El Mundo Entre Guerras
giocossio12 de Junio de 2014
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El Mundo Entreguerras.
Por: Giovanny Cossio, Mateo Londoño, Andersson Londoño
El presente documento (desarrollado bajo la técnica didáctica WEBQUEST), dará cuenta de un análisis riguroso sobre lo que fue el Mundo Entreguerras y el acenso del fascismo y su repercusión no solo en Europa, sino en el resto del mundo.
Los primeros años de la posguerra estuvieron marcados por la dificultosa aplicación de los tratados de paz de 1919. Sin embargo, la segunda mitad de los años veinte abrió un período de concordia internacional que ilusionó a los contemporáneos. La depresión de 1929 y el ascenso de Hitler al poder demostraron el carácter efímero de este tiempo de armonía. Los años treinta prepararon el camino a una segunda y aun más destructiva conflagración mundial.
El mundo de Entreguerras trajo con sigo un sin numero de sucesos que cambiarían la forma de leer el comportamiento político, histórico y económico del globo.
El fin de la Primera Guerra Mundial no dejaría ganadores ni vencidos, por el contrario, dejaría un sin sabor para todos aquellos que participaran de dicho conflicto, un mal sabor que se vería reflejado en los años posteriores a la guerra, dando como resultado eventos políticos y sociales que pondrían en jacke la estabilidad mundial. Tal fue el caso de lo sucedido con los estados democráticos, estos vieron “sacudidos” sus sistemas políticos, a tal punto de entrar en una crisis irremediable.
De acuerdo a las coyunturas presentes después de la Primera Guerra Mundial, las democracias se ven sometidas a los movimientos sociales presentes en varios contextos. Primero vemos la consolidación del comunismo en la revocada Rusia zarista, desplazando la posibilidad de instaurar una democracia, luego vemos que se presenta otro problema, puntualmente la crisis Entreguerras, la crisis del 29 donde se logran consolidar los regímenes totalitaristas nazis-fascistas. Es puntual comprender a partir de estas lecturas las crisis de las democracias en Europa.
Varios problemas se presentaron en Alemania que consolidaron el totalitarismo nazi. La República de Weimar desacredito el régimen político democrático, comprendiendo las crisis económicas y la inflación de desempleo, explotando el nacimiento de posturas radicales. Al igual que Alemania, Italia presenta procesos similares que consolidan el nuevo régimen de Benito Mussolini.
Los cambios parlamentarios son presentes luego de la guerra, consolidando movimientos de masas políticas enfocadas en el socialismo, comunismo y las socialdemocracias radicales. La burguesía conservadora se refugia en el fascismo para erradicar estas posturas y denegar su libertad política, negando su participación económica y social.
Las dinámicas de poder que se ejercen dentro de las democracias se trasladan del legislativo al ejecutivo, provocando varios puntos de ruptura y crisis dentro del mismo régimen. Los movimientos obreros y sindicales se enfrentan con los patronales, las clases medias se refugian en las posturas radicales de derecha. A esto se suma la crisis del 29, la dependencia económica de Europa con el sistema financiero estadounidense, específicamente la República de Weimar, que fue la principal afectada de la caída de la Bolsa de Nueva York.
Caso opuesto ocurrió en los países llamados “aliados”; Reino Unidos, Francia y Estados Unidos, donde sus grandes bases democráticas no se vieron tambalear por los fenómenos fascistas, socialistas, comunistas o nazistas que se apoderaban poco a poco de todo el mundo europeo y sus colonias.
Para el caso de Francia, que entre 1918 y 1939 la III República, a pesar de los problemas que la aquejaban, mantuvo el sistema democrático. Funcionó el multipartidismo, encarnado en los partidos de corte clásico (conservadores y radicales) a los que se sumaron otros que irrumpieron con fuerza en el escenario político, especialmente, el Socialista.
A pesar de ello, la inestabilidad se hizo patente durante este período, caracterizado por una creciente radicalización de la vida pública.
Entre 1918 y 1924 gobernó en Francia el Bloque Nacional, un conglomerado de centro-derecha, que mantuvo una actuación marcadamente nacionalista frente a Alemania en el asunto de las reparaciones de guerra, entre 1924 y 1926 gobernó la Unión Radical, presidida por Herriot, una alianza entre radicales y socialistas ("Cártel de la izquierda"), entre 1926 y 1929 se formó una coalición, la Unión Nacional, que agrupó tendencias de diferente signo: desde radicales hasta conservadores. Fue encabezada por Poincaré y su principal esfuerzo consistió en la estabilización de la situación política y económica del país. A partir de 1929 y hasta 1932, gobernó el centro-derecha, presidido por Briand, Tardieu y Laval, muy afectado por la crisis económica, en 1932 las secuelas de la Gran Depresión y la inestabilidad social y política llevaron al poder a las izquierdas de Herriot (Partido Radical), Paul Boncour y Daladier, en 1936 ganó las elecciones una coalición de izquierdas. A partir de 1938 la situación económica sufrió un grave deterioro, en parte, condicionado por la deuda pública, la inflación y la intransigencia de la patronal. El estallido de la guerra y la derrota frente a Alemania (1940) modificaron radicalmente el escenario político, social y económico francés.
En el otro lado del mundo, Estados Unidos salió de la I Guerra Mundial convertida en la principal potencia económica y militar del planeta. Durante los denominados "felices años veinte" los Estados Unidos desarrollaron un modelo cultural que caló profundamente en las masas a través de espectáculos como el deporte, la música, el cine, etc. Esas pautas se trasladaron en gran medida a otros escenarios, especialmente, a Europa. En el plano internacional, durante el período de posguerra y la década de los años veinte, los Estados Unidos se replegaron sobre sí mismos, poniendo en práctica una política aislacionista de espaldas al exterior. La inmigración extranjera fue estrechamente controlada y limitada y mediante la imposición de cuotas de entrada.
En el plano interno se dieron dos fenómenos que marcaron la década de los 20: En primer lugar, el desarrollo de un fuerte conservadurismo moral, que alcanzó sus más altas cotas en fenómenos como el crecimiento de grupos racistas y xenófobos y en la prohibición de ciertos hábitos. Con el fin de erradicar esos comportamientos se promulgó la Ley Seca (1919-1933), desarrollada por la enmienda 18 de la Constitución, que prohibía la fabricación, distribución y consumo de bebidas alcohólicas.
En segundo lugar, los poderes públicos estimularon un modelo económico marcadamente liberal, inclinado a defender los intereses de los empresarios en perjuicio de las asociaciones de trabajadores, cuyas organizaciones sindicales fueron vistas por la patronal y los conservadores con manifiesta hostilidad al ser relacionadas con el bolchevismo soviético.
Esta situación coincidió con sucesivos gobiernos republicanos: los de los presidentes Harding (1920-1923), Coolidge (1923-1928) y Hoover (1928-1932).
A diferencia de los estados europeos, afectados por una profunda inestabilidad política y social, la democracia americana exhibió una gran solidez y ni tan siquiera las dificultades económicas y sociales de la Gran Depresión lograron debilitar sus estructuras.
En el caso de el Reino Unido, este contrasta con el resto de los estados europeos, pues si bien el Reino Unido no estuvo exento de problemas, sin embargo éstos no lograron dar al traste con su estabilidad política y democrática durante el período de Entreguerras. A ello contribuyó, sin duda, tanto la inexistencia de fuertes formaciones de carácter fascista, como la debilidad de los partidos de carácter comunista.
Una gran democracia que sí “zozobro” tras los acontecimientos de la época de entreguerras fue la alemana (República de weimar); La abdicación del Kaiser Guillermo II, el fin de la guerra y la desaparición del II Reich desembocaron en la creación de la República de Weimar (denominada así por la localidad donde se instituyó). Duraría unos 15 años que transcurrieron en su mayor parte bajo constantes tensiones económicas, sociales y políticas. Dos fueron sus presidentes: Ebert (1918-1925) e Hindenburg (1925-1934). Alemania entre 1918 y 1921.
La República se organizó sobre la base de la Constitución de 1919, proclamada en Weimar, una de las más progresistas de la época. Establecía un parlamento de dos Cámaras y un régimen federal de carácter presidencialista que otorgaba al presidente, elegido por sufragio universal, especiales poderes para gobernar mediante decretos, en casos de emergencia. La Constitución sancionaba, por otra parte, una serie de libertades y derechos de carácter social y económico que constituyeron un claro precedente al llamado “Estado de bienestar”.
La República de Weimar se enfrentó a serias dificultades que finalmente precipitaron su desaparición en 1933: La primera de ellas fue la frágil base política sobre la que se fundó, La segunda dificultad que hubieron de encarar los gobiernos republicanos, especialmente bajo el mandato del presidente Ebert, fue la cuestión de las indemnizaciones que Alemania estaba obligada a pagar a los vencedores de la Gran Guerra, La tercera dificultad que lastró la acción de la República fue su incapacidad para granjearse el apoyo de los ciudadanos, Finalmente, el crac de 1929 y la consiguiente Gran Depresión destruyeron el escaso prestigio que gozaba la institución republicana.
El 30 de enero de 1933 Hindenburg
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