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Educación En El Porfiriato


Enviado por   •  11 de Abril de 2014  •  1.553 Palabras (7 Páginas)  •  286 Visitas

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Conceptos, características y limitaciones del Porfiriato.

Históricamente el Porfiriato se divide en dos partes, Porfírio Díaz gobernó el país durante treinta y cuatro años de 1877 a 1911. La primera parte se delimita, a partir de dos sucesos políticos: el primero inicia en 1877, cuando, meses después de derrotar a los lerdistas e iglesistas, Díaz inicia su primer mandato presidencial, que concluye en 1911, meses después de haber estallado la Revolución; cuando Díaz abandona el poder y sale rumbo al exilio.

1a. Parte.

Porfirio Díaz nació en Oaxaca en 1830, a diferencia de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, optó por la carrera de las armas y llegó a obtener el grado de general. En tres ocasiones participó en la contienda por la presidencia, pero fue derrotado por Juárez y por Lerdo.

Dos veces desconoció́ el resultado de las elecciones y se levantó en armas: la primera en 1871, con el Plan de La Noria, y la segunda en 1876, con el Plan de Tuxtepec.

En noviembre de 1876 entró triunfante a la ciudad de México y, tras la victoria electoral, ocupó la presidencia en 1877. En su primer periodo respetó la bandera anti reeleccionista.

En 1878 promovió́ una reforma constitucional que prohibía la reelección inmediata.

En 1880 entregó el poder a su compadre, Manuel González. Con ello aumentó su caudal político, que incrementó durante el gobierno gonzalista, pues estableció nuevos lazos y alianzas.

De ahí́ que, otra vez como candidato único ganara las elecciones para un segundo mandato (1884-1888). Sin embargo en esta ocasión no planeaba abandonar la silla presidencial: en 1884 una nueva reforma constitucional permitió una reelección inmediata, es decir, que el presidente se reeligiera por una ocasión; ello le valió para el cuatrienio de 1888 a 1892.

En 1890 se eliminó de la constitución toda restricción a la reelección y en 1903 el periodo presidencial se amplió a seis años, con lo que, sin mayor oposiciónn, Porfirio Díaz proclamó su triunfo electoral para los periodos 1892-1896, 1896-1900, 1900-1904 y 1904-1910.

Al asumir el poder, don Porfirio tuvo que enfrentar diversos retos:

• Consolidar el Estado y la Nación.

• La Constitución promulgada en 1857, ya que su aplicación se había visto obstaculizada por la guerra en los defensores del documento y sus detractores, así como el proyecto liberal de Estado y de sociedad, no habían sido aplicados.

• Establecía la separación entre el Estado y las iglesias y para garantizar la libertad de cultos ponía en manos del gobierno actividades como la educación y la beneficencia.

Los retos de Porfirio Díaz eran: unificar y cohesionar las fuerzas políticas y regionales, otorgar legitimidad y legalidad al régimen, respetando o aparentando respetar la constitución, y lograr el reconocimiento internacional.

Para lo primero adoptó una política similar a la que habían observado Juárez y Lerdo, y no siempre cumplió́ con su compromiso hacia los grupos regionales y las colectividades campesinas. Fundamentalmente tomó dos caminos. En primer lugar, el de la conciliación o la negociacióńn.

Conservó la lealtad de los grupos que lo apoyaron y atrajo a los viejos opositores. Así́, incorporó al ejercito a los soldados que habían defendido el Plan de Tuxtepec, pero también a los que habían sido desplazados por Juárez o por Lerdo, e incluso a los lerdistas e iglesistas.

Se casó con Carmen, hija del ex lerdista Manuel Romero Rubio. Incluyó en sus gabinetes a liberales de trayectoria militar, excluidos durante la República Restaurada, pero también a liberales de trayectoria política o intelectual, sin importar su filiación.

Para ese entonces la institución eclesiástica estaba muy debilitada. Se le prohibía tener bienes y se habían limitado sus ingresos, por lo que dependía económicamente del Estado. Habían perdido parte de sus miembros, pues solo se permitía la existencia del clero secular; también había perdido espacios de participación social, pues se prohibía que el culto se celebrara fuera de los templos y que los religiosos atendieran centros educativos, de beneficencia y hospitalarios. Esta situación cambió bajo el gobierno porfirista. Díaz no derogó las leyes antieclesiásticas, pero tampoco las aplicó todas, se permitió́ la reinstalación del clero regular, pero de cuando en cuando las autoridades clausuraban algúńn convento “clandestino”.

Admitió que la Iglesia recuperara propiedades, que se reinstalara el clero regular (frailes y monjas) y que se fundaran congregaciones de vida activa, consagradas a la educación y a la atención de enfermos y menesterosos. Las esposas de los funcionarios, entre ellas Carmen Romero Rubio, asistían a actos religiosos, y las festividades se celebraban públicamente y en ocasiones con gran pompa, como la coronación de la virgen de Guadalupe en 1892.

A cambio, la jerarquía eclesiástica actuó en

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