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El origen del Santo Oficio de la Inquisición


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2015  •  Apuntes  •  1.481 Palabras (6 Páginas)  •  124 Visitas

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El origen del Santo Oficio de la Inquisición es resultado del momento histórico en el que se da y de la intolerancia religiosa por parte de la Iglesia católica hacia grupos, internos y externos, que eran identificados como ajenos al dogma. Su experiencia en las catacumbas, su persecución bajo el yugo romano, fue una experiencia olvidada tan pronto como se dio la conversión cristiana de los emperadores en el siglo IV, y su condición social cambió.

De profesar en las catacumbas la enseñanza que prohíbe el recurso a la violencia física como medio de disciplina y para enfrentar la intolerancia religiosa, los jerarcas católicos de la época pasaron a blandir la espada en unión del Estado y ejercer con éste y a través de éste la violencia que propiamente a él le venía. Atrás quedaron las palabras de Tertuliano, Lactancio o San Pablo, por mencionar sólo algunos.2

La interrelación Iglesia-Estado, la unión de sus intereses, fuerzas e influencia, permitió a ambos alcanzar objetivos de diversa índole. La Iglesia encontró en la fuerza del Estado el recurso de violencia legítimo del cual carecía y el Estado, por otra parte, encontró un mecanismo eficaz para mantener en jaque a sus opositores en nombre de la ortodoxia religiosa. Esto por decir lo menos.

Tanto el Estado como la Iglesia tenían sus motivos de preocupación política. La hegemonía religiosa que para el siglo XII había consolidado la Iglesia, encontró una amenaza creciente en el surgimiento de las diferentes corrientes heréticas que evidenciaban el debilitamiento del dominio eclesiástico venido a menos por la "pereza y corrupción clerical que contribuyo a que el discurso eclesiástico ya no encontrara eco en una sociedad que estaba harta de contemplar cómo aumentaba la riqueza material de los miembros de la Iglesia".3

Sin embargo, es necesario decir que no toda sociedad donde surgían movimientos herejes estaba conforme con los mismos. Las disputas intestinas y los ajusticiamientos por propia mano que llegaron a suscitarse, terminaron por definir la postura de la Iglesia en torno al tratamiento de los herejes.4 Los Concilios deReims y de Oxford, en 1157 y 1166 respectivamente, dan cuenta de ello, castigando a los herejes con la marca candente del fierro en el rostro.

Sin embargo, dichos Concilios se quedaron lejos de la puerta que abrió la reforma al Concilio de Verona de 1184, que ya contemplaba la institución de un aparato diocesano y la persecución de desviantes en la fe con el apoyo de los poderes seculares, pero que en la renovación de 1199 (bula papal Vergentis in senium) equipara el delito de herejía con el de lesa majestad, abriendo la posibilidad futura de que ésta fuese penada con la hoguera.5

Por otra parte, los movimientos herejes enfrentaron también una cultura jurídica arraigada por los emperadores cristianos a partir del siglo IV, es decir, "principios jurídicos y criterios penales antiguos" insertos en manuscritos como el corpus iuris Justiniano y el Digesto y que preveían la máxima pena para los herejes; influencia recogida por los juristas y canonistas formados en las primeras universidades europeas.6

No obstante, con excepciones como Inglaterra y Castilla, el movimiento hereje se diseminaba por toda Europa occidental. El Papa Inocencio III veía que los esfuerzos no rendían los resultados esperados y en el Sínodo de Avignon de 1209 recalcó el deber de las autoridades laicas para perseguir la herejía, "bajo pena de excomunión". En 1215, el propio Inocencio III convoca al IV Concilio de Letrán, mediante el cual busca fortalecer a la Iglesia. En su canon 3 se prevén disposiciones para atacar la herejía, las cuales constituyeron un precedente importante para la inquisición futura y de las que resalta la entrega del hereje al brazo secular y la pena animadversio debita.7

Posteriormente, el 22 de noviembre de 1220, día en que Federico II recibió la Corona imperial, el canon 3 de dicho Concilio paso a ser legislación del imperio y fue enviado a la Universidad de Bolonia, para ser impartido en cátedra. Por su parte, aunque no se especificaba en el canon 3 qué se entendía por animadversio debita,en el ánimo generalizado se entendía como pena capital. Así se encontró aquella puerta que había dejado abierta la renovación del Concilio de Verona de 1199, que equiparaba la herejía con un delito de lesa Majestad, y como tal, debía purgarse en la hoguera.

Federico II, célebre por su implacable intolerancia religiosa plasmada en sus edictos que influenciaron la política papal, también vio en la persecución de herejes el medio para combatir a los disidentes de Lombardia, para congraciarse de alguna forma con quienes lo llegaron a señalar a él mismo de hereje.8

El IV Concilio de Letrán fue el momento jurídico más importante que antecedió al comienzo de la llamada Inquisición romana o pontificia de 1231, instaurada por Gregorio IX. Sin embargo, no fue el único antecedente que le dio forma a los usos procésales y de derecho penal que fue el fundamento de esta Inquisición, ya que al igual que recogió lo fundamental del derecho inquisitorial plasmado en instrumentos ya existentes, como las leyes de Federico II, también se complementó con otras supervenientes, como la Decretal Ad extirpanda de Inocencio IV (1252), dirigida a las autoridades y príncipes de Italia.

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