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Estrategias De 5 Y 6


Enviado por   •  22 de Enero de 2014  •  5.897 Palabras (24 Páginas)  •  220 Visitas

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La Disciplina en la Madurez Infantil (10-12 años) (5º y 6º de Primaria)

INTRODUCCIÓN:

En este período la sociabilidad es tal, que se la ha llamado la edad de la «gracia social» puesto que las relaciones del niño con los demás son máximas. Su conciencia ya es autónoma e interioriza más las normas del grupo que las provenientes del tutor o de los padres, dado que su afectividad entra paulatinamente en la emancipación del mundo familiar, en una consciencia de sí mismo y afirmación de su yo en el marco del grupo; muy acusado tiene el sentimiento de justicia.

Todo esto trae unas consecuencias en la conducta de los alumnos que es importante tener en cuenta para conseguir un nivel disciplinario.

1. Comienza, si no a rechazar, sí, a «olvidar» o no «atender» a los consejos de los padres y a cuestionar las normas de la escuela si no coinciden con las del grupo. De ahí que sea necesario antes de dar o imponer normas, procurar que tengan aspectos convergentes con las del grupo. Reflexiona, piensa antes de actuar, pero guiado por la aprobación o rechazo del grupo. Procuremos que acepte, redacte o elija las normas disciplinarias del grupo-clase.

2. Es capaz de autocrítica y puede comprender el razonamiento de los otros; así que practicaremos la revisión y crítica de las cosas que se hagan y de las actitudes que se toman, no de las personas.

3. La seguridad ya no la busca en la familia, ni en el educador; la encuentra en el grupo. Por tanto el profesor ha de tener en cuenta el grupo como un medio de preparación social y programar actividades juntamente con él, asignarle responsabilidades y estimularle a formular compromisos, sin dejar de valorar a cada uno de sus miembros como persona única.

4. Adaptarse o no a una disciplina dependerá del grupo, de las buenas relaciones de éste con el tutor y del auto concepto positivo que este sepa alentar, mantener o iniciar en los alumnos. Desde pequeño el niño se ve en los otros, se refleja como en un espejo y acaba acomodándose a lo que las otras personas dicen, afirman, esperan o niegan de él. Si continuamente se le dice que es patoso acaba siéndolo, no por aptitud sino por respuesta a la expectativa. Si lo que le profetizamos es un fracaso, sus esfuerzos serán mínimos, y entonces la profecía se cumple. Es tarea del tutor averiguar si muchas de las actitudes que se consideran indisciplinarias no tienen su origen en un autoconcepto negativo provocado desde fuera. La confianza en las propias posibilidades ante una actividad o hecho depende, no de la situación real y objetiva, sino de cómo lo ve él mismo. Recordar al niño la «fama» que trae de cursos anteriores es abocarle a la indisciplina. Olvidarse de lo que era y de cómo actuaba; ofrecerle confianza y la posibilidad de cambiar es ponerle en camino de conseguir una autoimagen positiva que repercutirá en la disciplina del aula sin ninguna duda.

Propuestas prácticas para conseguir una activa serenidad en el aula

Al inicio de esta etapa pueden sernos útiles algunos recursos de la etapa anterior, dado que el paso de un estadio a otro no es tajante sino gradual y sincrónico. Por lo tanto en la medida en que los niños vayan avanzando en madurez podremos introducir las siguientes técnicas:

1. Respetar los subgrupos existentes, evitando separarlos si no es por un motivo grave de indisciplina.

2. Potenciar al máximo su libertad, pero controlada. Por ejemplo: Al inicio del curso se establece por votación que, si hay necesidad, cualquiera podrá ir al lavabo siempre que lo haga sin molestar, con orden y sin interrumpir el trabajo del grupo. No se permitirá ir en el momento de la explicación del profesor.

3. Hacer una propuesta de normas con sus correspondientes sanciones y votarlas, razonando ante su necesidad para crear un ambiente positivo y agradable.

4. Procurar que las normas votadas queden reflejadas en un mural o en un lugar visible y accesible.

5. Evitar reñir, castigar, impulsivamente.

6. Escuchar al agresor o agresores, intentar calmarlos. Para ello no hay que juzgar sino simplemente preguntar, repetir sus demandas. Tranquilizar de palabra, hablando con naturalidad y cariño no entrando en la órbita de la violencia. Más tarde someter a revisión el hecho, las actitudes no a las personas.

7. Alcanzar un comportamiento espontáneo, por asimilación, sería el objetivo principal en esta etapa de la madurez infantil; ya se puede ir dejando atrás el comportamiento por obligación que es aceptable en las anteriores etapas y evitar as! que la conducta del niño quede fijada en un comportamiento fingido.

8. Evitar la rivalidad entre los subgrupos - clase, que podemos fomentar al primar la competitividad frente a la colaboración y al trabajo en grupo.

9. Valorar a cada alumno por lo que es, no por lo que tiene o aparenta ser. La conducta de todo alumno se ajusta a su autoimagen, que ha ido elaborando; antes de juzgar, procuremos conocer los mecanismos de crecimiento prosocial.

10. La seguridad en sí mismo se irá afianzando a medida que el alumno tenga algo que ofrecer a los demás (ayuda, amistad, conocimientos, etc ... ).

11. El alumno que se considera inepto, espera fracasar y actúa en consecuencia. La seguridad personal, en cambio, le da el valor y la energía necesaria para salir al paso de cualquier tarea, le permite esperar y vencer, y por tanto actuar en consecuencia.

12. La creencia en sí mismo, es decir, tener ya desde pequeños una autoimagen positiva, asegura al alumno buenas relaciones con los demás al liberarlo de envidias, celos, suspicacias, temores, resentimientos, y le ayuda a ser feliz, con lo que favorece el trabajo y la disciplina.

13. El orden, la organización, la planificación y el carácter del profesor (obrar con justicia, tolerancia, firmeza, etc ... ) ayudarán a una dinámica activa y serena del aula.

14. Planificar unas estrategias consensuadas entre profesores y tutores, de manera que sean valoradas por todos y que faciliten la disciplina y el orden en lugar de cargar a los alumnos con más normas y responsabilidades.

15. Hallar una cooperación efectiva entre los padres y los alumnos, para facilitar su bienestar y no provocar enfrentamientos padres - hijos.

16. La empatía, el comprender los puntos de vista del alumno, sin juicios: acuerdo, ni desacuerdo.

17. Estar atentos

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