ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio


Enviado por   •  7 de Agosto de 2014  •  6.472 Palabras (26 Páginas)  •  124 Visitas

Página 1 de 26

Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio

Lo que primero que esclareceremos es la etimología de la palabra genocidio: “Genocidio es una palabra que procede del latín "genus" que significa linaje" y de "cida" que significa asesino.”

Quien ejerce la acción de ejecutar un genocidio, es un genocida o un exterminador de un pueblo o linaje. Este término fue acuñado por un jurista en el año 1943 de nombre Raphael Lemkin (1900-1959), jurista de origen judío que fue asesor del departamento de Guerra de los EE UU durante la Segunda Guerra Mundial. Y sus ideas se plasmaron en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, siendo su ideólogo y pensador. Nacido el 24 de junio de 1900, al este de Polonia, quien alertó a la comunidad internacional sobre la necesidad de tipificar como delito contra el derecho de gentes (delicta juris gentium) conductas que comportan un peligro interestatal, en donde la voluntad del autor tiende no solamente a perjudicar al individuo, sino, en primer lugar a perjudicar la colectividad a la cual pertenece este último

Biografía de Raphael Lemkim

Desde pequeño le obsesionaba el tema de la atrocidad y a los 12 años, leyó Quo Vadis?, del Premio Nóbel Henryk Sienkiewicz, que describe las masacres de conversos cristianos en el siglo I a manos del emperador romano Nerón. Le espantaba que Nerón pudiera haber echado a los cristianos a los leones, y le preguntó a su madre, Bella, cómo pudo suscitar el emperador aplausos en una turba de espectadores. Bella, pintora, lingüista y estudiante de filosofía que educó en casa a sus tres hijos, le explicó que una vez embarcado el Estado en exterminar a un grupo étnico o religioso, la policía y la ciudadanía se convertían en cómplices, en vez de ser los guardianes de la vida humana.

De pequeño, Lemkin interrogaba muchas veces a su madre por detalles de matanzas masivas históricas, y aprendió sobre el saqueo de Cartago, las invasiones mongoles y la persecución de los hugonotes franceses. Devorador de libros, leyó con rapidez una lista en especial horrorosa, y decidió dedicarse a poner fin a la destrucción de grupos étnicos.

Su preocupación fue: “La suerte de los grupos humanos, la maldad y la impunidad con la que obraban los culpables fue su obsesión durante tres décadas.”

El inicio de su búsqueda:

Durante la primera Guerra Mundial, mientras los armenios sufrían bajo el sombrío régimen de Talaat Pasha la batalla entre rusos y alemanes llegó al umbral de la granja de los Lemkin. Sus padres enterraron los libros de la familia y sus escasos valores, y llevaron a los niños a esconderse en el bosque que rodeaba su tierra. En el curso de la lucha, la casa de la granja fue despedazada por fuego de artillería. Los alemanes se apoderaron de sus cosechas, ganado y caballos. Samuel, uno de los hermanos de Lemkin, murió en el bosque de pulmonía y desnutrición.

En 1921, a los 21 años de edad, mientras estudiaba lingüística en la Universidad de Lvov leyó, en un diario local, la noticia sobre el asesinato de Talaat Pasha a manos de un armenio que sobrevivió a la matanza de su familia. Esto intrigó a Lemkin, quien comentó el caso con uno de sus profesores. Lemkin preguntó por qué los armenios no habían hecho arrestar a Talaat por la masacre. El profesor le contestó que no había ninguna ley por la que pudiera ser arrestado. Explicó: ”Piensa en un granjero que tiene un gallinero. Si mata a las gallinas, eso es asunto de él. Si usted se mete, invade su propiedad”.

Soghomón Tehlirián , el asesino armenio, fue aprehendido enseguida. Mientras los transeúntes lo golpeaban con puños y llaves, gritó en su mal alemán: Yo extranjero, yo extranjero. Esto no lastimar a Alemania… Nada que ver con ustedes”. Era justicia nacional en un escenario internacional.

Pero Lemkin preguntó:”¿Es un crimen que Tehlirián mate a un hombre, pero no que su opresor mate a más de un millón? Es totalmente contradictorio”. La

La Soberanía: “La soberanía no puede considerarse como el derecho a matar a millones de inocentes”. Pero eran los estados, sobre todo los fuertes, los que hacían las reglas. Para entonces, la soberanía se tenía como un concepto sacrosanto que estaba por encima de los derechos individuales a la justicia. Y él lo cuestionó.

El Jurista: Lemkin tenía facilidad para los idiomas y, tras dominar el polaco, el alemán, el ruso, el francés, el italiano, el hebreo y el yiddish, comenzó a estudiar filología, la evolución de la lengua. También pensaba aprender árabe y sánscrito. Pero en 1921, cuando leyó la noticia sobre el asesinato de Talaat, se alejó de la filología y regresó a su oscura preocupación infantil. Se pasó a la Facultad de Derecho en Lvov, donde investigó códigos legales antiguos y modernos para buscar leyes que prohibieran las matanzas. Se mantuvo atento a la prensa local, y su investigación asumió urgencia al oír de pogromos que se estaban llevando a cabo en el nuevo Estado soviético. Ocupó un cargo de fiscal local y, en 1929, empezó a trabajar en su tiempo libre en la redacción de una ley internacional que comprometiera a su gobierno y a los de los demás países a impedir la destrucción deliberada de grupos nacionales, étnicos y religiosos.

Los totalitarismos: Hitler habla de la ”Gran Alemania” a la que hay que unir bajo una bandera: ”un pueblo, un país, un jefe” e inicia su campaña de anexiones pacíficas, mientras preparaba su maquinaria infernal.Pero las democracias siguen sin reaccionar. Tienen otros motivos de inquietud: la guerra en el Extremo Oriente, la conquista de Etiopía por la Italia fascista. El imperialismo japonés y las exigencias de Mussolini parecen más amenazadoras en París y en Londres que los exaltados discursos del Canciller Hitler; las manifestaciones grandiosas, las paradas, los desfiles con antorchas, a los que tan aficionado es el Führer, parecen muy teatrales.1936-1937. La guerra de España preocupa a todas las mentes. Los grandes titulares de los periódicos no hablan de otra cosa.

La devastación: Lemkin no tenía duda de las verdaderas intenciones del nazismo, pues como él mismo lo afirma ”Mucho antes de la guerra, los líderes nazis estuvieron anunciando al mundo y haciendo propaganda entre los mismos nazis, desvergonzadamente, del programa genocida que habían elaborado. Como Hitler y Von Rundstedt, el filósofo oficial nazi Alfred Rosenberg declaró: ” La historia y la misión del futuro ya no significan la lucha de una clase contra otra, la lucha del dogma de la Iglesia contra el dogma, sino el conflicto entre sangre y sangre, raza y raza, pueblo y pueblo.”

Lemkin

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (41 Kb)  
Leer 25 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com