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Escuela Comunidad Y Cultura


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2013  •  459 Palabras (2 Páginas)  •  357 Visitas

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EL MAGO DE OZ

Dorotea vivía en medio de las grandes praderas de Kansas, con tío Enrique, que era granjero, y tía Ema, esposa de éste. Su casa era pequeña, y había sido necesario para construirla traer madera en carro, desde muy lejos. Tenía cuatro paredes, un piso y un techo, que componían una habitación; y esta habitación contenía una oxidada estufa para cocinar, una alacena para los platos, una mesa, tres o cuatro sillas, y las camas. Tío Enrique y tía Ema tenían una gran cama en una esquina y Dorotea una camita en otra. No tenían desván, ni sótano, solamente un pequeño agujero excavado en el suelo, llamado "sótano para trombas", en donde la familia podía meterse en caso de que se produjese uno de esos grandes remolinos de viento, lo bastante poderoso como para aplastar cualquier edificio que se interpusiera en su camino. En medio del piso había una trampa, y desde allí una escalera bajaba hasta el agujero pequeño y oscuro.

Cuando Dorotea se sentaba en el umbral y miraba a su alrededor, sólo veía la gran pradera gris por todos lados. Ni un árbol, ni una casa interrumpían la amplia extensión del campo llano que llegaba hasta el borde del cielo en todas direcciones. El sol había recocido la tierra arada dejándola como una masa gris recorrida por pequeñas grietas.

Ni siquiera la hierba era verde, porque el sol había quemado las puntas de sus largas hojas hasta que habían adquirido el mismo color grisáceo que se veía por doquier. La casa había sido pintada alguna vez, pero el sol requemó la pintura y las lluvias la lavaron, por lo que ahora era opaca y gris como todo lo demás. Era Toto quien hacía reír a Dorotea y la libraba de volverse tan gris como lo demás que la rodeaba. Toto no era gris; era un perrito marrón, de pelo largo y sedoso y de ojos negros que parpadeaban alegres a cada lado de su nariz graciosa y pequeñita. Toto jugaba todo el día y Dorotea jugaba con él y lo quería muchísimo. Pero hoy no estaban jugando. Tío Enrique estaba sentado en el umbral y miraba, preocupado, el cielo que estaba más gris que de costumbre. Dorotea se puso de pie junto a la puerta con Toto en los brazos y miró también el cielo. Tía Ema estaba lavando los platos.

Desde lejos, hacia el norte, escucharon el ronco gemido del viento y tío Enrique y Dorotea pudieron ver cómo las largas hojas de hierba se inclinaban en algunos lugares como olas ante la tempestad que venía. [...]

Lyman Frank Baum (fragmento)

Responde:

Describe la casa de Dorotea

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