Fundamentos De Enfermeria
elianaester14 de Octubre de 2012
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Fundamentos de Enfermería
Influencias de los siglos XVII, XVIII y XIX en el desarrollo de la enfermería Florence Nightingale, su vida y obra La Cruz Roja
Índice
Influencias de los siglos XVII-XVIII en el desarrollo de la enfermería 3
La enfermería en el siglo XIX 9
Florence Nightingale: su vida y obra 15
La Cruz Roja 28
Bibliografía 46
Historia de la enfermería: Influencias de los siglos XVII-XVIII en el desarrollo de la enfermería Introducción
La gran crisis económica, las condiciones políticas de centralización, la rebelión protestante, la precariedad en la sanidad y la posición de la mujer en la sociedad son rasgos que caracterizaron la Edad Moderna. Todos estos acontecimientos que tuvieron lugar en este periodo influyeron en la práctica de enfermería.
Las ideas renacentistas traen consigo una nueva polémica sobre la pobreza y la limosna plasmándose estos nuevos planteamientos en una nueva consideración social hacia los enfermos y el enfermar.
A pesar de los nuevos planteamientos, los cuidados continúan siendo precarios. De hecho, el contacto con el nuevo mundo introducirá en Europa nuevas enfermedades, la sífilis por ejemplo, y que esto supondría un cierto estímulo en el intento de curación del enfermo, la asistencia en general sigue siendo de características arcaicas, incluso parece que era más valorada socialmente la atención puramente humana (cama, comida y asilo espiritual), en lugar de lo que sería más lógico esperar: una atención sanitaria especializada.
Ésta y otras enfermedades de nuevo cuño que empezarán a valorarse a partir de esta época, junto con los nuevos planteamientos ante la pobreza y marginación, que cada vez más, a medida que avanza el siglo XVII, se irán afianzando en la sociedad moderna, llevarán a la creación de otro tipo de instituciones asistenciales destinadas a albergar, más que a curar, a los marginados y enfermos que se concentran en las ciudades, son los hospitales llamados incurables.
Influencia española en América
La presencia de españoles en América supuso, aparte de la transmisión de nuevas enfermedades, la transmisión de nuevos remedios y la adquisición de nuevos planteamientos sobre asistencia y cuidados de enfermos, influyó también en la concepción de salud, enfermedad y criterios para su curación.
En 1502 por la influencia de los españoles se fundó “La Española” el primer hospital en Santo Domingo, después de este fueron fundados otros muchos.
Reordenación de los hospitales medievales
Desde el siglo XVI fueron agrupándose los hospitales urbanos antiguos (más pequeños) en establecimientos más rentables. Muchos de estos hospitales urbanos, bajo el auspicio de cofradías y hermandades, irán especializándose
progresivamente en atender solo a enfermos. Poco a poco se fueron abandonando los hospitales rurales (aunque muchos no llegaron a desaparecer) y algunos pasaron a convertirse en hospitales-asilos.
A medida que avanza la época Moderna se aprecia más la tendencia a la duplicación del sistema asistencial español. Por un lado los hospitales que cada vez tienden a especializarse más, y por otro lado, los hospicios o asilos son los que se encargan de recoger a todo tipo de marginados sociales.
Nuevos planteamientos ilustrados ante la enfermedad y la pobreza
En el siglo XVIII en España empieza a contemplarse la enfermedad como una situación humana científicamente vencible. El pensamiento ilustrado de este siglo también influirá en la evolución de los hospitales.
En la mitad del siglo XVIII las autoridades políticas ilustradas consideran los hospitales como centros anacrómicos y atrasados, tenían una tendencia clara en reconvertir en centros asilares, lo que supuso un retroceso claro de la red hospitalaria asistencial.
A lo largo de todo este periodo moderno, siglos XVI al XVIII, la atención a los enfermos dejaba mucho que desear. Los enfermos continuaban estando hacinados; la higiene no era un requerimiento indispensable ni para el enfermo ni para el hospital; la alimentación era escasa (poco variada); los medios utilizados para tratar a los enfermos seguían siendo rudimentarios, y los tratamientos médicos seguían dando escasos frutos.
La preocupación de las autoridades por los problemas de salud se pone también de manifiesto en distintas leyes, en la que se establece que no se permitirá salir a la calle a los que estuvieran enfermos de diferentes enfermedades contagiosas: ” No se permitirá que anden por las calles los que estuvieren enfermos del mal de San Lázaro, fuego de San Antón, tiña, lepra y otras enfermedades contagiosas, haciéndolos recoger en los hospitales si no tienen comodidades y proporcionar para estarlo en sus casas”.
Creación de las casas de misericordia
Entre los marginados de las ciudades, cada vez más numerosos debido a la crisis económica como a la política centralizadora que el Estado moderno practicaba, se encuentra toda clase de desarraigados y también enfermos. La pobreza constituye un problema masivo y de primer orden en las sociedades del Antiguo Régimen, siendo una de las enfermedades más graves de toda la época, y configurando a todos los indigentes como a una población de riesgo ante todo tipo de enfermedades.
El Estado, para controlar esta situación, inicia la creación de las llamadas Casas de Misericordia, instituciones asistenciales que proliferarán a medida que avancen los siglos.
La proliferación de estos establecimientos llenaron pronto la geografía española, aunque recibieron distintos nombres todos ellos tenían la misma finalidad: una especie de “reclusión” de vagos y pobres, muy en la línea de las teorías que sobre la pobreza, la mendicidad y la limosna caracterizarán posteriormente a los ilustrados; estas instituciones son: hospicios, casas de expósitos, inclusas, orfanatos, casas de beneficencia, casas de pobres, casas de caridad, albergues, refugios y asilos.
Muchos de estos establecimientos surgen bajo la iniciativa de la nobleza y de las oligarquías urbanas, lo que supondrá una tendencia a la secularización de la asistencia. La iglesia, en contra de la secularización, decidió, en el Concilio de Trento, que todos los establecimientos laicos, tanto hospitales como casas de misericordia, estarían sometidos a la supervisión y control del obispo, lo que haría perdurar las connotaciones de caridad como virtud evangélica que a la asistencia había venido dándose.
Cuidados a los enfermos. Nuevas órdenes de enfermería
Lo primero a señalar es el carácter religioso de las personas que se dedican a prestar cuidados. Por esto es lógico que en el hospital surgieran una serie de Órdenes religiosas, que, respondiendo a los criterios de caridad como virtud religiosa, se dediquen a cuidar a los enfermos y necesitados.
Las más importantes son: los Caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén, los Hermanos de San Camilo de Celis, y sobre todo, los Hermanos de San Juan de Dios o Hermanos de La Misericordia, y las Hermanas de La Caridad.
Los Hermanos de San Juan de Dios o Hermanos de Misericordia.
Fue fundada por Juan Ciudad (San Juan de Dios) en 1538. Según parece una herida de guerra le llevo al Hospital Real de Granada donde luego se quedaría en calidad de “enfermero”, hasta que años después fundó un hospital, en un principio estuvo atendido por laicos pero pocos años después seria atendido por frailes. Se centraba su dedicación a atender las necesidades de enfermos y necesitados, tanto en el hospital como fuera de él, en las casas de los enfermeros.
Es una orden masculina que fiel a los preceptos de su fundador a seguido ocupándose del cuidado de los enfermos, y que con esta finalidad empezó a estenderse rapidamente por Europa y posteriormente por el continente americano, dedicándose de una forma especial al cuidado de enfermos
Vicente de Paul
mentales.
Las Hermanas de la Caridad o Hijas de la Caridad:
Fue un sacerdote de San Vicente de Paul el fundador de esta orden, en este caso, femenina en 1633. Orden religiosa femenina que se dedicaba enteramente al cuidado de enfermos y necesitados. Los cuidados que practicaban estaban más enfocados a la ayuda espiritual y a cubrir las necesidades más básicas del individuo que a unos cuidados sanitarios especializados, ya que, los recursos eran muy escasos, pero a pesar de todo, la aportación de las hermanas de la caridad fue indispensable.
En primer lugar, las hermanas eran seleccionadas en función del trabajo que tenían que desempeñar y posteriormente eran formadas para ello. San Vicente se encargaba de darles semanalmente unas charlas que orientan espiritualmente su futura actividad. Una vez formadas en este terreno, se incorporaban al trabajo asistencial, en el que durante un período de 2 meses permanecían a prueba, para después continuar durante 5 años el período completo de aprendizaje. El trabajo lo realizaban tanto en hospitales, cualquiera que fuese su orientación, especializados o no (aunque muy pronto tuvieron una dedicación especial hacia los niños enfermos
o desamparados), en asilos, casas de maternidad, hospicios, etc.… y también las casas de los propios necesitados.
Estaban en obligación de llevar uniforme de características seglares: una túnica azul grisácea, un delantal,
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