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Definamos para empezar qué entendemos por no-violencia


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  Prácticas o problemas  •  4.437 Palabras (18 Páginas)  •  267 Visitas

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A quién le interesa ser no-violento? Preguntémonos primero ¿qué es esto que se llama no-violencia? ¿Cómo se define? ¿A qué se opone? ¿Es para personas comunes o para activistas militantes? ¿Tiene que ver con la injusticia o más bien con los golpes, los asesinatos, las violaciones?…

¿Por qué preguntar acerca de una opción de vida ética? ¿Ser no-violento es igual que ser paciente? ¿O ser tolerante? ¿O ser agresor de los violentos?

A todos estos interrogantes iniciaremos una respuesta.

La palabra fue creada por Gandhi. Desgraciadamente, al traducir el término sánscrito Ahimsa (voluntad de no matar) como "no-violencia", nos encontramos ante una definición que se expresa frente a otra realidad: la violencia. Luego, el término es negativo, lo que le quita mucho de su impacto o importancia. Gandhi abrió un concurso en el periódico que sostenía en África del Sur para solicitar ideas que mejoraran el término. Se adoptó Satyagraha, que quiere decir "fuerza de la verdad". Infortunadamente, tampoco este término llenaba las expectativas porque en todas las culturas se discute sobre qué es la verdad. Finalmente, la palabra no-violencia en castellano y Ahimsa en sánscrito se quedaron a pesar de las dificultades que su uso lleva consigo. Representan todas las acciones que se llevan a cabo con cierta estrategia en pro de la justicia y la libertad.

Definamos para empezar qué entendemos por no-violencia.

• La no-violencia tiene dos vertientes. 1. Vertiente ética, que consiste en esta lucha interior para lograr dominar o eliminar las huellas de la violencia que se esconde en nuestro interior. 2. Vertiente política, que nace en todos los que han desterrado la violencia de sus modales y se encuentran ante la violencia de las personas y de las estructuras. De este descubrimiento doloroso surge la voluntad de una acción política que cambie este estado de cosas.

• Desde un punto de vista filosófico, la no-violencia es la conciencia de la importancia, del valor y del poder de cada ser humano, incluyéndose a sí mismo. La no-violencia es sobre todo una manera de ser, de actuar en el conflicto: una herramienta que permite construir la armonía entre los seres creando en cada uno la dignidad y el respeto profundo del otro. En su Ética a Nicómaco, Aristóteles se adelanta a nuestro descubrimiento cuando desarrolla la idea de frónesis, que se tradujo por prudencia, término que con el racionalismo y el moralismo ha perdido toda su fuerza. La frónesis es "un acto intelectual y moral que efectúa una buena deliberación, un discernimiento de lo conveniente, desemboca en la palabra y la acción oportunas" (Vaillant, 1990: 78). Hoy, desgraciadamente, la palabra prudencia hace pensar en falta de decisión, temor, actitud titubeante; todo esto está lejos del Ahimsa gandhiano o de la no-violencia actual.

La no-violencia puede ser descrita por sus aspectos estratégicos, tácticos y políticos, pero posee igualmente otras dimensiones. En una visión holística, pasa por la comunicación, así como por todas las etapas de la experiencia y de las relaciones humanas.

Una manera de actuar. Se trata de decir no a la violencia. Esa es la primera dimensión de la no-violencia, la más evidente: no golpear al otro, ni maltratarlo y mucho menos violarlo o matarlo. Eso todo el mundo lo comprende. Por lo demás, cuando se habla de no-violencia en los periódicos la expresión significa casi siempre "sin violencia".

En la India los valores de la renuncia, del desprendimiento de las pasiones y la vida ascética parecen ligados a la idea de "no-violencia", de respeto de la vida bajo todas sus formas, de tolerancia. Según Véronique Bouillier, el Satiagrahi "debe desplazarse evitando hacer sufrir o herir alguna criatura, debe hacer de tal modo que todas las criaturas se encuentren en seguridad cerca de él, debe soportar todo con indiferencia y respeto, no debe resentir ninguna cólera contra el que es furioso contra él" (Boullier, 1994: 213). El Ahimsa es de hecho el primero de los cinco grandes votos, de los cinco compromisos mayores al que se suscribe todo candidato sannyasa. Estos cinco votos también son los que profieren los monjes budistas o jains —que hacen del Ahimsa el valor supremo— y constituyen igualmente los cinco yama, las cinco abstenciones que forman la primera de las ocho etapas que llevan al desprendimiento único descritas en los yoga Sutra.

El compromiso que toma el satiagrahi de abstenerse de dañar a todas las criaturas se solemniza en los ritos de entrada en el satiagrayn. Según el vasistha que presenta la primera descripción de estos ritos: "una persona que renuncia debe alejarse de su casa después de haber dado a todas las criaturas el don de la seguridad" (Boullier, 1994: 213).

"El don de seguridad" es la expresión ritual de la no-violencia (Ahimsa). Y el boudayana amplía este aserto con la metáfora del bastón: "una persona que renuncia no debe herir a ninguna criatura con ninguno de los tres bastones, es decir ni en palabra, ni en pensamientos, ni en acciones" (Boullier, 1994: 213).

Parece que la noción de Ahimsa, el "no deseo de matar", forma negativa de una idea positiva, hizo su aparición en los medios ritualistas bélicos, por consiguiente, en el contexto del sacrificio. Se trata entonces de un juego de metáforas y de reparaciones y, luego, de sustitutos de separar la condenación a muerte de las víctimas sacrificiales de toda idea de violencia para escapar así de sus consecuencias temibles.

No obstante, la no-violencia comporta una segunda dimensión, la de la acción, pues para oponerse de modo eficaz a la violencia hay que ser activo, ¡e incluso muy activo! Eso no lo sugiere la noción de no-violencia. Por ello suele ser preferible hablar de "acción no-violenta" o de "no-violencia activa". En resumen, la no-violencia consiste en actuar sin violencia contra la violencia "[…] La no violencia supone servirse de la vida para ganar, mientras que en la violencia amenazas siempre al contrario con la muerte, con su muerte" (Sémelin, 2001: 17).

¿De qué violencia estamos hablando?

Consideramos desde la no-violencia activa dos clases de violencia: La violencia directa y la violencia de respuesta.

La violencia directa es la del patrón que no paga un justo salario; la del comerciante que roba a sus clientes; la del administrador público que desvía fondos públicos; la del diputado que no representa a la población

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