Comercio Antigüo
p_071113 de Febrero de 2014
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“Economía y Comercio”
En el tiempo de los mexicas, la base económica era mixta y muy compleja ya que compaginaba la agricultura intensiva con la caza, la pesca y la recolección, actividades a las que se sumaba un rico y abundante intercambio comercial, cuya red cubría todo lo ancho y largo del territorio mexicano, inclusive fuera de Mesoamérica. Además a México-
Tenochtitlán, y en su tiempo a Tlatelolco, arribaban importantes contingentes de objetos y materiales preciosos que pagaban las provincias dominadas manera de tributo.
Los productos, en su forma natural o ya transformados en objetos diversos, eran destinados a los mercados, instituciones formales de intercambio; se les conocía como tianguis o tianquiztli, y se regían por sus propias autoridades y cuerpo de vigilancia; estos gobernantes del mercado dictaban las ordenanzas que debían seguir vendedores y compradores, fungían como jueces en los diversos pleitos y querellas; asimismo, imponían los castigos pertinentes a cada caso.
Desde tiempos antiguos, los pueblos, mesoamericanos establecieron importantes rutas de comercio; seguramente también de aquellas épocas ancestrales provenían los gremios de comerciantes, cuya especialización era efectiva en el éxito de las empresas de intercambio. Para los mexicas, toda la actividad se integraba a la pochtecayotl, el arte de intercambiar los objetos; los comerciantes se llamaban pochtecas y se integraban en grupos endogámicos muy cerrados, entrelazando sus vínculos entre los distintos pueblos por lazos matrimoniales; tenían sus propios dioses, fiestas y una organización interna que resistió los cambios por muchos siglos.
Mercado de Tlatelolco
Desde sus orígenes, Tlatelolco se dedicó esencialmente al comercio, llamado en la lengua náhuatl pochtecayotl, “el arte de intercambiar”. Los pochtecas o comerciantes constituían una parte importante de la sociedad tlatelolca, y no obstante que se integraban al grupo de los macehualtin o comunes, su actividad era muy apreciada por el tlatoani y los pipiltin –el grupo de la nobleza-, de tal manear que no sólo estaban exentos de trabajo de la tierra, sino que también podían guardar gran parte de los productos de alto valor que traían de sus largas expediciones a tierras lejanas.
En esta ciudad existió uno de los mercados indígenas más notables de su tiempo; según el conquistador Hernán Cortés, más de 30,000 nativos se reunían diariamente a intercambiar sus productos. El conjunto del mercado se constituía por un gran espacio al aire libre, a manera de patio, rodeado de habitaciones que servían como bodegas. En aquel patio, bajo la vigilancia de los gobernantes pochtecas, los vendedores ofrecían sus varios productos. La nobleza utilizaba el cacao, las hachuelas de cobre y el polvo de oro a manera de moneda.
Los pochtecas y las rutas comerciales
Los comerciantes o pochtecas fueron los verdaderos artífices de la actividad cambiaria durante la época Mexica. Ellos trazaron eficientes rutas comerciales que los comunicaban con todos los ricos territorios que componían al imperio. Estos pochtecas regresaban a México- Tenochtitlán cargados de diversos productos, entre los que destacaban, los valiosos artículos santuarios que solos los noble o pipiltin podían adquirir y lucir con orgullo: pieles de venado y jaguar, copal, jade, turquesa, oro y plata; diferentes tipos de concha y sal traídos desde las costas, así como plumas preciosas de las aves que sobrevolaban en aquellos tiempos los cielos mexicanos.
Por otra parte México-Tenochtitlán impuso, a través de la guerra, un férreo sistema de tripulaje a las provincias sometidas. De esta manera llegaron a la “ciudad de Huitzilopochtli” enormes cantidades de maíz, frijol y granos varios, como lo muestra el documento
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