Estado Oligarquico
Liealex6 de Diciembre de 2012
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DEL ESTADO OLIGÁRQUICO AL ESTADO NEOLIBERAL
po de oficiales radicales encabezó el golpe del 3 de octubre de 1968, que pronto devino en insti¬tucional y, como tal, cerró el camino a la coali-ción gijbemanifiíiíal de centro-derechaj/ abrió paso a la forma de Estado que más se aproxima a la populista, apoyándose en susp)ropias insü-tuaones_jniliíaxes y en los pe£U£ños_partidos populistas radicales (la Democracia Cristiana y la Acción Popular dirigida por Edgardo Seoane), que habían sido excluidos por el gobierno de Belaunde. La nueva__coaIicÍQiL._¿aminante_jiel Estado populista, integrada por los militares, la tecnoburocracia y algunos sectores empresaria¬les, acabó con la oligarquía y el gamonalismo.
US0 límites al.
na y
mediante la reforrni
capital extranjero_mediante agresivas^políücas dejrLacionaHzaciQjies-y^estatizAciQnes. Esa coali¬ción apeló al estatismo orgánico, al corporativis-mo y a la participación como forma de domina¬ción (StepajLí-lSZfi), centralizó la autoridad del Estado^eliiniíiando el gamonalismo, eliminó la exclusión basada en la raza y en la etnia, establg-ció las relaciones de indu¿flrLjCarpiOja4iva_de airto_n¿ad^ dando lugar a jLoa__ciudj_dano comunitarista, y desplegó, además de una serie de reformas que acabaron con la oligarquía, el gamonalismo y limitaron el enclave, agresivas políticas públicas heterodoxas: control de cam¬bios," políticas arancelarias favorables a las im-portaciones yuna^gaHtica expansiva del gasto páWícoripeTando al endeudamiento externo y^ al control de preaQ.S, los que favorecían a la_ industria y a la ciudad (Lowenthal, 1985).
Las nuevas relaciones de autoridad: inclusión corporativa en el estatismo orgánico
Diversos analistas coincjden en distinguir tres pe¬ríodos claramente definidos en el gobierno del general Velasco (Pease, 1977, Guerra, 1986, Lynch, 1992). El primero, que va de 1968 a 1970, fue de instalación y de definición del gobÍ£mo_coiiiQ-iíiS-volucionario», irnpioniéndose sobre los partida-rios_de_la_<<criollización» (Lynch, 1992: 66). Elje-gundoj^qae va de 1970 a mediados de 1973, fue la etapa de hi cGntinuación_d£ja£gjandesx£faxnis.s,
y cíeTós conflictos con los_sectores afectados por
ellas. El tercero, que va de mediados de 1973 hasta el29 de agosto de 1975, fue el tiempo déla rrisjs del gobierno y de los conflictos_£iiti£jas_diy£rsas te£idencias dentro delgobierno militar y del in¬tento de control de losdiversos movimientos so-cialgique, con radicalidad creciente, demanda¬ban masivamente autonomía. Otros analistas han visjg^l gobierno de Velasco y sus diversos perío¬dos, llamados «primera fase..>>, como la etapa de la instauración délas gi'andes reformas y délos carn-bios más importantes^.rLlas_relaciones^ociaj¿5 y de autoridad, y han visto asimismo la Uamada «se-gundábase» como la etapa frj^casada de la institu-ci^nalización de esas reformas (Stepan, 1978).
La etapa de la instauración no sólo compren¬de la realización de las grandes reformas, sino tanibién la definición de lajdeología de la «Re-vn1 lición Peni a na», cuyos elementos básicos fue¬ron la definición del modelo orgánico-estatal y el diseño político de la inclusión corporativa de la población dentro de ese modelo que otorgaba el sentido fundamental a dichas reformas! El estatismo orgánico^s, autodenominado el mode¬lo ideológico de la Revolución Peruana, era una forma de relacionar el Estado con la sociedad de diversa n\anera a como lo hace el capitalismo liberal y el comunismo, de los cuales tomó dis¬tancia. Pese a su interés por la estabilidad, la ideología del estatismg_oigánico iu¿tificó tanto el cambio "estructural rá]Jido cónio una fuerte' intervención del Estado para imponerlo. No obstante, existían dos principios normativos que_ restringían, la acción legítima del_Estado dentro
de los límites impiiestos por el concepto de uni¬
dad orgánica. El primer principio, llamado de
coordinación, establecía que, cualquiera fuera la
forma, el Estado debía proponerse como finali-
dadla cortsecusión del_bjgn común. El segundo
principio, llamado de subsidiarjd^d^, es^blecía
que, no obstante que el Estado era la comunidad
política más perfecta, todas las £artgs_compo-
nerites (individuos, familias, asociaciones priva¬
das) tenían su propia función dentro del todo
orgánico (Stepan, 1978: 34-35). Como modelo de gol5ierno, el estatismo orgánico no m.aximizaba la competencia para el logro de la eficiencia económica ni el equilibrio político, como hacía el liberalism.o clásico, como tamipoco el control de la economía por ei Estado píanificadnr, comiO
Lo hacía el comunismo, sino que postulaba un papel nnás intervencionista que el liberalismo clásico, pero, gracias al principio de subsidiaridad, planteaba una menor penetración de la so¬ciedad por el Estado que la formulada por el socialismo.
Mediante_es^os_dos_pjin^i^ioSx^-es-tatismo org^ánico tomaba distancia tanto del li-beralismio como deLsocialismo estatistü,. Por un lado, Uprioridad de la comunidad política^yda r e sp o ns a^i|kkL^_d_el E^tadji¿njBÍú¿qu£da-.del bien COTnún irnplicaban límites fuertes_aUndi-vidualismo. del libre, mercado y, por otro, la existencia de asociaciones privadas^inaplicaban fuertes limitaciones sobre la legitimación del Estado para actuar como propietario de Igj.. medios de producción y "como planificadox_de__ la_economía (Stepan, 1978: 42). El modelo tenía, sin embargo, sus propias tensiones internas. La más importante de ellas era la tensión que pro-venía, por un lado, de la construcción del siste¬ma desde arriba, desde el Estado, para asegurar la integración, el control y el bien común y, por otro, de la pregonada participación de las orga¬nizaciones funcionales al Estado orgánico. Esta tensión hizo que dicha participación nunca lle¬gara a ser efectiva.
En el caso peruano el estatismo orgánico se articuló con el corporativismo de carácter inclu¬sivo, pese a que cada uno de ellos aludía a rea¬lidades diferentes, Mientras el estatismo, orgánl-co, comió ya se ha señalado, eraun^enfoque nor¬ma ti vo__de la política que podía ser formulado como un modelo abstracto de gobierno, el cor-porativismo se refería a un conjunto de políti¬cas y desarreglos institucionales para estructurar la representación de los intereses sociales. Dqn-de dichos arreglos prevalecían, el_EsJ2UÍo esta¬blecía o incluso creaba grupos de intereses, buscaba recular su número y les dabaja.,„apa-riencia de un casi monopolio representativo con prerrogativas especiales. En respuesta a dichas prerrogajivas y monopolios, el^stado reclama-ba el derecho a vigilar a|os_grupg5 re£reienta- . tivos mediante una variedad de mecanismos, tale£ como el desaliento de d_emaiidas,confiicti-vas basadas en estrechas relaciones de clase. Las élites estatales peruanas utilizaron las políticas carperativasjjara estructurar la representacJ^ópL^ d£j.ntereses de los diversos grupos sociales, tra-
tando de utilizar los aparatos del Estado para forjar una sociedad solidaria, funcionalme-nte-jn-
terrelaciohada ■
articulada ale.stati.smn orgáni-
co.(Stepan, 197S: 46-47). Debido a que se enfren¬taba a la coalición excluyente del Estado oligár¬quico, el corporativismo postulado por los mi¬litares peruanos era inclusivo, buscando encap-sular dentro del Estado a las organizaciones cor¬porativas de los trabajadores y de los empresa¬rios, a diferencia del corporativismo excluyente de las dictaduras del Cono Sur de los setenta, que enfrentaban a los populismos vigorosos y a las organizaciones autónomas de los trabajado¬res. Ese corporativismo inclusivo fue primero dis tribu ti vista y secundariamente coercitivo, tra¬tando de expandir las capacidades de control y de planificación, de arbitraje y de regulación del Estado sobre la economía y las masas movi¬lizadas, y de legitimarse a través de un populis¬mo político y del nacionalismo económico. En re5umerL2as_reformas velasquis!;as_dRjaj2rniL!^I21 fase produjeron,no un ciudadano liberal, sino U11 ciudadano_coniuni.tarista. / Las ^versas reformas e s tru c tur al eg, y Jas po¬líticas distribuüstas desplegadas por el gobierno del general Velasco se inscribieron, pues, dentro de la política de un agresivo corporativismo inclusivo y dentro de la inspiración ideológica del estatismo orgánico. La reforma agraria re-
partió 10'298,453 hectáreas enbre 399, 576 familias
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campesirias, afectando al 55.3% de la superficie agrícola y al 32.9% de las familia^s rurales (Carboneto 1986:486, citado por Lynch, 1992: 66-67)/la reforma agraria constituyó una agresiva redistribuQoTTde recursos en el campo, pero sobre \-c\Ar^]7\ liqnid^rión de la base de poder de ja clase terrateniente». Los^beneñciarios, sin embar¬go, no fueron individuos privados sino asociacio¬nes donde ellosparticipabanye^n cuya dirección tenía una presencia decisiva el Estado, La refor-rna_agTaria no|dio lugarjpues, a relaciones indi-vidualistas de autoridad y a ciudadanos libera¬les, sino, más bien, a ciudadanos sociales y_a formas comunit^istas -corporativas- de_ relación entrejosjrabaja'dores y el Estado. Las nuevas asociaciones agrarias (coonerativ3.s, SAdS, com.u-nidades) fueron centralizadas en la Confedera¬ción Nacioiíál Agraria (CNA)7e5TrecÍTarTreTTte~vÍn:-culada con el Mini.stprin ñe Agrinilrura.
Las reformas en el sector industrial siguieron el mismo patrón. El gobierno del .gieneral Velasco creó laLey de la Comunidad Industrial, que
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