Entrevista De Oppenheimer A Miquilena
reynaldo_epm17 de Octubre de 2013
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Vale la pena leer este análisis.La descripción caracterológica del
personaje es muy interesante
Asunto: Oppenheimer
Fecha: Wed, 13 Sep 2006 17:37:12 -0400
(Otro artículo del Analista Político Andrés Oppenheimer, para The
Herald)
Chavez, el hombre más imprevisible:
¿Como gobernaría Chávez durante le resto de su mandato? ¿Utilizaría su
nuevo capital político ganado en el referéndum de 2004 para destruir lo
poco que quedaba de las instituciones democráticas, para instaurar una
dictadura absoluta y protegerse de futuros reveses electorales una vez que
cayeran los precios del petróleo? ¿O, por el contrario, concluiría que
podía seguir gobernando indefinidamente permitiendo un espacio, aunque
limitado de libertades civiles?
Antes de irme de Venezuela, y luego de intentarlo a través de varios
conocidos comunes, logré una entrevista con el hombre que mejor conocía a
Chávez: su mentor político y artífice de su ascenso al poder, Miquilena.
La cita se realizó en la casa de Ignacio Arcaya, quien hasta hacía poco
había sido el embajador venezolano en Washington, y que había estado cerca
de Miquilena durante varios años.
Con 86 años a estas, Miquilena rengueaba un poco al caminar, pero
conservaba una rapidez mental sorprendente. Nos sentamos en el patio, y
antes de que Arcaya se retirara para dejarnos conversar a solas, felicité a
Miquilena r su estado físico, bromeando que quizá sería más interesante
hacerle preguntas médicas que políticas.
¿Qué comían los políticos venezolanos para mantenerse tan bien?, le
pregunté. Yo viajaba constantemente a América latina, y no había otro país
con tantos políticos longevos, menté. ¿Cómo hacían Miquilena, Caldera,
Pérez, Pompeyo Márquez y tantos otros dirigentes octogenarios para seguir
militando políticamente con pasión de adolescentes? Miquilena señaló con
el dedo pulgar el cuarto de al lado, donde conversaban en un sofá dos
mujeres de no mucho más de cuarenta años, y me respondió con una sonrisa:
"Nos casamos con mujeres mucho más jóvenes"
Miquilena (había sido el padre intelectual de Chávez, el hombre que
había organizado su primer viaje a Cuba, el jefe de campaña de su primera
victoria electoral en 1998, y su todopoderoso ministro del Interior y
presidente del Congreso hasta que había renunciado en 2002, por desacuerdos
con su jefe.
Según me contó, se habían conocido poco después de la intentona golpista
de 1992, cuando Chávez estaba en la cárcel, y lo había invitado a visitarlo
en el penal.
Miquilena estaba proponiendo en ese momento una asamblea constituyente
para "refundar" el país, argumentando que el sistema de partidos se había
agotado, y Chávez, además de estar interesado en conocerlo personalmente
había manifestado su interés en ese proyecto.
A través de Pablo Medina, un político de izquierda amigo de ambos, se
había concertado una visita a la prisión.
"Fue una grata reunión, bastante cordial, amena. Allí hubo empatía.
Lograrnos establecer una amistad", recuerda. "Después, las reuniones se
fueron reproduciendo sistemáticamente." A partir de entonces Miquilena,
que le llevaba más de cuarenta años a su nuevo amigo, se convirtió en el
mentor ideológico de Chávez. Entre ambos hombres se desarrolló una
relación de padre-hijo.
Cuando Chávez salió de la cárcel, se fue a vivir a la casa de Miquilena,
donde permaneció durante cinco años, hasta ganar la presidencia en 1998.
"Allí nos sentábamos a soñar de noche, a conversar sobre el país
decente, el país humilde, el país sin ladrones, para abatir la miseria
totalmente injustificada que el país estaba sufriendo y sigue sufriendo",
recuerda.
En 1994, Miquilena presentó a su huésped a los cubanos, quienes lo
invitaron por primera vez a la isla. La primera reunión se produjo en casa
de Miquilena. "Tuvimos en mi casa un almuerzo, con Chávez, el embajador
cubano Germán Sánchez y yo, y allí planificamos el viaje a Cuba. Los
cubanos estaban ansiosos por que Chávez viajara cuanto antes: el presidente
Caldera acababa de recibir al líder del exilio cubano en Miami, Jorge Mas
Canosa, y el régimen cubano quería que Chávez diera un discurso crítico de
Caldera en la Casa de las Américas de La Habana, como represalia.
Durante el almuerzo, Miquilena, que era un viajero frecuente a La
Habana, le insistió al embajador para que se encontraran con Castro "porque
me parecía que ir a Cuba sin verlo a Fidel no tenía sentido". El
embajador dijo que no podía dar seguridades, porque la invitación era para
que Chávez diera un discurso en la Casa de las Américas.
"Entonces, cuando me dijeron que no sabían, dije bueno, no voy. "Y fue
Chávez solo", recuerda Miquilena.
Para sorpresa de ambos, Castro no sólo recibiría a Chávez durante ese
viaje, sino que lo estaría esperando a su llegada. "Fidel lo estaba
esperando en la escalera del avión, y de allí en más no lo dejó sino hasta
que lo puso en el avión de regreso. Estuvo con Fidel toda la noche.
Incluso, no hallaban dónde comer y se fueron a la embajada venezolana en la
mitad de la noche. El embajador (venezolano) me contó después que como su
esposa no estaba ahí y no tenía cómo darles de comer, Fidel salió con
Chávez a una de esas casas de protocolo a comer a medianoche. De ahí en
adelante, Chávez se convirtió en un simpatizante, en un amigo de Fidel,
compartiendo sus ideas".
Miquilena se había retirado del gobierno a mediados de 2002, frustrado
por el hecho de que Chávez no siguiera su consejo de bajar el tono
incendiario de sus discursos, que se estaban volviendo cada vez en contra
de los sindicatos, de los empresarios, dela Iglesia y de los militares, y
creando cada vez más enemigos del gobierno.
Desde entonces, y hasta que lo entrevisté dos años después, Miquílena
había mantenido un perfil bajo, emitiendo alguna que otra declaración,
pidiéndole respetuosamente a su ex discípulo que respetara las reglas
democráticas, pero hablando rara vez con la prensa. Durante varios meses
tras su alejamiento del gobierno, ambos habían mantenido comunicaciones
esporádicas en las que habían hablado como viejos amigos.
"¿Cómo definiría a Chávez?", le pregunté a Miquilena. "¿Es un nuevo
Castro, un Pinochet disfrazado de izquierdista, o qué?"
El ex padre intelectual de Chávez, intercalando anécdotas de sus casi
diez años de trato diario con el presidente venezolano, me lo describió
corno un hombre intelectualmente limitado, impulsivo, temperamental,
rodeado de obsecuentes, increíblemente desordenado en todos los aspectos de
la vida, impuntual, absolutamente negado para las finanzas, amante del lujo
y por sobre todas las cosas errático.
"Por todo lo que he aprendido de Chávez, es uno de los hombres de lo más
impredecibles que he conocido. Hacer cálculos acerca de él es
verdaderamente difícil, porque es temperamental, emotivo, errático. Y
porque como no es un hombre bien amueblado mentalmente, ni un hombre con
una ideología definida.., está hecho estructuralmente para la
confrontación. Él no entiende el ejercicio del poder como el árbitro de la
nación, como el hombre que tiene que establecer las reglas de juego y que
tiene que manejar la conflictividad desde el punto de vista democrático.
No está preparado para ello" respondió.
"¿Pero no acaba de decirme que Chávez compartía las ideas de Castro?"
"Sí y no", respondió. Después de su primer viaje a Cuba en 1994, y por
el inesperado recibimiento que le había dado Castro, "Chávez decía que era
interesante la experiencia de Fidel, que había sido exitosa."
"El veía el éxito de Fidel como un éxito de orden personal, por el hecho
de haber perdurado en el poder. Pero en ese momento, él era perfectamente
consciente de que Cuba y su historia no tenían nada que ver con Venezuela,
que el mundo de hoy no estaba para ese tipo de cosas" dijo Miquilena.
"Y qué cambió después? ¿Se fue radicalizando con el tiempo?", pregunté.
Miquilena dijo que la dinámica de los acontecimientos fue llevando a
Chávez cada vez más cerca de Castro, pero más por motivos que tenían que
ver con su temperamento que por motivos ideológicos. Quizás, el
narcisismo de Chávez lo había llevado a una retórica cada vez más
confrontacional y cercana a Castro porque eso era lo que le generaba la
mayor atención mundial y le permitía proyectarse como un líder político
continental.
Cuanto más "antiimperialistas" eran sus discursos, más grandes eran los
titulares,
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