Ensayo Viaje A Yucatan

Ensayo: Primera parte.

Libro: Viaje a Yucatán 1841-1842

Autor: John L. Stephens

La aventura del viaje a Yucatán comienza cuando John L. Stephens y su socio Mr. Catherwood interrumpen su primer viaje a Sisal por la enfermedad de éste último y se ven obligados a regresar a los Estados Unidos. En su corta estancia en Yucatán, ambos se esteran de que existen numerosas ciudades abandonadas y en ruinas y ello motiva, una vez abandonada su expedición, a que se realizará un segundo viaje.

A bordo de la barca Tennessee, casi un año después de su primer viaje, emprenden el regreso a aquella tierra donde nace el amor a la investigación y al descubrimiento de las antigüedades. El capitán Scholefield, el Doctor Cabot y el señor Camarden acompañaban en su travesía a los intrépidos investigadores. El barco estaba preparado con mercancía propia para el mercado yucateco, en su interior llevaba un cargamento de hierro, algodón, fusiles y barriles de trementina.

Una vez hecho a la mar, partiendo de la ciudad de New York, la pequeña barca se ve afectada por un severo temporal que ocasiona temor en sus tripulantes, al grado de no saber si podrán resistir. A pesar de llevar a bordo a un capitán experimentado y una embarcación bien equipada, contra la fuerza de la naturaleza hay poco que hacer. Los rayos de la tormenta amenazaban el cargamento de pólvora y trementina. Una vez superada esta etapa, al paso de los días la barca se vio amenazada nuevamente pero ahora por fuertes ráfagas de viento que ocasionaba al unísono un fuerte oleaje. El capitán, ya nervioso por el desvío inminente de la ruta que los llevaría a su destino, expulsaba gotas de sudor que eran el reflejo de que perder el rumbo de la embarcación era lo de menos. Los marineros a bordo, por la acción del viento, temían su aproximación a un banco rocalloso. Si la fuerza del viento no cesaba, en unas cuantas horas encallarían.

Una vez mirando un plano de la zona, la tripulación daba cuenta que a sólo veinte millas de la formación rocosa, se encontraba tierra firme, sin embargo el temporal no se detenía y solo incrementaba su angustia y desesperación al pensar que muy probablemente se estrellarían al anochecer. Si bien el hecho de poder mirar la zona al momento del impacto no les daba mayor seguridad, la incertidumbre de no darse cuenta cuando la catástrofe sucedería solo alimentaba sus temores.

El único consuelo que la tripulación tenía, era saber que no los acompañaban ni mujeres ni niños en éste viaje. Por fin a mitad del día el viento regreso a la calma y se recuperó el trayecto de la embarcación.

Después de 27 días de navegación, el puerto de Sisal que ya albergaba un total de cinco buques, fue testigo del arribo de los intrépidos marineros que ansiosos esperaban pisar tierra firme. Sin embargo, no pudieron acercarse a la costa por las inclemencias del tiempo sino hasta 9 días después. Una vez en la costa, la tripulación no podía dejar el navío sino hasta que las autoridades porteñas supervisarán la misma y a sus pasajeros, lo cual no sucedió en ese día provocando el enojo de los nuevos inquilinos.

Al siguiente día las autoridades de aduana y sanidad dieron el visto bueno y la tripulación y sus pertenencias pudieron tocar tierra firme. Sisal permanecía intacto, prácticamente no había cambiado nada en sus casas y habitantes, lo que dio motivo para abandonar a la brevedad el lugar, pudiendo llegar a Mérida.

Al inicio, el trayecto se tornaba difícil por la gran cantidad de agua que acumulaba la zona, los caballos en ocasiones se veían cubiertos por ella. La tripulación había llegado a la plenitud de la vegetación tropical. Hermosos árboles rodeaban el camino.

La llegada a Mérida coincidió con la época de fiesta en honor a San Cristobal. Después de una rápida cena, el grupo de exploradores se dirigió a las calles del pueblo donde se congregaba una gran cantidad de pobladores, todos con ánimos de fiesta. En Mérida existen pocos atractivos para su gente a falta de teatros y otros la lotería es un juego muy popular y la sociedad se reúne en las fiestas para ser parte de la recreación.

Se rentó una casa para poder tener un lugar de resguardo donde la tripulación del Tennessee. Apenas pasado

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