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Causas Del Golpe Militar De 1976


Enviado por   •  25 de Julio de 2014  •  2.541 Palabras (11 Páginas)  •  1.170 Visitas

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Causas del golpe militar de 1976

Las principales causas del Golpe Militar son es que el marco internacional se encontraba afectado por la crisis del petróleo, en la cual se vivió una etapa de extrema violencia donde actuaban varios grupos armados. La economía Argentina se encontraba afectada por la inflación. El gobierno tomo una posición de control al intervenir en universidades, provincias, canales de televisión, etc. En 1975 se aplico una devaluación de la moneda acompañado por un gran tarifazo. La presidenta pide licencia por salud, el 7 de octubre firma un decreto que encarga a las fuerzas Armadas el cuidado interno y la lucha contra la subversión, en Tucumán cae un avión que llevaba soldados para en frenar la guerrilla local y estos derriban un Hércules C-130. Montoneros intenta atacar un regimiento de Formosa y no tiene éxito. Hay muchos más acciones de violencia que se fueron sumando al descontento social La sociedad estaba harta de violencia de problemas económicos y se extiende un reclamo de orden en todos los sectores. Ese año hubo 860 muertos por causas políticas en el país

Aspectos económicos sobre la dictadura del '76

La economía era el principal terreno de disputa. Allí pueden distinguirse dos proyectos que, si bien se apoyaban en fracciones de la gran burguesía, tenían importantes diferencias.

Por un lado, los liberales planteaban una apertura indiscriminada de la economía. Su figura más destacada fue el primer ministro de Economía de la dictadura,

José Alfredo Martínez de Hoz, y los generales Videla y Viola fueron los líderes militares más comprometidos con este sector. Con ellos convivía un bando más cercano al nacionalismo desarrollista, que defendía el rol del Estado trazando los objetivos económicos y sociales. Su asiento fue el Ministerio de Planeamiento, y sus apoyos militares vinieron principalmente de la Armada y también de algunos sectores del Ejército. El original resultado de esta tensión fue un proyecto liberal de fuerte componente corporativo, donde un selecto grupo de empresas continuó viéndose favorecido por su relación preferencial con el Estado, mientras la “libertad de mercado” perjudicaba a todos aquellos que no tenían la solvencia como para enfrentarla.

Uno de los primeros objetivos económicos del gobierno militar fue el cambio de la matriz productiva del país, hasta ese momento dirigida principalmente al mercado interno. El equipo de Martínez de Hoz se propuso poner a la industria local a competir sobre la base de parámetros internacionales, orientación que era compartida con la conducción de la UIA.

Se redujeron los aranceles de importación, fueron eliminados los subsidios a las exportaciones no tradicionales, se liberalizaron los mercados cambiario y financiero y se eliminaron las retenciones a las exportaciones agropecuarias.

El resultado de estas medidas fue la progresiva desindustrialización del país: para 1982 el PBI industrial había retrocedido un 25%, quedando por detrás de los niveles de 1974. Las pequeñas y medianas empresas fueron las principales perjudicadas, viéndose forzadas a vender sus activos a grandes grupos o directamente a cerrar.

Una medida importante para entender la dinámica económica de estos años fue la “privatización periférica” en el ámbito estatal: esto es, no fueron privatizadas las empresas del Estado en sí, sino las actividades secundarias vitales para su funcionamiento. El caso de mayor envergadura fue el de YPF. Esta “privatización periférica” amplió el radio de acción de aquellas grandes empresas que el Estado contrataba para prestar distintas obras y servicios. Estas mismas, a su vez, proveían materiales para el monopolio estatal de las industrias bélica, aeronáutica y nuclear.

La política monetaria también favoreció a los monopolios. Para hacer frente a la inflación, el gobierno instauró un régimen de devaluaciones pautadas conocido como “la tablita”, mecanismo que daba a conocer con anticipación cómo y cuánto se iba a devaluar. Los datos oficiales acerca de la depreciación de la moneda permitieron a los grandes tenedores de dinero especular a diestra y siniestra.

La Reforma Financiera de 1977 profundizó esta situación. La misma creó un mercado financiero sin restricciones que instaló en el país una importante cantidad de entidades bancarias. Entre otras cosas, la ley daba garantía estatal a los depósitos en plazo fijo, lo que en la práctica quería decir que si un banco quebraba el Estado respondía por el dinero.

La superabundancia de dólares benefició a todos aquellos sectores con capacidad de obtener divisa extranjera. Pero la envergadura de ese acceso no es un dato menor: así, mientras la pequeña burguesía acomodada pudo viajar a EE.UU. y comprar tecnología a buen precio, la gran burguesía supo hacer mejores negocios.

La moneda yanqui se vio subvaluada frente al peso argentino, lo cual, sumado a la alta inflación, hacía que las tasas de interés para tomar un crédito internacional fueran más bajas que las tasas locales, que sin más control que el juego del mercado ascendían a cifras astronómicas (de esta manera los bancos captaban más ahorristas). En este marco, las grandes empresas se endeudaban en el extranjero y cambiaban sus dólares por pesos, con los que concedían préstamos dentro del país o compraban bonos del Estado. Las altas tasas internas multiplicaban la inversión inicial. La operación se repetía una y otra vez: de esta forma, los monopolios se endeudaron por grandes sumas con la banca internacional para obtener ganancia mediante esta “bicicleta”; prácticamente nada de esos créditos fue utilizado en promover su capacidad productiva. Al mismo tiempo, hay que tomar nota de que sumas importantes de esas ganancias eran fugadas del país.

A diferencia de otros momentos, en que fue un mecanismo auxiliar, el endeudamiento exterior pasó a ser la herramienta central de acumulación de las grandes empresas. Se había creado un mecanismo que hacía muy poco atractiva la inversión para ampliar la capacidad productiva. Pero el mismo era por demás artificial. Así, el Estado debió tomar deuda para cubrir las necesidades de divisas de las grandes empresas. Entre 1979 y 1980 la deuda pública creció un 100%. La década del ‘80 comenzó con la quiebra de 27 bancos y la incapacidad de pago de las grandes empresas, que se vieron beneficiadas con el “seguro de cambio”, eufemismo para designar la estatización de la deuda privada. La deuda externa aumentó de 7.875 millones de dólares en 1975 a 45.087 millones en 1983.

Las fracciones de la gran burguesía en general se vieron beneficiadas de estas medidas, aunque hay que

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