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Exo Historia

adrieldg27 de Enero de 2013

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LAS MISIONES CULTURALES ENTRE 1922 Y 1927

JONATAN IGNACIO GAMBOA HERRERA

Las Misiones Culturales fueron un proyecto que surge desde el origen de la Secretaría de

Educación Pública (SEP) como un eje fundamental para su funcionamiento, como parte de la

gran “cruzada contra la ignorancia” que Vasconcelos propugnaba y buscaba incorporar a los

indígenas y a los campesinos al proyecto de nación civilizada1 y difundir en ellos un pensamiento

racional y práctico para terminar con el fanatismo religioso, los hábitos “viciosos” y llegar a un

saneamiento corporal y doméstico2.

En su origen, la labor de la SEP tenía por objeto llevar la educación a todos los rincones

del país, haciendo un esfuerzo enfático en llegar a las comunidades rurales y rurales indígenas.

Por esto, desde 1922 se buscó establecer escuelas rurales en zonas indígenas, y en este respecto

se hizo a través del Departamento de Educación y Cultura para la Raza Indígena, después de una

búsqueda en el país de lugares donde se necesitaran.

Los datos sobre los primeros misioneros varían de reporte en reporte, esto debido a que no

es sino hasta octubre de 1923 que se expide el Plan de las Misiones Federales de Educación y

hasta febrero de 1926 se establece la Dirección de Misiones Culturales y antes de esto, las labores

de los misioneros no estaban burocráticamente bien consignadas.

En el trabajo de Lloyd H. Huges se nos dice que entre 1923 y 1938 “el número de

Misiones Culturales aumentó de 1 a 18; el de misioneros de 7 a 150; el de maestros rurales de

876 a 17,047; el de alumnos matriculados, de 50,000 a 623,432 y el de personas que asistieron a

las escuelas normales patrocinadas por las misiones culturales, de 147 a más de 4,000”3.

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Por otro lado, lo que ha expuesto Augusto Santiago Sierra es que en el primer presupuesto

de la SEP se contaban plazas para 50 maestros misioneros ambulantes y que “para abril de 1922,

había ya 77 misioneros y 100 maestros rurales residentes”4.

Estos datos varían con respecto de las fuentes de estos investigadores, para Huges son las

Memorias de la SEP y para Santiago Sierra son el Presupuesto y las mismas Memorias, todas

fuentes de la SEP. No son una contradicción, lo que ocurre es que no se cubrieron todas las

plazas disponibles, pero es un hecho que ya desde 1922 contamos con cerca de un centenar de

maestros misioneros recorriendo el país para establecer las Misiones y los Institutos Sociales.

Cuál era entonces la tarea de un maestro misionero ambulante. En un primer momento

fungían la labor de exploradores en búsqueda de localizar centros, indígenas de preferencia, para

establecer lo que sería luego una Misión Cultural, además debían localizar maestros y establecer

relaciones con la comunidad para facilitar esta tarea,

Realizadas esta acciones, a sus labores se sumaba la de impartir cursos a los maestros, lo

que correspondía con establecer la Misión. En estos cursos se recomendaba a los maestros los

tipos de conocimiento que debían impartir en la búsqueda de que en todo el país se

homogeneizaran los contenidos de los cursos.

Muy pronto, en el mismo año, las labores de los misioneros cambiaron para hacerse de

una manera más formal. Es en octubre de 1922 que el jefe del Departamento Escolar, Roberto

Medellín, convocó al primer curso de orientación para maestros rurales que se llevó a cabo en la

Escuela de Agricultura de San Jacinto en la ciudad de México y al que asistieron cerca de 400

maestros.

En este curso se definió la orientación que tendrían después las Misiones Culturales y al

mismo tiempo fue el modelo para los cursos que después se llamaron Institutos Sociales. La

orientación del curso, que duró cerca de un mes, estaba dirigida hacia las labores manuales como

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la agricultura y lo que se llamó pequeñas industrias, es decir, lechería, conservación de frutas,

curtiduría, carpintería…

Debido al impulso e interés que este tipo de trabajos generaron con respecto a la

educación, se propuso en el Congreso de la Unión, por parte de diputados agraristas, que 60 ó

70% del presupuesto para educación se destinara a la creación de escuelas rurales. Luego, en el

informe presidencial del 1 de septiembre de 1923, Álvaro Obregón informó que se contaba con

102 maestros misioneros y que el número de alumnos que asistían a escuelas rurales había

aumentado de 17 000 en 1922 a más de 34 000 en el año citado.

Finalmente, todo este impulso se concretó el 17 de octubre de 1923 cuando José

Vasconcelos expidió el Plan de las Misiones Federales de Educación, presentado por el diputado

agrarista José Gálvez, quien tuvo como consultora a Gabriela Mistral, a quien Vasconcelos había

invitado a venir a México para colaborar en la reforma educativa rural.

Tras esta fundación oficial de las Misiones Culturales se realizó en Zacualtipán en

Hidalgo la primera Misión Cultural a través del Primer Instituto Social. La Misión estuvo

integrada por:

Jefe, Ing. Roberto Medellín.

Profesores de educación rural: Rafael Ramírez Castañeda; de jabonería y perfumería: Isaías Bárcenas; de

curtiduría: Rafael Rangel; de agricultura: Fernando Albiati; de canciones populares y orfeones: Alfredo

Tamayo; de educación física y encargado de las prácticas de vacuna: Dr. Arnulfo Bravo.

Acompañaba a este grupo Juan Reyes Badillo, delegado de la Secretaría de Educación Pública, en el Estado

de Hidalgo5.

En esta Misión, además de construir el modelo de los Institutos Sociales6, fue también la primera

normal rural ambulante. Se inscribieron a esta primera Misión “54 maestros rurales, 120 vecinos

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y 82 alumnos primarios de los grados superiores”7. Esta Misión tuvo un éxito real y mediático, lo

que permitió continuar con el proyecto en medio de un gran optimismo.

El trabajo continuó y en mayo de 1924 se realizó una segunda Misión en Cuernavaca en

Morelos. En esta ocasión se agregó una profesora de economía doméstica, para buscar impactar

ahora con las mujeres, se agregaron más cursos de pequeñas industrias y, además, a esta segunda

Misión asistieron maestros rurales estatales8.

En esta Misión se realizaron dos Institutos de una duración de cerca de tres semanas, y a

su clausura asistió Bernardo J. Gastélum, que era el encargado del despacho de la Secretaría de

Educación Pública y que para julio sería nombrado secretario y el propio Roberto Medellín.

Estos cursos llevaron a la organización definitiva de seis Misiones Culturales en el mismo

año, integradas cada una por un jefe de Misión, un profesor de pequeñas industrias, un maestro de

música y orfeones, otro de educación física, una profesora de economía doméstica, un doctor para

la enseñanza de la higiene y de la vacuna y un maestro competente encargado de las prácticas de

enseñanza.

Las siete Misiones de 1924 llegaron, la primera a Puebla en Puebla, la segunda a Iguala en

Guerrero, la tercera a Colima en Colima, la cuarta a las ciudades de Culiacán en Sinaloa y

Hermosillo en Sonora, la quinta a Monterrey en Nuevo León, la sexta a Pachuca en Hidalgo y la

séptima a San Luis Potosí en San Luis Potosí. Entre los jefes de Misión se encontraba Rafael

Ramírez, quien dirigía la sexta y séptima Misión.

Para el invierno de 1925, se llevaron a cabo nuevamente las Misiones Culturales, esta vez

llegaron a las ciudades de Aguascalientes en Aguascalientes, La Paz en Baja California,

Tepehuanes en Durango, Iguala en Guerrero, Tianguistengo en Hidalgo, Metepec en el estado de

México, Monterrey en Nuevo León, Tepic en Nayarit, Yolomecatl y Oaxaca en Oaxaca y Puebla

en Puebla.

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A partir de las misiones de 1924, se había establecido que los cursos en los Institutos

sociales debían tener una duración de un mes y medio, y debían realizarse en periodos

vacacionales para no interrumpir el desarrollo normal de los cursos en las escuelas. Se proponía a

los misioneros que se tomara el mes que se programara para cursos de actualización y una o dos

semanas de las vacaciones de los profesores. Lo cierto es que no siempre duraban las seis

semanas que se recomendaban.

Así que apenas iniciaron las vacaciones de invierno de 1925 y las Misiones se

establecieron en los lugares ya citados, compuestas por un equipo de profesores que incluían un

profesor de organización escolar y técnica de enseñanza, uno de servicios sanitarios, uno de

cultura física, uno de música y orfeones, uno de pequeñas industrias, uno de prácticas agrícolas, y

finalmente una profesora de economía doméstica.

Las finalidades consignadas de las Misiones de 1925 eran aportar en el mejoramiento

cultural y profesional de los maestros en servicio, en el de las prácticas domésticas y en el

económico a través de la vulgarización de la agricultura y las pequeñas industrias. Finalmente,

apuntamos aquí que Rafael Ramírez no participó como jefe de ninguna de estas Misiones. Este

dato es importante porque

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