ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Cupación De Lima: Relato Del Ciudadano Colombiano Vicente Holguín O


Enviado por   •  11 de Mayo de 2015  •  1.512 Palabras (7 Páginas)  •  143 Visitas

Página 1 de 7

Documentos históricos

Relato del ciudadano colombiano Vicente Holguín

Muy cerca lo he visto, puesto que de Lima a los campos de los últimos combates en La Rinconada (9 de enero), en San Juan y Chorrillos (13 del mismo) y en Miraflores y en otros puntos de la extrema derecha (15 del mismo), la distancia es tal que jefes, oficiales y soldados, cubiertos no de laureles sino de polvo, llegaban a esta ciudad cuando aún se oía los cañones del combate. Como complemento se hizo uso de la moderna y terrible invención de las minas y bombas automáticas, de las que se hallaban sembrados los .contornos de los principales fuertes como San Juan y El Solar.

Estas bombas, ocultas en la tierra, estallaban al sufrir presión y producían el formidable efecto de una mina. El inmediato y costoso descubrimiento que hicieron los chilenos de este medio de defensa no les arredró en las cargas, y a la bayoneta tomaron las alturas. Pero esas funestas bombas estaban destinadas a hacer inmensa la desgracia de los infelices heridos que quedaron en el campo, pues a causa del terror inspirado por las explosiones súbitas que destrozaron hombres y mujeres en busca de sus deudos, nadie se atrevió a recorrer esos parajes en donde los heridos agonizaban al lado de los cadáveres horrorosamente fétidos, que ni perros ni gallinazos fueron a devorar.

Episodio de horror indescriptible han tenido lugar con esos pobres heridos, abandonados con la más fría crueldad a dos leguas de una ciudad populosa, entre cuyos habitantes hubo millares excusados del servicio militar con la insignia de las ambulancias.

Los acontecimientos siguieron un curso rapidísimo. La noche aumentó con sus sombras la ansiedad del día. Las calles de Lima estaban silenciosas; el gas iluminaba una ciudad que parecía abandonada. Algún transeúnte apresurado, algún disperso rezagado o herido levemente, alguna camilla de ambulancia, era lo que de vez en cuando mostraban las calles o plazas silenciosas. Al mirar desde los techos hacia el campamento, el resplandor del incendio de Chorrillos contristaba el espíritu y esas llamas devoradoras de las suntuosas habitaciones de la aristocracia limeña –medida de guerra atroz, pero no inusitada- hubieran mantenido siempre en la memoria de todos un recuerdo execrado del vencedor, si las llamas que se levantaron después en Lima para consumar un crimen sin ejemplo, no hubieran hecho desear en la capital la presencia del mismo vencedor.

El 14 por la mañana la mayor parte de los extranjeros organizados en ambulancias se dirigían al palacio de la Exposición, en donde desde la víspera prestaban importantes servicios a los heridos que llegaban en el ferrocarril. Un movimiento general y un sordo rumor agitaban la multitud ahí reunida cuando el pito anunciaba desde lejos la llegada del tren de Miraflores, y las colonias tomaban sus camillas para recibir a los heridos o salían a buscarlos a los barrios apartados de la ciudad.

El 15 por la mañana, los ánimos presentían algo. Poco después del mediodía oyéronse cañonazos en el campamento. La ansiedad comenzó de nuevo, las carreras se multiplicaron, el temor general se pintaba en los semblantes. Miraflores, centro del combate, dista de Lima apenas dos leguas, razón más para que desde las tres de la tarde fueran numerosos los individuos del Ejército que entraban en la capital. Todos decían estar triunfantes.

El sol del 15 de enero se había hundido en el ocaso y con él la esperanza de cuantos dieron y recibieron abrazos por la prisión de Baquedano. Vino la noche y vinieron con ella los gruesos pelotones dispersos y los catorce batallones de la reserva, cuyos comandantes recibieron la orden de su jefe de Estado Mayor, coronel don Julio Tenand, de concentrarlos en la ciudad y disolverlos, sin haber disparado un solo tiro sobre el enemigo. El coronel Piérola no entró con ellos: era mucho lo que se había ofrecido a la capital y a las tropas y el triste resultado final estaba muy lejos de corresponder a tan pomposas promesas.

De las relaciones sobre los acontecimientos de esa tarde resulta que el inesperado combate se trabó porque los peruanos situados en los reductos de Miraflores violaron el armisticio. El combate apenas duró una hora.

En la mañana del domingo 16 se conocía perfectamente el desastre y se medía su magnitud. El recio y sangriento ataque de Miraflores, embestido por los chilenos furiosos por la inefidencia cometida, fue apenas medianamente sostenido por tres o cuatro batallones de la reserva y algunos restos del cuerpo de línea.

Si los ejércitos peruanos

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9.1 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com