Diario del profesor.

Porlán y Martín nos dice que, al comenzar el diario se suele tener una visión simplificada y poco diferenciada de la realidad; las situaciones y acontecimientos de la clase se perciben como hechos aislados sin que la mayoría de las veces se establezcan relaciones entre sus diferentes elementos, y a medida que se van redactando sistemáticamente las actividades y situaciones cotidianas, se va desarrollando la capacidad de observación y categorización de la realidad. El objetivo inicial es ofrecer una panorámica general y significativa de lo que, desde nuestro punto de vista, ocurre en la clase, describiendo actividades, relatando procesos y categorizando las distintas observaciones (ej. las referidas al profesor, a los alumnos, a la comunicación didáctica). Es posible confundirnos entre descripciones objetivas e interpretaciones subjetivas, pero esto se puede ir superando si se comienza a incorporar poco a poco un cierto grado de diferenciación consciente entre lo que se describe espontáneamente y el análisis más sosegado, sistemático y racional que posteriormente, o paralelamente podemos hacer de ello.

El diario facilitará la posibilidad de reconocer problemas y asumir la realidad escolar como compleja y cambiante, favoreciendo su tratamiento, lo cual poco a poco nos llevará a reconocer con mayor facilidad los problemas que enfrentaremos, sus verdaderas causas y por lo tanto seremos capaces de solucionarlos más eficazmente. 

Para aprovechar aún mejor el uso del diario, los autores nos recomiendan contrastar los diarios entre profesores para intercambiar puntos de vista y a la vez ampliar nuestro panorama acerca de lo que ocurre en la clase. Incluso se sugiere también contrastar con los alumnos algunos aspectos como la visión que tienen de la escuela, del profesor, de la clase, de su papel en la clase, de su relación con sus compañeros, las asignaturas, obstáculos que se les presenten, intereses, necesidades, etc.. Con esto se pretende evidenciar diferencias en los niveles de conceptualización que presenten los alumnos ante una misma temática y adecuar los conocimientos escolares al conocimiento real y a los intereses de los alumnos.

Con el uso adecuado del diario de clase podremos ir resolviendo las distintas problemáticas que se nos presenten y así también podremos ir previendo posibles problemáticas, de manera que poco a poco iremos diseñando mejor las clases tomando en cuenta los diferentes factores que se han visto y obteniendo mejores resultados. Poco a poco el diario dejará de ser solo un diario y será nuestro cuaderno de trabajo que nos permitirá dar seguimiento global, estructurado y sistematizado a las clases.

El diario se debe centrar inicialmente en aspectos superficiales de las realidades, proporciona el desarrollo de un nivel más profundo de descripción de la dinámica que se realiza durante el día o de lo planeado y  nos facilita la posibilidad de reconocer los problemas que existe en nuestro aula de clase ya que a veces nos encontramos con muchas dificultades.

La descripción de la clase puede resultar difícil al diferenciar las descripciones de las interpretaciones y valoraciones espontaneas. Esta dificultad se puede ir superando si se comienza a incorporar poco a poco la diferencia entre lo que se describe espontáneamente y el análisis más claro, de esta manera comenzaran a aflorar los problemas prácticos y los dilemas que más nos preocupan.

El diario facilita la posibilidad de reconocer problemas y de asumir la realidad escolar como compleja y cambiante,  permite reflejar el punto de vista del profesor  sobre los procesos más significativos de la dinámica en la que está metido. Es un guía de reflexión sobre la práctica que favorece la toma de conciencia del profesor sobre el proceso de evolución y sobre los modelos de referencia.

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