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Eduardo Basualdo (resumen)

Joplin289 de Diciembre de 2013

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Argentina III – 2008

Eduardo M. Basualdo

2. La segunda etapa de la sustitución de importaciones y el papel del endeudamiento externo

(1956-1975)

Este trabajo intenta dilucidar dos interrogantes trascendentes: el primero, determinar los factores que explican el cambio del patrón de acumulación a partir de la dictadura militar que comenzó en marzo de 1976. Se trató de un recambio obligado por el agotamiento económico de la segunda etapa de sustitución de importaciones?, o por el contrario, de una nueva alianza social que la interrumpió deliberadamente, cuando estaba en vías de autosustentarse?. Asumiendo como realidad ya demostrada que las firmas extranjeras ejercían el liderazgo estructural, interesa examinar las fracciones que integraban el capital local y la trayectoria que siguieron durante estos años. Teniendo en cuenta que los trabajos existentes señalan pero no profundizan el papel que cumplieron las variables estabilizadoras del ciclo sustitutivo: exportaciones industriales y deuda externa. La deuda externa es el hilo conductor de este trabajo. Y, vinculado con lo anterior, cuál fue el papel de las fracciones del capital que llevaron a cabo este giro copernicano en el comportamiento económico y social?

2.1 Antecedentes: la reestructuración de los sectores dominantes y los primeros gobiernos peronistas (1930-1955)

El análisis sobre las fracciones empresarias en la etapa previa a los dos primeros gobiernos peronistas no cuestiona la existencia de empresas extranjeras y su incidencia en la producción industrial desde los orígenes de la industrialización en el país. El debate está centrado en la importancia de las empresas nacionales, en su dinamismo o expansión durante la década infame. El debate incluso apunta a la escasa cohesión e identidad de estos empresarios que impide considerarlos como una burguesía nacional. Esta discusión pone en juego el análisis sobre la conformación de los sectores dominantes y los subalternos en esa etapa histórica.

A partir de las primeras décadas del siglo XX se multiplicaron las empresas extranjeras con un comportamiento distinto de las anteriores, aunque su presencia se remonta a los orígenes mismos de la industrialización cuando controlaban grandes establecimientos manufactureros en sectores clave del modelo agroexportador. (Swift, La Forestal, etc.). Durante los años ´20 se radicaron firmas extranjeras que se convirtieron en tradicionales del mercado local: Refinerías de Maíz, Adams, Roche, Ducilo, Bayer, etc. A partir de 1930, en la etapa de sustitución de importaciones se aceleró la incorporación de subsidiarias extranjeras en la producción industrial: Nestlé, Suchard, Bols, Gillette, Remington, etc. Como señaló J. Villanueva (1972), las subsidirias extranjeras se instalaron en actividades oligopólicas en las que también había empresas locales de menor incidencia que quedaron supeditadas a aquellas. Las firmas extranjeras controlaban las ramas industriales que eran los núcleos económicos y tecnológicos y tuvieron la capacidad de subordinar un conjunto de actividades industriales, aún cuando no tenían relaciones directas de insumo-producto. De allí que las empresas locales quedaran subordinadas, incluso siendo empresas oligopólicas en sus respectivas actividades, porque sus producciones integraban un determinado bloque sectorial en el que el capital foráneo controlaba los núcleos centrales.

Sin embargo, entre 1935 y 1946 hay un considerable crecimiento de la cantidad y la incidencia de las empresas locales, hay una expansión del valor de producción, ocupación y número de establecimientos que supera claramente a las subsidiarias extranjeras manufactureras radicadas en ese período. Otro indicador fue la incorporación masiva de trabajadores. Fue muy importante la producción textil que era la actividad típica de la burguesía nacional. Probablemente la mayor expansión de las empresas locales fue entre 1943 y 1946, debido a las políticas que se adoptaron a partir del derrocamiento de Castillo.

Las empresas industriales que actuaron durante los gobiernos peronistas en la producción textil fueron Castelar, Teubal, Sedalana, Textil Oeste, etc. En la rama metalúrgica: Lombarda, Cura Hnos., Vasalli, Impa, etc. Más trascendental aún fue la creación de la Confederación General Económica contrapuesta a la tradicional Unión Industrial Argentina. Sin embargo, entre las empresas extranjeras y las locales quedó subsumida una fracción empresaria tradicional diferente a ambas, con intereses, condiciones estructurales e identidad propias. Esta fracción estaba compuesta en primer lugar, por capitales extranjeros instalados en el país a fines del siglo XIX que se integraron con la clase dominante local en términos sociales y económicos. Controlaban múltiples firmas industriales y tenían una destacada presencia en la propiedad y producción pampeanas, como terratenientes participaron de la exportación y de los negocios financieros y adquirieron firmas en otros países del cono sur. Entre ellos se encontraban Bunge y Born, Bemberg y Tornquist. En segundo lugar formaban parte de este sector sectores dominantes pampeanos y provinciales, detentando un predominio en la propiedad y producción agropecuaria. En tercer lugar, integraban esta fracción capitales estrechamente relacionados con capitales extranjeros de carácter financiero de antigua data en la Argentina ligados a la oligarquía pampeana: Alpargatas, relacionada con el grupo Roberts y la Cía. Gral. De Combustibles, controlada por la suiza Brown Boveri, etc.

Ya en los años treinta esta oligarquía diversificada tuvo una significativa influencia, siendo uno de los sectores del establishment económico, quizás el más estable y tradicional desde la conformación del Estado liberal hacia fines del siglo XIX.

La cuestión analítica decisiva en este estudio consiste en aprehender lo que ocurrió con las diversas fracciones empresarias en la nueva actividad impulsada por el peronismo: la producción industrial. Hay consenso en que el peronismo generó la burguesía nacional. Esto no significa que antes no hubiesen surgido empresas nacionales, sino que durante estos años, las mismas registraron un salto cualitativo, el fenómeno central es que muchas de ellas devinieron en grandes firmas oligopólicas que disputaron a otras fracciones el control de las producciones industriales claves: textiles, alimentos, cueros, etc. Es indudable que esta transformación estructural fue impulsada por el gobierno peronista, al igual que la creación de la Confederación General Económica en 1953, y la CGT como central única de los trabajadores. Sin embargo, esta analogía no se establece entre dos conformaciones distantes, ya que estas dos formaciones estaban imbricadas y constituyeron una alianza social. Esta alianza fue posible porque la clase trabajadora, como sujeto social y político, enfrentó al poder oligárquico, intentando modelar un Estado que impulsó la conformación de la burguesía nacional que reconoció, como no ocurrió con ninguna otra fracción empresaria industrial, al salario como un factor de demanda insustituible para su existencia; esto fue acompañado por la protección arancelaria, vía el ajuste de sus precios, que permitió aminorar su significación en la estructura de costos. La expansión del mercado interno con altos niveles de salario y de ganancias, al menos mientras se pudo transferir renta agropecuaria, fue decisivo para que los asalariados y la burguesía nacional ser unieran en un bloque social que se enfrentó reiteradamente a las otras fracciones empresarias durante la segunda sustitución de importaciones: 1958-1975.

Respecto a la oligarquía diversificada, hay falencias analíticas ya que se la asimila indistintamente al capital extranjero o a la burguesía nacional. Este sector reconocía a la actividad agropecuaria como uno de sus ejes y no caben dudas de que el peronismo la afectó económica, política e ideológicamente. Sin embargo, en cuanto a su producción industrial y la actividad comercial no ocurrió lo mismo, por su inserción en la producción de alimentos y bienes intermedios fue una beneficiada por la industrialización. Paradójicamente, durante el peronismo, muchos de los integrantes de la burguesía nacional que instalaron algunas de las empresas más relevantes (Acindar, fundada en 1948) o Pérez Compac y Bridas, terminaron , no muchos años después, formando parte de la oligarquía diversificada. (Pág. 25 a 33)

2.1.2 Crecimiento económico, distribución del ingreso y expansión industrial durante los primeros gobiernos peronistas (1946-1955)

Entre 1946-1955 se plasmó una divisoria de aguas en el desarrollo económico, social y político del país. El modelo oligárquico agroexportador quedó atrás y se fortaleció la industrialización. Se trató de una experiencia inédita al conjugar el crecimiento económico con un importante aumento de la participación de los trabajadores en el ingreso (Gráfico N.2.1), en el marco de una acelerada expansión económica sustentada por la excepcional situación de la Balanza de Pagos, originada en el conflicto mundial.

Se concretaron reinvindicaciones de la clase trabajadora: convenios colectivos por actividad, tribunales laborales, salarios mínimos, seguridad social, aguinaldo, etc., reclamos formulados en las décadas anteriores por anarquistas, socialistas, etc. Muchas ya estaban reglamentadas pero no se cumplían. En 1945 se sancionó la mítica Ley de Asociaciones Profesionales que permitió la expansión y el fortalecimiento de los sindicatos. Se registrò un incremento tanto del salario real como de la ocupación de mano de obra y algunos autores consideran que este factor fue el que impidió un salto cualitativo en

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