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Discurso De Asuncion Del Ex Presidente Alfonsin

andy_t9893 de Mayo de 2012

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DISCURSO DE ASUNCIÓN DEL DR. RAÚL ALFONSÍN COMO PRESIDENTE

DE LA NACIÓN ANTE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA – 10/12/1983

(Fragmento)

“Honorable Congreso de la Nación:

Venimos a exponer a vuestra honorabilidad cuáles son los principales objetivos del gobierno en los diversos terrenos en que debe actuar: la política nacional e internacional, la defensa, la economía, las relaciones laborales, la educación, la salud pública, la justicia, las obras de infraestructura, los servicios públicos y todas las otras cuestiones que reclaman la atención del pueblo, de los gobernantes y de los legisladores.

Pero queremos decir, también, que entre todas las áreas habrá un enlace profundo y fundamental: que una savia común alimentará la vida de cada uno de los actos del gobierno democrático que hoy se inicia: la rectitud de los procedimientos.

Hay q recordar que el gobierno de Alfonsín es el primero después de varios años de gobierno de facto. Por ello al hablar de “savia común q alimentará la vida de cada uno de los actos del gobierno democrático que hoy se inicia” hace referencia al período que queda atrás y el inicio de una nueva etapa democrática..

Hay muchos problemas que no podrán solucionarse de inmediato, pero hoy ha terminado la inmoralidad pública. Vamos a hacer un gobierno decente. Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene a esa legitimidad.

Significado de los calificativos según la Real Academia Española, que menciona en el párrafo:

1. Decente: honesto, justo, debido.

2. Desesperanzado. Desesperanza: estado del ánimo en que se ha desvanecido la esperanza.

3. Lúgubre: sombrío, profundamente triste.

4. Descreído: incrédulo, falto de fe.

Además en el mismo párrafo utiliza las palabras “inmoralidad” y “ético” para identificar al gobierno militar, que se caracterizó, entre otras cosas, por tener una política censuradora, autoritaria y, acompañada por el convencimiento pleno de sus acciones y decisiones que tomaron para el futuro de la República.

Ese sentimiento ético constituye uno de los más nobles movimientos del alma. Aún el objetivo de construir la unión nacional debe ser cabalmente interpretado a través de la ética. Ese sentimiento ético, que acompañó a la lucha de millones de argentinos que combatieron por la libertad y la justicia, quiere decir, también, que el fin jamás justifica los medios.

En este párrafo vuelve a repetir la palabra “ética” en varias ocasiones.

Menciona algunos de los principios del preámbulo: construir la unión nacional, libertad, justicia.

Además habla del sentimiento de millones de argentinos que combatieron por la libertad y la justicia, para referirse a la guerra de Malvinas.

Quienes piensan que el fin justifica los medios suponen que un futuro maravilloso borrará las culpas provenientes de las claudicaciones éticas y de los crímenes. La justificación de los medios en función de los fines implica admitir la propia corrupción, pero, sobre todo, implica admitir que se puede dañar a otros seres humanos, que se puede someter al hambre a otros seres humanos, que se puede exterminar a otros seres humanos, con la ilusión de que ese precio terrible permitirá algún día vivir mejor a otras generaciones. Toda esa lógica de los pragmáticos cínicos remite siempre a un porvenir lejano.

En este fragmento Alfonsín critica las medidas tomadas por el gobierno de facto con la creencia que de ese modo lograrían un “vivir mejor a otras generaciones”; así los trata de cínicos. (Según el REA, cínico: que demuestra desvergüenza, impúdico, procaz).

Pero nuestro compromiso está aquí, y es básicamente un compromiso con nuestros contemporáneos, a quienes no tenemos derecho alguno de sacrificar en función de hipotéticos triunfos que se verán en otros siglos.

Nosotros vamos a trabajar para el futuro. La democracia trabaja para el futuro, pero para un futuro tangible. Si se trabaja para un futuro tangible se establece una correlación positiva entre el fin y los medios. Ni se puede gobernar sin memoria, ni se puede gobernar sin la capacidad de prever, pero prever para un tiempo comprensible y no para un futuro indeterminado. Los totalitarios piensan en términos de milenios y eso les sirve para erradicar las esperanzas de vida libre entre los seres humanos concretos y cercanos. Los problemas que debemos prever son, a lo sumo, los de las siguientes dos generaciones.

Como dijo Juan XXIII, más allá de eso no hay conclusiones seguras y los datos son demasiado inciertos u oscilantes, lo que puede justificar la investigación, pero no la acción política. Si separamos a la política de su arraigo en el tiempo, impedimos que lleguen a la política los ecos del dolor humano. Ni la crueldad actual, ni la inmoralidad actual, ni la claudicación actual, garantizan un futuro feliz.

Lo que plantea en estos párrafos tiene que ver con la aspiración de una política en la que los resultados se vean en el presente y dice, no como en los gobiernos totalitarios que piensan en términos de milenios.

Menciona dichos de Juan XXIII, indicando que ni la inmoralidad ni la crueldad garantizan un futuro feliz, por eso Alfonsín plantea que no se puede gobernar sin memoria ni sin la capacidad de prever.

La justificación de los medios por el fin constituye la apuesta demencial de muchos déspotas e implica el abandono de la ética política.

Mediremos, en consecuencia, nuestros actos para no dañar a nuestros contemporáneos en nombre de un futuro lejano.

Pero nos empeñaremos, al mismo tiempo, en la lucha por la conquista del futuro previsible, porque negarnos a luchar por mejorar las condiciones en que viven los hombres, y por mejorar a los hombres mismos, en términos previsibles, sería hundirnos en la ciénaga del conformismo. Y toda inacción en política, como dijo el actual pontífice, sólo puede desarrollarse sobre el fondo de un gigantesco remordimiento. La acción, ya sabemos, no llevará a la perfección: La democracia es el único sistema que sabe de sus imperfecciones.

Pero nosotros daremos de nuevo a la política la dimensión humana que está en las raíces de nuestro pensamiento.

Vamos a luchar por un Estado independiente. Hemos dicho que esto significa que el Estado no puede subordinarse a poderes extranjeros, no puede subordinarse a los grupos financieros internacionales, pero que tampoco puede subordinarse a los privilegiados locales. La propiedad privada cumple un papel importante en el desarrollo de los pueblos, pero el Estado no puede ser propiedad privada de los sectores económicamente poderosos.

Las oligarquías tienden siempre a pensar que los dueños de las empresas o del dinero tienen que ser los dueños del Estado. Ya vimos eso una vez más en los últimos años. Otros, a su vez, piensan que el Estado debe ser el dueño de todas las empresas.

Nosotros creemos que el Estado debe ser independiente: ni propiedad de los ricos, ni propietario único de los mecanismos de producción.

Alude al ámbito económico sin dar demasiados detalles sobre las medidas que tomará su gobierno y, de alguna manera hace una crítica a la política económica predominante hasta ese momento.

La independencia del Estado presupone dos condiciones fundamentales.

Por un lado, el protagonismo popular. ¿De dónde sacaría, si no, fuerzas el Estado para mantener su independencia?

La democracia será desde el primer momento, una fuerza movilizadora. La democracia moviliza siempre, mientras que el régimen desmoviliza. El régimen se ocupa de la desmovilización de la juventud. Se ocupa, por ejemplo, de transformar las universidades en enseñaderos. La democracia atiende a la movilización de la juventud en torno de los problemas generales y de sus problemas específicos.

Por otra parte, requiere la moralidad administrativa, la conducta de los gobernantes. Seremos más que una ideología, una ética. La lucha contra los corruptos, contra la inmoralidad y la decadencia es el reaseguro del protagonismo popular. Las dos cosas, en realidad, van juntas: no se puede luchar contra la corrupción, que está en las entrañas del régimen, sino a través del protagonismo popular, pero no se puede preservar el protagonismo popular sin sostener una política de principios, una ética que asegure su perduración.

¿De qué serviría el protagonismo popular, de qué serviría el sufragio, si luego los gobernantes, elegidos a través del voto, se dejaran corromper por los poderosos?

El sufragio tiene diversos sentidos simultáneos. Por una parte, el voto implica la posibilidad de que gobierne el pueblo y de que el Estado sea independiente. Por otra parte, expresa la existencia de una regla para obtener legitimidad, ya que el pueblo no puede expresarse por sí mismo y el llamado espontaneismo nunca existe en la realidad. A través del sufragio, el pueblo tiene la forma de elegir a sus gobernantes y a sus representantes.

No puede elegirnos a través del motín. La violencia está inhabilitada para ser la forma permanente de manifestación del cambio.

Aquí utiliza dos preguntas para exponer su postura.

En el primer interrogante plantea una comparación entre la democracia

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