando casi toda la península y desplazando hasta Cádiz los restos de la resistencia española, que las clases dominantes criollas buscarán constituir, a través de la formación de Juntas en América, un poder político propio y autónomo de la corona española. Los argumentos utilizados por los criollos serán muchos, entre los principales encontraremos “la defensa de América de una posible ocupación francesa” y la “falta de legitimidad política de las autoridades virreinales en América”. Pero, más bien, frente a la completa evidencia de la debacle de la monarquía hispana, los criollos encontrarán la “oportunidad”, como plantea uno de los centrales integrantes de la Primera Junta, para constituir su propio poder. Saavedra lo dirá claramente en su Autobiografía, escrita años después de la revolución de mayo: “¿Pudiera habérsenos venido a las manos otra oportunidad más análoga y lisonjera al verificativo de nuestras ideas, en punto a separarnos para siempre del dominio de España y reasumir nuestros derechos? Es preciso confesar que no, y que fue forzoso y oportuno aprovechar la que nos presentaban aquellos sucesos. Sí, a ellos es que debemos radicalmente atribuir el origen de nuestra revolución (…)”
Saavedra, Cornelio, “Memoria Autógrafa” en 25 de Mayo. Testimonios, juicios y documentos. Bs. As., Eudeba: 1968. Pp. 17-23
. Así, las jornadas de la “semana de mayo” no fueron más que ese intento autonómico de la clase criolla de Buenos Aires por constituir su poder político. Es por ello, que en sus inicios no tenía como objetivo la separación absoluta, es decir, la independencia de la corona.
Pero, para comprender la crisis que se avecina, -que cuanto más nos alejamos de la capital del virreinato del Río de la Plata más compleja y destructiva es-, hay que tener en cuenta que las abdicaciones regias de 1808 fue un acontecimiento que develó un proceso más profundo y de largo alcance que fue madurando lentamente: la crisis de la monarquía hispánica. España, quien fuera la máxima potencia mundial desde el siglo XV, irá encontrando su decadencia durante el siglo XVIII, decadencia que repercutirá en todos sus dominios coloniales. El ascenso, centralmente de Inglaterra y Francia como potencias mundiales cuestionará el poderío colonial español. En este nuevo sistema mundial que se iba configurando, el poderío de la monarquía hispánica era un tesoro que las nuevas potencias querían conquistar. Para darnos una idea de lo que ello implicaba, a fines de siglo XVIII, cuando la monarquía española ya había perdido sus dominios continentales como los Reinos de Nápoles, todavía mantenía bajo su órbita colonias en casi todo el continente Sud Americano, en las Antillas, en el norte de África y en las islas Filipinas del Pacífico. Pero para estas colonias España sólo podía actuar como intermediaria comercial entre ellas y las potencias europeas. La clase dominante criolla era cada vez más consciente de que “las Américas eran más ricas que las Españas”, y que el orden colonial erigido durante más de tres siglos era un anacronismo.
De la autonomía criolla al enfrentamiento con la monarquía española
Frente a esta crisis de dominio imperial, los criollos porteños, desde hacía tiempo, reclamaban por una mayor participación en las instituciones del poder colonial, como el Cabildo, la Audiencia y el Consulado de Comercio de Buenos Aires que les permitiera mayor control de las cuantiosas riquezas que se producían en América. Asimismo, peticionaban por la aplicación de un conjunto de medidas de libre comercio,
...