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Duby- la época feudal


Enviado por   •  7 de Mayo de 2022  •  Resúmenes  •  4.073 Palabras (17 Páginas)  •  111 Visitas

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 UNIDAD III: La sociedad feudo-burguesa (siglos XI al XIV)

Guía de lectura

Duby, Georges, Guerreros y campesinos. El desarrollo inicial de la economía europea, Madrid, Siglo XXI, 1974 (“La época feudal”, selección de “Los campesinos” y selección de “Los señores”).

“La época feudal”

  • Caracterización del feudalismo según Duby:

-estructuras políticas

El feudalismo se caracteriza, en primer lugar, por la descomposición de la autoridad monárquica. La defensa del país, paso a manos de los príncipes regionales. Después, poco a poco, la mayor parte de los grandes principados se disgregaron a su vez de la misma forma que se habían disgregado los reinos. Jefes de menos importancia, los condes en un primer momento y más tarde, hacia el año mil, los hombres que mandaban las fortalezas, lograron su independencia con respecto a los príncipes.

-vida material

Esta fragmentación del derecho de mandar y de castigar, de asegurar paz y la justicia, su inscripción en marcos territoriales cada vez mas reducidos y que finalmente se ajustaron a las posibilidades concretas de ejercer una autoridad efectiva y de manifestar permanentemente a los ojos de todos la realidad de un poder en un mundo real y bárbaro en el era difícil comunicarse a distancia, esta fragmentación era de hecho una adaptación de la organización política a las estructuras de la vida material.

-legitimación ideológica

El desarrollo de la “paz de Dios” acompaña las últimas fases de la feudalizacion. Sus principios son muy sencillos: Dios había delegado en los reyes consagrados la misión de mantener la paz y la justicia; los reyes ya no son capaces de hacerlo, y por tanto Dios reasume su poder de orden y lo concede a sus servidores, a los obispos, apoyados por los príncipes locales. De este modo, en cada provincia, se reúnen concilios convocados por los obispos, y en ellos participan los grandes y sus guerreros. Estas asambleas pretenden disciplinar la violencia e imponer reglas de conducta a quienes llevan armas. Los concilios recurren a sanciones de tipo moral y espiritual; todos los combatientes del país deben comprometerse mediante juramento colectivo a respetar ciertas prohibiciones, bajo pena de excomunión, es decir, bajo pena de la venganza divina.

  • La Iglesia:

-la “paz de Dios” y sus implicancias en las prácticas guerreras

Según los preceptos de los concilios de paz, no fue lícito combatir sino dentro de límites muy precisos. Fueron señalados sectores en los que la acción de las armas era denunciada como perversa, contraria a todos los designios de Dios y al orden del mundo. Toda violencia militar fue prohibida en: áreas próximas a los santuarios; durante periodos correspondientes a los tiempos más sagrados del calendario litúrgico; y contra eclesiásticos y pobres. Las prescripciones de “la paz de Dios” contribuyeron a desviar los poderes de agresión que contenía la sociedad feudal hacia el exterior del mundo cristiano. Contra los enemigos de Dios, contra los “infieles” no sólo estaba permitido, sino que era inminentemente saludable guerrear,

-los “tres órdenes” y la legitimación de la explotación señorial

Condenando los beneficios de la violencia, la moral de la paz de Dios legitimó en compensación la explotación señorial al presentarla como el precio de la seguridad ofrecida en las nuevas estructuras, a la masa de los trabajadores. Alrededor de los años 1000, las prohibiciones aprobadas en los concilios de la paz llevaron a la madurez la teoría de los tres ordenes que lentamente se elaboraba en el pequeño mundo de los intelectuales: Dios desde la creación ha dado a los hombres tareas especificas; unos tienen la misión de rezar por la salvación de todos, otros están llamados a combatir para proteger al conjunto de la población, y al tercer grupo le corresponde mantener con su trabajo a las gentes de la Iglesia y a las gentes de la guerra. Este esquema servia para justificar las desigualdades sociales y todas las formas de explotación económica.

-patrimonio, donaciones y participación en la producción

En la cima de los órdenes se encontraban los que oran. Por esta razón estaban exentos de todas las punciones que el poder pudiera realizar sobre sus bienes. A su vez la riada de donaciones piadosas a favor de los establecimientos religiosos alcanzó su mayor amplitud. Los fieles daban limosnas por cualquier motivo, como para lavar una falta que acaban de cometer. En primer lugar daban tierras, que era la riqueza más preciosa.

Los monjes y clérigos no estaban completamente alejados de la producción. El clero rural permaneció en su mayor parte al nivel del campesinado, cuya suerte y costumbre compartía. Las iglesias y los oratorios campesinos estaban servidos por sacerdotes que empujaban personalmente el arado y que explotaban con su familia, la parcela que el dueño del santuario les había concedido como retribución de sus servicios, y de la que le sacaban lo esencial para subsistir. Por otro lado, las comunidades de monjes y de canónigos reformados, que se difundieron a partir de fines del siglo XI, imponían a sus miembros, por una exigencia de rigor ascético, el trabajo manual, especialmente a quienes, procedentes de un medio rural, no podían participar plenamente en el oficio litúrgico.

Un numero considerable de los hombres de la iglesia, los mas ricos, eran puros consumidores. Aunque sin duda dedicaban una parte de la riqueza a socorrer a los pobres. Dueños de recursos que la generosidad de los fieles no paraba de acrecentar, no tenían más que una actitud económica, gastar para mayor gloria de Dios. La misma actitud tenían los miembros del segundo orden de la sociedad, los especialistas de la guerra, también gastaban para su propia gloria y en los placeres de la vida.

El tercer mundo, el de los trabajadores, debe proporcionar a las dos elites de los oratores y de los bellatores, de quienes rezan y de quienes combaten, medios para mantener su ocio y alimento para sus gastos.

  • La aristocracia militar:

-estrategias de consolidación de fortunas (modificaciones en política de donaciones y estructuras de parentesco)

En primer lugar, fue reforzada la coherencia de las fortunas aristocráticas. Las pertenecientes a los laicos estaban amenazas de disolución por la acción de dos movimientos: el de las donaciones piadosas y el de las divisiones sucesorias. La aristocracia utilizo ante todo su fortuna, y se sirvió de todos los lazos de parentesco y de asistencia que unían a sus miembros con los dirigentes de los grandes establecimientos religiosos para obtener de la fortuna eclesiástica concesiones compensadoras. La riqueza eclesiástica, gracias a las limosnas, superaba las necesidades de las organizaciones monásticas o canónicas.

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