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Ateneo De La Juventud


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2011  •  2.479 Palabras (10 Páginas)  •  709 Visitas

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………. 2

ATENEO DE LA JUVENTUD………………………………………………………………. 3

ANTECEDENTES…………………………………………………………………………… 4

FUNDACIÓN………………………………………………………………………………… 5

VISIÓN DEL ATENEO……………………………………………………………………… 5

CONCLUSIONES…………………………………………………………………………… 8

FUENTES CONSULTADAS……………………………………………………………….. 9

INTRODUCCIÓN

La historia intelectual del siglo XX en México tiene su capítulo inicial en materia literaria y filosófica en un grupo conocido como el Ateneo de la Juventud, asociación civil que inició sus días el 28 de octubre de 1909 y los terminó al disolverse hacia mediados de 1914, sin duda cuando se firmaron el 13 de agosto los Tratados de Teoloyucan. Sin embargo, los ateneístas fueron conocidos como tales hasta el final de sus vidas, y se habla de ellos como la generación del Ateneo.

El Ateneo de la Juventud Mexicana, más adelante conocido como el Ateneo de México, surgió como una vigorosa respuesta de una generación de jóvenes intelectuales quienes, en el ocaso del porfiriato, adelantan una serie de críticas al determinismo y mecanicismo del positivismo comtiano y spenceriano que alentó el modelo de desarrollo usado por Porfirio Díaz y el grupo conocido como los científicos. Los ateneístas, mediante una serie de conferencias y diferentes esfuerzos culturales, activaron una nueva conciencia reflexiva en torno a la educación.

Se puede pensar de inmediato en sus "cuatro grandes", José Vasconcelos, Antonio Caso, Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, así como en otros escritores y artistas notables, por ejemplo, Martín Luis Guzmán, Julio Torri, Ricardo Gómez Robelo, el arquitecto Jesús T. Acevedo, Enrique González Martínez, Manuel M. Ponce y Diego Rivera.

La evocación también remite a la serie de conferencias dictadas en 1910, bajo el patrocinio de Justo Sierra; a la lectura en voz alta, en el estudio de Acevedo, de El banquete de Platón; al embate filosófico contra el positivismo; a la organización de la Universidad Popular Mexicana y, en fin, a seguir la trayectoria de un grupo de honda trascendencia en la cultura mexicana del siglo XX.

La aparición de este grupo de jóvenes y de esta actividad de conferencias es todo un acontecimiento en la vida intelectual de México. Significa que una minoría selecta, ávida de salud intelectual y espiritual, se separa de la gran masa estudiantil educada en el positivismo para respirar una cultura más amplia. Esos pequeños cenáculos, creados por ese grupo de jóvenes, son como respiradores para meditar en el oxígeno que escaseaba en las instituciones dominadas por el positivismo. Son centros con virtudes respiratorias, que brindan a esa minoría de jóvenes la pureza del aire de las cimas, de aire de las cumbres que aumenta la fuerza vital, como que era el aire de los grandes clásicos del pensamiento y de nuestras tradiciones hispanoamericanas y vernáculas. Y esa actividad de conferencias era, además de una manifestación de la vitalidad de ese grupo, una forma de propagar en el país el amor a las ideas nuevas y nobles.

Este grupo de jóvenes y esa actividad de conferencias no surgieron en la vida intelectual del país por arte de magia: fueron el resultado, por una parte, de la docencia antipositivista de algunos maestros eminentes del porfiriato.

ATENEO DE LA JUVENTUD

Aparece como un acontecimiento verdaderamente nuevo en la cultura del país. Lo forma una generación que se define a sí misma con perfiles propios. Vasconcelos es el primero en presentar a los ateneístas como una generación nueva. Sus Organizadores se propusieron crear una institución para “el cultivo del saber nuevo que habían encontrado” y para el cual no hallaban asilo ni en las agrupaciones que discutían el “rancio saber escolástico del catolicismo”, ni en las que se recordaba la “ideología superficial de la época de la Reforma”, ni en las “positivistas dominadas al amparo del despotismo oficial”. En consecuencia, “tuvimos que reunimos solos, y como rompiendo un lazo demasiado opresor, cortamos nuestras relaciones con lo que empezamos a mirar cómo el pasado, y comenzamos a procurar beber en las fuentes abundantes del saber de los pueblos completos”.

El mismo Vasconcelos insiste en este carácter nuevo de la generación del Ateneo. En

medio de las desolaciones y de las inquietudes: Florece una generación que tiene derecho a llamarse nueva, no sólo por sus años, sino más legítimamente porque está inspirada en estética distinta de la de sus antecesores inmediatos, en credo ideal que la crítica a su tiempo calificará con acierto, pero que no es ni romántico ni modernista ni mucho menos positivista o realista, sino una manera de misticismo fundado en la belleza, una tendencia a buscar claridades inefables y significaciones eternas. No es fe platónica en la inmortalidad de las ideas, sino algo muy distinto, noción de la afinidad y el ritmo de una eterna y divina sustancia.

ANTECEDENTES

Durante los últimos años del porfiriato, Justo Sierra pugnó por la creación del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, Porfirio Díaz accedió a su petición y lo nombró responsable del mismo, de esta forma, el sistema educativo se encaminó hacia la modernidad. Paralelamente un grupo de jóvenes lectores de Platón, Kant, Walter Pater, Friedrich Nietzsche, Émile Boutroux, Henri Bergson y de José Enrique Rodó deseaban un cambio del sistema, pues consideraban que las humanidades habían sido relegadas por la corriente positivista apoyada por el grupo de los científicos del gabinete presidencial.

En 1903 y 1904 se realizaron conferencias en la Escuela Nacional Preparatoria en las que participaron, a manera de lecturas literarias, Jesús Urueta, Amado Nervo y Luis

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