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EL HOMBRE Y SU OBRA


Enviado por   •  8 de Octubre de 2013  •  2.087 Palabras (9 Páginas)  •  419 Visitas

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EL HOMBRE Y SU OBRA

Al finalizar el siglo XVII, el más grande y afortunado teórico del liberalismo político fue el inglés John Locke, quien injertó su pensamiento en el tronco secular del empirismo anglosajón que va de Rogerio Bacon a Occam, a Bacon de Verulam y a Hobbes.

No volvió a Inglaterra sino hasta después de la revolución de 1689 que llevó al trono a Guillermo de Orange. A partir de entonces su autoridad fue inmensa por considerársele como el representante del nuevo régimen liberal.

LA INDAGACIÓN CRÍTICA

El supuesto fundamental de la obra de Locke es que en todo campo se deben reconocer los límites del hombre y que es dentro de esos límites donde se deben consolidar sus efectivos poderes.

La actitud fundamental de Locke es empirista justo porque impone una saludable moderación a las pretensiones de la razón humana. Manifestaciones de esa actitud son la afirmación de la libertad individual en lo político, la defensa de la tolerancia en lo religioso, pues al considerar al hombre dentro de sus límites quiere garantizarle en el interior de ese espacio el ejercicio de sus efectivas facultades. Más de una vez se le ha reprochado a Locke (al igual que al empirismo) esta renuncia a la metafísica, considerándola como un rasgo de inferioridad filosófica.

El modo como nació en Locke la primera ideal del Ensayo nos permitirá comprender mejor esta actitud. En la “Epístola al lector”, que precede al Ensayo, Locke narra que en el invierno de 1670, en una reunión de amigos se discutía de varias cuestiones que nada tenían que ver con lo que luego fue el tema Ensayo. En la discusión surgió toda suerte de problemas y no se acertaba a resolver las dudas. Se le ocurrió entonces a Locke que, antes de emprender semejante inquisiciones, era indispensable estudiar cuáles son las aptitudes propias de los hombre y ver qué objetos son capaces o incapaces de conocer.

LAS IDEAL SIMPLES Y LA PSIVIDAD DEL ESPÍRITU

En su indagación gnoseológica Locke parte de Descartes: el objeto del conocimiento es la idea.

Locke se mantiene fiel al principio cartesiano de que tener una idea significa percibirla, es decir, ser consciente de ella, y de ese principio se sirve para la crítica de las ideas innatas en el primer libro de Ensayo.

Si todos nuestros conocimientos son resultado de ideas y si las ideas proceden de la experiencia, un análisis de nuestra capacidad cognoscitiva deberá proceder ante todo a una clasificación (es decir, a un inventario sistemático) de todas las ideas que la experiencia nos suministra. La experiencia nos entrega únicamente ideas simples; las ideas complejas son producidas por nuestro intelecto mediante la combinación de las simples. Éste es el límite insuperable del intelecto humano. Ignorarlo o desconocerlo equivale, para Locke, a dejarse llevar de sueños quiméricos.

En la idea hay que distinguir la cualidad del objeto, o sea, la potencia que nos produce la idea. Las cualidades primarias, originarias de los cuerpos e inseparables de pestos, producen en nosotros las ideas simples de solidez, extensión, forma, movimiento, reposo y número. Las cualidades secundarias, que no existen en os objetos, sino que son en quien las percibe producto de las diversas combinaciones de cualidades primarias, son los colores, los sonidos, los sabores, los olores. Las cualidades secundarias no guardan ninguna semejanza con los cuerpos, mientras que las primarias son imágenes de los cuerpos mismos.

Entre las ideas simples de reflexión, Locke considera como fundamental la percepción, que es el pensamiento mismo, y junto a ésta examina las otras operaciones del espíritu, como la memoria, el discernimiento, la comparación, la composición de ideas y, en fin la facultad de abstraer, de la que nacen las ideas generales.

LA ACTIVIDAD DEL ESPÍRITU Y LAS IDEAS COMPLEJAS

El único material a disposición del espíritu es el constituido por las ideas simples. Idea compleja es aquella que resulta de la combinación de varias ideas simples. Relación es la percepción simultánea de dos ideas, simples o complejas que, sin embargo, no forman una idea única. Idea general es el producto de la abstracción por la cual se separa una idea de las otras que la acompañan en la realidad.

Dado que varias ideas simples se presentan siempre unidas entre sí, la mente sin darse cuenta tiende a considerarlas como una sola idea simple, pero como no puede imaginar que una idea simple pueda subsistir por sí misma adquiere el hábito de suponer que tiene por fundamento un substratum.

Esto vale tanto para la sustancia corporal como para la sustancia espiritual: la primera, sustrato de las cualidades sensibles; la segunda, sustrato, igualmente desconocido, de las operaciones del espíritu. De esta crítica de la sustancia a la negación de la sustancia misma, o sea, de toda realidad subyacente de los fenómenos de las sensaciones externas e internas, no hay más que un paso.

El espíritu manifiesta su actividad no sólo en la producción de las ideas complejas, sino también el establecimiento y reconocimiento de las relaciones. El hombre no sólo percibe, sino que percibe, que percibe; a todas sus sensaciones o percepciones se acompaña la conciencia de que es su yo quien siente y percibe; y esta conciencia actúa de modo que las sensaciones y percepciones constituyen un yo único, por lo que viene a ser el fundamento de la unidad de la persona.

LAS IDEAS GENERALES

En tercer lugar, la actividad del espíritu se manifiesta en la formación de las ideas generales. El punto de vista de Locke acercad de este problema es rigurosamente nominalista: “Lo general y lo universal no pertenecen a la existencia real de las cosas, sin que son invenciones y creaturas del entendimiento fabricadas por él mismo para su propio uso y que se refieren sólo a los signos, ya se trate de palabras o de ideas”. Los nombres y las ideas son signos de las cosas; es decir, están en lugar de las cosas mismas. Los nombres generales indican las ideas generales.

De tal forma, en realidad, a las ideas generales no corresponde sino la semejanza que media entre las coas mismas. Una vez formada la idea general, el intelecto la toma como modelo de las cosas singulares a las cuales corresponde y que, por consiguiente, se indican con un único nombre.

Al contrario de las ideas generales, que aunque formadas por el intelecto no son arbitrarias, las palabras son signos convencionales que están en lugar o de las propias ideas o de las ideas de los otros o de las cosas mismas.

LA

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