Evolucion Economica De Japon
pamegoche26 de Noviembre de 2012
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EVOLUCIÓN ECONÓMICA DE JAPON
1. VIDA DE LOS JAPONESES EN LA ANTIGÜEDAD
La vida japonesa en la edad Arcaica era la propia de una sociedad primitiva, es decir, una colectividad en la cual no existía claramente una estructura de clase o de poder. Sin embargo, la expresión "edad primitiva" se aplica libremente al periodo que comienza en la edad prehistórica –hace unos 300.000 años, cuando el archipiélago japonés estuvo geográficamente separado del continente surasiático- hasta la creación del Estado Imperial, hacia el Siglo VI D. C..
Hace unos 10.000 años, los habitantes del Japón abandonaron sus viviendas en cuevas y se establecieron en casas toscamente cubiertas con tejados, conocidas como "tate-anajukio" (viviendas foso), soportadas por pilares, construidas sobre cavidades en el suelo. Estos hombres primitivos vivían de la pesca y de la caza, o lo que se puede llamar "una economía de acopio de alimentos".
La separación geográfica del archipiélago japonés fue uno de los factores que impidió que durante mucho tiempo la cultura japonesa se desarrollase más allá de la etapa neolítica. Entre los Siglos III Y II A. C., una cultura de origen chino, que ya poseía una cultura del metal altamente desarrollada llegó al Japón.
La cultura durante la cual se utilizaron lo utensilios de metal, se llama Yayoi, distinguiéndose de la anterior cultura Jômon. Otra característica del periodo Yayoi, fue la aparición de utensilios de madera tales como cucharones, martillos, arados y morteros. Los artículos de bronce incluían espadas, lanzas y dôtaku, o sea objetos en forma de campana cilíndrica con lados y rebordes planos, empleados para rituales.
1.1LA FUNDACIÓN DEL PAÍS (710 a. J. C.)
La historia antigua del Japón se mezcla con la mitología. Al igual que el resto de las naciones, Japón está orgulloso de su larga historia, ilustrada por la mitología y por los descubrimientos arqueológicos. El país no fue unificado en un Estado antes del siglo cuarto, durante el cual se estableció la dinastía Yamato.
2. LA REVOLUCIÓN MEIJI
La Revolución Meiji constituye el punto de arranque de la formación de la moderna sociedad capitalista. Algunos autores la inscriben en la línea de la Revolución Francesa, ya que logró acabar con el régimen señorial y feudal, posibilitando la unidad nacional del país. Pero, a su vez, se desvió del significado histórico del caso francés, al desembocar en la instauración de una monarquía absoluta y no en una democracia liberal.
La historia de la Revolución Meiji plantea dos tipos de problemas: uno que hace referencia a la transición del feudalismo al capitalismo y, por otra parte, un problema referente a la estructura histórica específicamente japonesa que convierte a la Revolución Meiji en un “arquetipo” de la revolución burguesa.
A diferencia de la Revolución Francesa, la Revolución Meiji se llevó a cabo “desde arriba”. A menudo se han atribuido sus causas a presiones externas, que obligaron a la apertura de Japón. Pero, por sí solas, estas fuerzas exteriores no habrían conseguido modernizar una sociedad, sin una evolución económica interna de características capitalistas que se estaba gestando en el interior de la economía feudal de Japón. La Revolución Meiji es un proceso donde convergen tanto la evolución interior como las influencias exteriores.
Hacia mediados del siglo XIX, la presencia de fuerzas extranjeras en el Pacífico era un hecho. El problema de la confrontación con Occidente había preocupado a los japoneses durante largo tiempo. Ciertamente, la victoria de los británicos sobre China en la primera Guerra del Opio (1839-1842) había demostrado las posibilidades ilimitadas de actuación de los occidentales. Ante sus ojos, Japón no era más que otro país oriental, o al menos lo consideraron igualmente predestinado a convertirse en víctima del capitalismo, debido a su atraso económico y su inferioridad militar.
La introducción de Estados Unidos en el Pacífico puso definitivamente a Japón en el centro de los intentos occidentales para “abrir” sus mercados de la misma manera que la Guerra del Opio había abierto los de China. La resistencia directa era imposible, según demostraron las débiles tentativas de organizarla. Las simples concesiones diplomáticas no eran más que un recurso temporal. Ya en 1853-1854, el comodoro Perry de los EE.UU les obligó a abrir determinados puertos mediante el uso habitual del método de la amenaza naval. En 1862 los británicos, con total impunidad, bombardearon la ciudad de Kagashima como represalia por la muerte de un inglés. La presencia de las fuerzas occidentales era, ya a esta altura, un hecho absolutamente consumado.
La defensa de la independencia del país, frente a la presión de las potencias extranjeras, representó un desafío para el régimen feudal de los Shogunes, carentes de respuestas ante la amenaza y en plena crisis estructural. Esto imponía la necesidad de una transformación rápida del mismo, en un estado moderno. Tal transformación implicaba inevitablemente un proceso revolucionario. A diferencia de la revolución burguesa occidental del tipo clásico, que terminó con la estructura del estado absolutista y posibilitó la instauración de una sociedad moderna y democrática, en Japón, y debido a sus características estructurales internas, la restauración y la apertura del país ante la presión de circunstancias externas se vieron orientadas hacia la formación de un estado absoluto y oligárquico, cuya alternativa política era la restauración del régimen imperial contra el poder shogunal.
2.1 RESTAURACION MEIJI
En 1868 se proclamó finalmente la Restauración Meiji con el traspaso del poder estatal del shogun al emperador. Esto inició un proceso político económico y social que, tras unos diez años de disturbios y revueltas agrarias provinciales, condujo a la modernización del aparato del estado y a la unidad nacional. Por tal razón, se supone el punto de partida de la moderna sociedad japonesa.
Para llevar a cabo esta tarea de “modernización” se necesitaban ante todo recursos económicos, con objeto de dominar a los nobles resistentes, reprimir las revueltas provinciales y las agitaciones campesinas, indemnizar a los propietarios señoriales y feudales, proteger y fomentar la industria e instalar la producción de manufacturas estatales. También había que modernizar y equiparar el estado, las fuerzas armadas y el sistema burocrático. Debido al escaso desarrollo del capital industrial, el nuevo gobierno se vio obligado a buscar sus recursos financieros en la tierra y en los impuestos territoriales tomados de los antiguos censos señoriales. Pero, con el fin de adaptarlos a las nuevas necesidades del estado, dichos tributos, que se recogían en especie, se transformaron en impuestos en dinero. Estas modalidades financieras, establecidas por el gobierno de la restauración constituyeron el punto de arranque de las reformas agrarias.
En cuanto al desarrollo temprano del capitalismo, el caso japonés presentó grandes diferencias con respecto a la Europa occidental. Mientras que en Occidente las manufacturas estatales centralizadas fueron desapareciendo durante la revolución burguesa, en el Japón se desarrollaron por todo el país las fábricas del estado: arsenales y siderurgias. Las fábricas de hilados y tejidos fueron rápidamente modernizadas a través de un proceso conocido como revolución industrial “desde arriba”. El número de manufacturas del estado era muy elevado, alcanzaron su apogeo en la década de 1870-1880. A partir de 1880, estas empresas protegidas por el gobierno absolutista pasaron, mediante subasta pública, a manos de ricos capitalistas monopolistas, como Mitsui y Mitsubishi, que mantenían estrecho contacto con el estado.
La revolución japonesa, al no abolir las relaciones feudales de la propiedad territorial, permitió el desarrollo de la actividad del capital comercial y usurario de tipo antiguo, impidiendo la libertad y autonomía del campesinado independiente y de los pequeños o medianos productores de mercancías. Así pues, mientras que la revolución burguesa de tipo clásica supuso, gracias a la abolición de las trabas feudales de producción y propiedad, el primer paso a la subordinación de capital comercial al capital industrial, el capitalismo nipón siguió pautas diferentes. La revolución industrial y la transformación del capital comercial en capital industrial se llevaron bajo el dominio de los ricos capitalistas monopolistas, eso es lo que le confiere una estructura esencialmente distinta a la del capitalismo de Europa occidental. Queda claro que esta peculiar estructura vino determinada por el régimen agrario y la propiedad territorial feudal, que aseguraron la supervivencia y multiplicación de las relaciones feudales de producción en la agricultura japonesa.
2.2 EL INICIO DE LA OCCIDENTALIZACIÓN.
Los activistas revolucionarios (jóvenes samurai) reconocieron que, para llevar a cabo su objetivo de salvar al país, era necesario un proceso de occidentalización sistemática. En 1868 muchos habían tenido contacto con el extranjero, algunos hasta habían viajado al exterior. Todos reconocían que la conservación implicaba transformación.
La fuerza motriz para la transformación del Japón era para ellos la occidentalización. Occidente contaba claramente con el secreto del éxito y por lo mismo había que imitarlo a toda costa. Tomar un conjunto de valores e instituciones de otra sociedad representaba un intento del todo sorprendente, traumático y problemático. El intento no podía llevarse
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