Cultura Y Civismo
rossymontero1 de Junio de 2013
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De la cultura taína restan muy pocos remanentes, y estos corresponden sobre todo a los aspectos materiales de la misma. Hay que advertir, por lo demás, que varios de esos aspectos perduraron a través del esclavo africano, quien los hizo suyos y los incorporó a sus costumbres y hábitos de trabajo.
Así, por ejemplo, cuando los taínos empezaban a extinguirse, los negros habían logrado ya dominar la técnica del cultivo de la yuca y la preparación del casabe, que era el alimento básico de aquellos. A través de los esclavos africanos, los taínos legaron a nuestra cultura el cultivo de roza, cuya quema y tala de árboles serían luego continuadas por los plantadores azucareros.
Otros elementos importantes de la cultura material taina que subsistieron y aparecen hoy incorporados a la vida y actividad cotidianas del dominicano son:
1. Instrumentos como la canoa, la hamaca, el caracol (usado como trompeta para dar avisos) y la cuchara de higüero.
2. Técnicas como el sistema de pesca denominado barbasco o "encandilamiento", el ahumado para la conservación de las carnes, la cestería –especialmente mediante el empleo de cuerdas de cabuya y la petaca de yagua –, el encendido de hornos de carbón, la utilización de la piel de ciertos peces para limpiar y rayar vegetales, etc.
3. Productos agrícolas como la batata, la yautía, la jagua, el jobo, el maíz, el lerén, el maní, etc. Todos ellos forman parte de la dieta dominicana.
La mayor aportación del taíno a la cultura dominicana hay que buscarla, sin duda, en el lenguaje. Numerosos vocablos forman parte del habla criolla.
Los grupos étnicos que proporcionarán el mayor caudal de rasgos y complejos a la cultura nacional son el español y el africano, con una evidente e indiscutible prevalencia del primero sobre el segundo a pesar de la opinión de algunos sociólogos e historiadores, cuya posición antiespañola los lleva a menospreciar la preponderancia hispánica para encumbrar las influencias ejercidas por los esclavos de distintas naciones africanas. Esta falsa actitud ha de ser vista, sin embargo, como una reacción frente a la ideología de la clase burguesa y españolizantes, en la cual los prejuicios raciales, unidos a una incomprensión del pasado, teñida de etnocentrismo y que las invasiones haitianas del sigo XIX acrecentaron al máximo, impidieron valorar justamente el rico fondo etnográfico del esclavo africano, y, en consecuencia, sus contribuciones a la cultura vernácula.
Los esclavos traídos a Santo Domingo procedían de diversas zonas de África y, por tanto, pertenecían a culturas diferentes.
El negro africano llegó, pues, a Santo Domingo, en calidad de esclavo, y fue él quien completó, con su trabajo forzado, la actividad del español conquistador. Es por tanto la situación de esclavitud la que marca, como trazo fundamental, la presencia del negro en la isla. Como esclavo, y a causa de esa situación, el negro arribó a América con sus culturas quebrantadas.
Mientras el español se limitó a importar su sociedad y civilización, no teniendo que hacer otra cosa sino adaptarlas a un nuevo medio, la esclavitud, al desgarrar la cultura africana original, sólo permitió que el negro trajera consigo sus creencias y valores, debiendo sujetarse, en cambio, a una sociedad distinta a la suya e impuesta por su amo blanco.
En la actualidad, no puede hablarse de civilizaciones o culturas africanas en América, sino de culturas negras o más bien de rasgos, restos de esas culturas.
En efecto, la población negra y mulata existente en Santo Domingo, es el resultado de diversas migraciones:
1. Las procedentes directamente de África.
2. Las migraciones de esclavos fugitivos desde la colonia francesa de la parte occidental de la isla.
3. Los llegados de otros puntos de las Antillas, sobre todo de las Menores.
4. El tráfico de trabajadores negros desde las Antillas inglesas.
5. La inmigración de ex esclavos norteamericanos.
6. La numerosa mano de obra importada desde Haití.
Todas esas migraciones han contribuido grandemente a aumentar los distintos procesos de transculturación operados en Santo Domingo desde los primeros días de la esclavitud.
Remanentes culturales africanos se observan en Santo Domingo en muy diversos aspectos: música, baile, creencias mágico-religiosas, cocina, economía, diversiones, hábitos motores, lenguaje, etc.
Tal vez la mayor influencia del esclavo africano se observe en la música y baile. Tal influencia se origina en las danzas, que como la calenda, se practicaban en Santo Domingo, como en otros lugares de América, desde los años iníciales de la esclavitud.
De esta danza derivan, según investigaciones, varios de nuestros ritmos populares. Uno de los más generalizados de todos es los palos, nombre con que se designa tanto al ritmo como a los membranófonos utilizados. Ritmos nacionales de obvia impronta africana son la sarandunga, los congos, la jaiba, el chenche matriculado, etc. Entre los instrumentos de origen africano cabe citar los palos, el balsié, la gallumba, etc.
La música popular dominicana está íntimamente ligada a la cultura religiosa, y se interpreta sobre todo en las llamadas fiesta de santos, conocidas también, según la zona del país, como velaciones, velas o noches de vela. Otros ritmos populares son de evidente origen español, como la mangulina y el carabiné.
Las creencias mágico-religiosas dominantes entre las capas campesinas y populares dominicanas reflejan el sincretismo cristiano-africano operado desde los tiempos de la colonia. El vodú dominicano es de obvia procedencia haitiana, pero sus rasgos y complejos se muestran degradados en Santo Domingo. Al panteón voduísta criollo se han incorporado muchas divinidades o loas nativas. El rasgo más característico del vodú dominicano es el que lo relaciona directamente con la actividad mágica. Las correspondencias entre los loa y los santos católicos son similares a las haitianas.
La magia dominicana es también una mezcla heterogénea de creencias y ritos africanos y europeos, estos últimos especialmente españoles. Animales míticos como el bacá y el galipote proceden de Haití. Las clásicas brujas y las características que las rodean son españolas. De Europa nos viene la superstición del mal de ojo, la supuesta existencia de lugarús (loup-garou) y numerosos hechizos y encantamientos, amén de la mayoría de las artes adivinatorias.
Los ritos funerarios contienen muchos rasgos de ascendencia africana que son compartidos con otros países de América. Un ejemplo típico es el baquiní o velorio del angelito.
La cocina dominicana contiene productos y platos de procedencia africana. Entre los primeros figuran el guandul, el ñame y el funde. Platos típicamente africanos parecen ser el mofongo, preparado a base de plátanos verdes y, derivados de la cocina cocola, el fungí y el calalú. Una bebida común entre los esclavos negros era el guarapo, que se saca del jugo de caña de azúcar.
La influencia africana en el lenguaje dominicano no es muy significativa, pero aún así es posible rastrear numerosos vocablos importados por el esclavo negro y que se han incorporado al léxico popular. Citamos, entre otros, las voces bemba, bachata, guineo, quimbamba, añangotarse, etc.
El término criollo, aplicable en sentido general a todo lo originario de los países americanos, estaba reservado exclusivamente, a partir del siglo XVI, para denominar a los hijos y nietos de africanos nacidos en estas tierras.
Ya en el siglo XVIII el adjetivo criollo designa a todos los nacidos en América, no importa la casta o mezcla de donde provengan. Se exceptúan de este calificativo a los descendientes de indígenas.
El proceso de formación de la cultura dominicana, que puede situarse a partir del siglo XVII, responde pues a la necesidad del criollo de adaptarse al hábitat donde vive y es el resultado de un largo y prolongado mecanismo de transculturación que se inicia sobre todo a partir de la cultura española, lógicamente predominante, a la que luego se mezclarán ingredientes procedentes de la aborígen y africana.
¿Pertenece la cultura dominicana a lo que se conoce como el "área cultural" del Caribe? La expresión "área cultural" es un artificio inventado por los antropólogos para designar un espacio geográfico dentro del cual conviven pueblos que presentan culturas más o menos parecidas. Ahora bien, lo que llamamos "Caribe" ha sido delimitado de diversas maneras.
Es obvio que la cultura dominicana en nada se asemeja a la centroamericana, ni a la del sudeste norteamericano, y los rasgos que comparte con los países de la costa norte de Sudamérica son bien pocos. Habría entonces que delimitar el espacio del "área cultural" del Caribe, para que en él pudiese tener cabida la cultura dominicana a las dos Antillas: las mayores y las menores. Pero las primeras incluyen a Jamaica, cuya cultura es muy diferente a la nuestra, y en cuanto a las segundas, colonizadas por diversas potencias europeas, apenas es posible observar ciertos rasgos comunes. Tal vez los dos únicos países que más se parecen culturalmente al dominicano sean Puerto Rico y Cuba y, en menor medida, Haití.
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA CULTURA DOMINICANA
Ahora bien, ¿Cuáles elementos
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