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CANÍBALES Y REYES

selmaaa8 de Enero de 2014

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HARRIS, Marvin

Caníbales y reyes. Los orígenes de la cultura

Argos Vergara, Barcelona 1983, 286 pp.

CONTENIDO

a)Método: el materialismo cultural.

Harris pretende en su libro explicar la evolución del género humano. Según él, los cambios de modos de vida, de sistemas de producción, etc., se explican a través de los costos y beneficios materiales que supongan. Así pues, a pesar de que ha habido y hay gran diversidad de culturas, todas tienen un punto de partida común, que es la presión demográfica. Lo explica del siguiente modo: la presión demográfica requiere una intensificación de la producción para poder mantener el mismo nivel de vida. Esta intensificación, a la larga, produce un agotamiento ambiental por lo que, para sobrevivir, se cambia el sistema de producción.

En cada capítulo Harris explica distintas manifestaciones culturales según su método. Lo hace siguiendo un orden cronológico y relacionándolas entre sí.

b) Desarrollo: ofrecemos a continuación un resumen del libro capítulo a capítulo. Además, hay una introducción y un epílogo, donde el autor explica su método y cuenta cómo es necesario conocer la evolución cultural para que el futuro, aunque no lo podamos cambiar, sepamos afrontarlo siendo conscientes de esas fuerzas impersonales de tipo económico que han determinado, determinan y seguirán determinando la vida de los pueblos.

CAPÍTULO PRIMERO: Cultura y naturaleza.

Hay un proceso inteligible que preside el mantenimiento de formas culturales comunes, que inicia cambios y que determina sus transformaciones a lo largo de sendas paralelas o divergentes.

El núcleo de este proceso es la tendencia a intensificar la producción. La intensificación —la inversión de más tierra, agua, minerales, o energía por unidad de tiempo y área— es, a su vez, una periódica respuesta a las amenazas contra los niveles de vida. En tiempos primitivos, tales amenazas surgían, principalmente, de las modificaciones climáticas y de las migraciones de animales y personas.

En un primer momento se dio el infanticidio femenino como medio de control de la población, pero nuestros antepasados prefirieron el aumento de la producción para mejorar el nivel de vida antes que el infanticidio, ya que esto producía un gran trauma.

CAPÍTULO SEGUNDO: Asesinatos en el Paraíso.

Los hombres del paleolítico, debido a sus buenas técnicas de caza, estaban muy bien alimentados. Estos hombres no tenían problemas de inanición ni necesitaban trabajar de sol a sol para poderse alimentar. Había distintos grupos: unos eran más carnívoros y otros más herbívoros.

El desarrollo de la agricultura dio por resultado un aumento del trabajo per capita.

Como base para explicar la transición de la caza a la producción agrícola se sostiene que los grupos, por impulso natural, tienden a asentarse. Pero esto no es cierto porque pueblos actuales con las mismas características no se asientan ni se dejan ser asentados. Es absurdo pensar también que aquellos hombres que observaban y pintaban a los animales con tanto detalle y que llevaban registros cronológicos, no fueran capaces de conocer el significado biológico de las simientes.

Los cazadores-recolectores, ¿cómo hacían para mantener baja la población? Tenían muchos recursos y no se puede decir tampoco que las mujeres no fueran fértiles (tenían unos diez hijos en periodo de fecundidad); además, como se venía pensando, las enfermedades no eran lo fundamental del mantenimiento de la población. En el paleolítico superior la salud se mantiene, e incluso es buena; es después cuando aparece una verdadera depresión de la salud.

Se recurría al infanticidio y al geronticidio cuando los pueblos se encontraban bajo graves tensiones. Sospecho que sólo un grupo que se encuentra bajo graves tensiones económicas y demográficas recurriría al aborto como principal método de regulación de la población.

CAPÍTULO TERCERO: El origen de la agricultura.

El período transcurrido entre hace 30.000 y 12.000 años marcó el punto culminante de millones de años de lenta evolución tecnológica durante los cuales nuestros antepasados de la edad de piedra perfeccionaron, gradualmente, los útiles y las técnicas para vivir de la caza de grandes animales terrestres. Los cambios de clima produjeron el cambio de los animales y de los vegetales; esto produjo a su vez cambios en la forma de vida. Pero estas características no se dan por igual: la retirada de los glaciares y la intensificación de la caza mayor no tuvo precisamente las mismas consecuencias en Europa que en Oriente Medio.

Se da una extinción de animales debido a los cazadores-recolectores. Estos animales se reproducían más lentamente pero los hombres tenían necesidad de ellos debido al aumento de la población. Se piensa que la extinción no fue provocada por un profundo crecimiento de la población humana sino, sencillamente, por un intento de mantener las pautas dietéticas y bajas tasas de aborto e infanticidio frente al número menor de animales de presa.

El agotamiento, debido a la caza de los animales, produjo un cambio en la dieta. En ciertos sectores de población los esfuerzos primarios de subsistencia se desviaron gradualmente de los animales y se volcaron en las plantas. Como en el caso de la caza, la intensificación de la labranza dio lugar a una serie de progresos tecnológicos. La horticultura, o la jardinería rudimentaria, fueron seguidas por la agricultura, que dependió cada vez más de la irrigación.

CAPÍTULO CUARTO: El origen de la guerra.

La mayoría de los cazadores-recolectores conocidos por los investigadores modernos lleva a cabo alguna forma de combate intergrupal, en el cual los equipos de guerreros intentan deliberadamente matarse entre sí. Aunque también es verdad que existían algunos grupos que intentaban evitar la guerra.

Algunos estudiosos son partidarios de la tesis que sostiene que la guerra se originó con las comunidades aldeanas. El crecimiento demográfico produjo la necesidad de implantarse en nuevas tierras y así desplazar a los grupos más débiles que se encontraban asentados en estas tierras.

Otros antropólogos niegan la existencia de estos combates, ya que las comunidades eran reducidas y estaban demasiado diseminadas; así pues, la guerra era totalmente irracional y antieconómica.

También existe la teoría de la guerra como solidaridad. Según esta teoría, la guerra es el precio que se paga para crear la unidad grupal. El hecho de tener enemigos externos crea un sentimiento de identidad grupal e intensifica el espíritu de cuerpo. El grupo que lucha junto permanece unido.

Existe otra teoría que es la de la guerra como naturaleza humana. La explicación que dan algunos antropólogos al hecho de la guerra, fuera de definirla como algo aborrecible o valioso, es decir que la naturaleza humana está dotada de un impulso criminal.

Por fin, señalaremos la teoría de la guerra como política. Esta teoría sostiene que la guerra se sostiene cuando un grupo quiere mejorar su situación política, social y económica a costa de otro grupo.

Pero la guerra afecta drásticamente a la cantidad de mujeres y por esto merma la reproducción humana. La guerra en estas sociedades grupales y aldeanas dio especificidad sexual a la práctica del infanticidio femenino. En la sociedad guerrera tenía más valor y se le daba mejor trato al niño que a la niña; la niña moría por la despreocupación o por su simple asesinato.

Así pues, tanto la guerra y el infanticidio como la jerarquía sexual que acompañaba estos azotes, fueron provocados por la necesidad de dispersar a las poblaciones y de disminuir sus tasas de crecimiento.

CAPÍTULO QUINTO: Las proteínas y el pueblo feroz.

Los yanomano constituyen un caso crucial no sólo porque son una de las sociedades aldeanas mejor estudiadas en las que la guerra se practica activamente. Se ha negado que el alto nivel de homicidios dentro y entre las aldeas sea causado por presiones reproductoras o ecológicas; esto se ha dicho ya que podrían aprovechar terrenos con los suficientes recursos para su alimentación.

No he dicho que los pueblos que practican la guerra nunca sufrirán un incremento de la población, más bien sostuve que la guerra puede impedir que la población aumente hasta el punto en el que agota permanentemente el medio ambiente.

Únicamente si la población apremia en contra de los recursos, tiene sentido no criar tantas niñas como varones.

Queda claro que la amenaza de agotamiento de los recursos animales es la que provoca las escisiones y dispersiones de las aldeas. Así pues, se demuestra que el caso de los yanomano fortalece la teoría de que la guerra grupal y aldeana forma parte de un sistema para dispersar a las poblaciones y reducir su tasa de crecimiento.

CAPÍTULO SEXTO: El origen de la supremacía masculina y el complejo de Edipo.

Las instituciones políticas de las sociedades grupales y aldeanas también suelen estar dominadas por los hombres.

El dominio que el hombre ejerce en estas sociedades grupales viene dado también por la división del trabajo. Las mujeres realizaban tareas duras: recoger leña, moler, etc. Estas sociedades sexualmente asimétricas se originaron por la guerra y por el monopolio de los hombres sobre las armas. La guerra exigía la organización de comunidades en torno a un grupo residente de padres, hermanos y sus hijos. La persona femenina no era más, por así decirlo, que un mero objeto, en algunas circunstancias, con el que se podía comerciar.

Podríamos decir que el ya conocido complejo de Edipo conduce a una conclusión: la guerra

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