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Claridad Y Ambiguedad

27 de Marzo de 2014

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Introducción

Se ha postulado que tener las metas claras conlleva una consecución eficiente de metas. En esta investigación analizamos si formular y tener las metas claras es una condición necesaria para alcanzar los objetivos. Las metas claras dieron lugar a un buen rendimiento sólo si se disponía de competencias específicas para realizar la tarea propuesta ; en el caso contrario, fue más eficaz una formulación de meta ambigua . las metas claras no son siempre más eficaces, dado que en la condición de no-planificación fueron más efectivas las metas ambiguas. En cambio, cuando los participantes pudieron planificar sus acciones, no se hallaron diferencias entre las metas claras y ambiguas. Se discuten las implicaciones teóricas y aplicadas de los resultados.

Ambigüedad y claridad

La comunicación puede ser significativo y determinante, siempre que sea específica, precisa y al grano sin ambigüedades en su contexto. La claridad de la mente y la cohesión palabras habladas 'reflejará la simpatía de la situación. Las circunstancias, ya sea política, social o cultural será cordial y dejar recuerdos cherishable en la mente. Por lo tanto, es importante que debemos entender el significado, definición y el uso de la inequívoca e inteligibilidad de la comunicación. También hay que tener en cuenta que para poder llegar a la conclusión decisiva, hemos de comunicar de manera adecuada. Por lo tanto diferenciar entre la ambigüedad y la claridad marcará el comienzo de un nuevo capítulo en nuestra vida diaria.

La ambigüedad se produce cuando una palabra o frase tiene más de un significado. También es un hecho que la ambigüedad tiende a aumentar con la frecuencia de uso. Aquí es importante para entender la ambigüedad y su uso común en lugar de tipos múltiples facetas y diferentes situaciones. Ambigüedad y sus falacias pueden extenderse desde lingüístico científica abarca los aspectos comerciales y técnicos. Es importante saber que la técnica o científicamente ambigüedad puede ser ineficaz en su manera significativa. Sin embargo, lingüísticamente puede causar un desastre o un daño menor.

La claridad de la comunicación, ya sea en palabras o acciones, a menudo refleja una actitud equilibrada de una persona. En una comunicación de la claridad esta situación hará que los objetivos alcanzables. La utilización de palabras y frases sencillas y adecuadas hará que todo el episodio de la vida de un triunfador. Posee aguas muy alto en la vida política, empresarial como, campos comerciales y culturales.

Hay personas cuya tendencia es eludir sus responsabilidades por lo tanto, la ambigüedad evoluciona. Esto conducirá al caos y la confusión. Considerando que, de pensamientos limpios y la claridad de la mente, hacer reflejar las ideas que están llenos de progreso y propagación. Por lo tanto, la adopción de una actitud que nos guía hacia la claridad será beneficioso, tanto material como espiritualmente.

Se define que la claridad es un equilibrio entre las palabras precisas y las palabras conocidas. Se trata de un enlace a una idea que se extiende a través de toda la comunicación efectiva.

Los puntos culminantes de discusión son el foco, la coherencia y la unidad de una idea. La precisión combinada con sincronización apropiada que resulta en la claridad de la comunicación.

Conseguir lo que deseamos es una motivación inherente a personas, grupos y organizaciones. Una de las primeras operaciones que realizamos para convertir nuestras aspiraciones en realidad consiste en traducir los deseos en objetivos claramente formulados. De hecho, comúnmente las teorías de metas plantean que tener metas claras es una condición necesaria para alcanzar los objetivos. La misma idea constituye uno de los postulados del planteamiento estratégico. Por ejemplo, las investigaciones han mostrado que las metas formuladas en términos específicos conllevan un rendimiento mejor que las metas imprecisas (Locke, Shaw, Saari, y Latham, 1981). Los estudios que aquí se presentan analizan si formular y tener metas claras es siempre una condición necesaria para alcanzar con éxito dichas metas. Además, examinaremos si los efectos diferenciales en el logro de metas, derivados de la claridad en su formulación, estarán modulados por su interacción con factores asociados a los esfuerzos para conseguirlas; concretamente con el dominio de ciertas competencias o la posibilidad de planificar. En tercer lugar, nos interesa indagar el efecto del ajuste (concordancia o discrepancia) entre la formulación de la meta (clara o ambigua) y la oportunidad de logro (que propicia la competencia o la planificación) en la consecución de metas. El alcance de estos estudios podrá tener especial relevancia en la metodología que grupos y organizaciones establecen para mejorar el logro de sus metas. Mayormente, cuando los grupos afrontan la necesidad de superar una previsible divergencia entre el contenido de la meta y el potencial para conseguirla.

El logro de metas ha sido objeto de estudio para distintas disciplinas y en el presente contexto de investigación cobran especial relevancia en primer lugar, las vinculadas a la perspectiva psicológica y, en segundo lugar, las derivadas de diversas aproximaciones a la organización formal. Las primeras han abordado el problema considerando, fundamentalmente, procesos cognitivos, motivacionales y volitivos. Las segundas, atendiendo especialmente a procesos estratégicos, de toma de decisiones, de solución de problemas y de mejora de la calidad.

La perspectiva psicológica ha heredado una gran influencia de los estudios sobre niveles de aspiración de Lewin, Dembo, Festinguer y Sears (1944). Los autores identificaron dos tipos de problemas que las personas deben resolver para dirigir sus conductas hacia una meta. Uno afronta la necesidad de formular las metas y ajustarlas en función de la expectativa de logro (“goal setting”). El otro se refiere a los esfuerzos que las personas deben realizar para lograrlas (“goal striving”). Es decir, la consecución con éxito de las metas implica dos tareas: formular las metas y perseguirlas (Gollwitzer, 1990; Oettingen y Gollwitzer, 2001). Mientras que las teorías sobre la formulación de las metas se han centrado en el contenido y la estructura de las metas, las teorías sobre auto-regulación han hecho lo propio con la consecución con éxito de las metas.

La formulación de metas ha sido objeto de interés desde finales del siglo XIX hasta los años 60 del siglo XX. No obstante, la formulación de metas presentaba un uso esporádico en estudios caracterizados por su orientación a la intervención y la carencia de un marco teórico (Latham y Locke, 2007). Sólo recientemente se ha formulado una teoría integradora (“goal setting theory”) por parte de Locke y Latham (Latham y Locke, 2007; Locke y Latham 2002). Locke y Latham describen el núcleo fuerte de su teoría en función de la especificidad y dificultad de las metas. Explican cómo las metas afectan a los resultados mediante cuatro mecanismos: a) ejercen una función directiva al guiar tanto la atención como los esfuerzos hacia las actividades que son relevantes para dicha meta; b) cumplen una función de activación (“energizing”) en cuanto que las metas más difíciles conllevan mayores esfuerzos para alcanzar dicha meta; c) conllevan una persistencia mayor o menor en función de la dificultad de la meta; y d) afectan indirectamente a la acción al conducir el conocimiento y las estrategias relevantes para la consecución de la meta. Además, identificaron una serie de moderadores que influyen en los efectos del núcleo fuerte (tales como la el compromiso con la meta, la información sobre el progreso en los resultados y la complejidad de la tarea).

Por lo tanto, el contenido de las metas sustenta el núcleo fuerte de la teoría y constituye uno de los pilares de la investigación en este campo. Las dimensiones de dificultad y especificidad de las metas han sido objeto de numerosas investigaciones (Locke et al., 1981). En lo que respecta a los efectos de la claridad de las metas sobre el rendimiento, éstos apenas fueron estudiados hasta el comienzo de los años 80, tal y como apuntan Locke y colaboradores (1981). En cambio, en años posteriores han sido varias las investigaciones que se han centrado en esta dimensión. Así, por ejemplo, Kjormo y Halvari (2002) encontraron una relación positiva entre la claridad de metas y la cohesión grupal que, a su vez, afectaba favorablemente al rendimiento de deportistas. Recientemente se ha investigado cómo afecta un proceso de adquisición de una empresa a sus empleados (Nemanich y Keller, 2007). En este contexto, los autores encontraron que la claridad de meta se relacionaba positivamente con el rendimiento.

Por su parte, los problemas asociados a los esfuerzos para conseguir la meta han dado lugar a modelos como el de fases de acción o Modelo del Rubicón (Heckhausen y Gollwitzer, 1987; Gollwitzer, 1990, 1996). El modelo describe el curso de las distintas fases de acción que suceden para alcanzar una meta, considerando tanto los problemas de formulación como los de consecución de la meta. El modelo distingue cuatro fases secuenciales desde que se libera el impulso o deseo para conseguir el objetivo hasta su logro, adecuación o descarte: 1) predecisional, 2) post-decisional o preaccional, 3) de acción y 4) post-accional. Las cuatro fases quedan conectadas mediante tres momentos que ocurren en la transición de una a otra: una decisión que transforma el deseo en una intención de meta, un plan que conduce al inicio de la acción y un resultado

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