Hisrotia De La Tipografia

INTRODUCCIÓN

Cultivar el arte de la tipografía es lograr una simbiosis entre el medio y el mensaje. Como arte de la composición, la tipografía se atiene a normas que es preciso conocer y que pueden resumirse en dos: conocer las tradiciones y experimentar, no conformándose con la repetición de técnicas probadas, procurando siempre el equilibrio entre tres elementos fundamentales, que son la legibilidad, la estética y la singularidad, a cualquiera de los cuales se puede dar preponderancia en función del proyecto y las necesidades.

LOS ORÍGENES DE LA ESCRITURA

La tipografía es una disciplina muy moderna, se calcula que la raza humana está presente en este planeta desde hace un millón de años, pero el hombre comenzó a escribir hace 6000, elaboró el primer alfabeto fonético hace menos de 4000 y desarrolló los primeros tipos móviles hace tan solo 200 años. La evolución del ser humano está marcada por el fenómeno de la comunicación, uno de los mayores logros del hombre ha sido el invento de un lenguaje y unas letras que le permiten expresar sus ideas, retenerlas y mostrarlas a los demás.

Todas las formas de escritura encajan en una definición general y común: un sistema de comunicación humana que utiliza marcas visibles y convencionales relacionadas con el lenguaje hablado. Los antecedentes de la tipografía están en la evolución de las palabras y las letras, dicho de otro modo, de las diversas manifestaciones escritas y su evolución hasta el alfabeto romano, precursor del alfabeto que ahora usamos.

LA ESCRITURA

La escritura es una manifestación gráfica, como también lo es el dibujo, ambos procesos comparten un elemento, el trazo. El trazo es la base de la comunicación no hablada, de hecho, no se puede decir que no forme parte de la comunicación visual, un ejemplo muy sencillo se da en la liturgia, cuando un sacerdote levanta las manos y las mueve de arriba a abajo y de derecha a izquierda, no hace otra cosa que dibujar una Cruz con un par de trazos invisibles. Una de las primeras muestras del intento de comunicación mediante signos son las primitivas pinturas rupestres de los cazadores-pintores del paleolítico. Las pinturas murales, de las cuevas de Altamira por ejemplo, no tienen una finalidad estética, su función es meramente comunicativa y nemotécnica, son los primeros jeroglíficos. Dichas pinturas a veces se acompañaban de auténticos signos. El origen de la escritura esta unido al de la representación grafica. Antes de ser propiamente letras, los caracteres tuvieron aspecto de pájaro, de ojo, de hombre o de sol. De hecho, las primeras manifestaciones graficas del hombre se consideran el precedente necesario par a la posterior aparición del alfabeto. Es lo que se conoce como protoescritura: pinturas en la pared, signos en el barro, rayas en la roca, muescas sobre hueso o madera, imágenes, signos o acciones que transmiten mensajes. Pese a su compleja evolución, los caracteres nunca se van a liberar de ese potencial lingüístico y grafico que alentó sus orígenes. Bajo las elaboradas formas de la Times, o la Avant Garde, vibran todavía los trazos llenos de vitalidad de las primitivas representaciones graficas, con su capacidad de síntesis, su intuición de las formas, y el conocimiento de los elementos y los recursos gráficos.

Estas representaciones graficas espontáneas evolucionaron, en sociedades más complejas, hacia pequeños códigos de representación: el dibujo esquematizado de un sol ya no significaría solamente lo representado, sino que podría significar también luz, poder, Dios, etc. Las imágenes, surgidas al principio en un contexto con un alto componente de arbitrariedad, entran en un proceso de esquematización, fonetización y codificación básicas, dando lugar al ideograma. El ideograma va alejando progresivamente la escritura de todo referencial y la va acercando a unas formas propias, reconocibles, para el fin exclusivo del lenguaje.

La evolución del fenómeno de la escritura viene marcado por las diferentes modalidades de esta, en general, se puede afirmar que en dicho proceso intervinieron la:

• Escritura petroglífica. Mediante sencillos dibujos (cruces, ruedas, etc.) pintados sobre piedra.

• Escritura hierática. Representaciones simplificadas de los contornos de una figura (también conocida como escritura de los sacerdotes, del griego hieráticos=sacerdotal).

• Escritura demótica. Trazos completos que no re querían levantar la mano (también conocida como escritura popular).

• Escritura fonética. Los signos fueron relacionados con los sonidos y las veces

(también conocida como escritura de las palabras).

• Escritura silábica. Cada signo se corresponde con una sílaba, estos forman palabras y permiten mayor articulación del lengua je.

• Escritura alfabética. Las sílabas dan paso a las letras, vocales y consonantes a las que se les corresponde un signo (también conocida como escritura literal).

Las primeras manifestaciones escritas pertenecen a los sumerios, que establecieron una civilización avanzada al sur de Mesopotamia en torno al 3500 A.C. Los sumerios idearon el primer sistema de escritura conocido, la escritura cuneiforme, 3500 A.C. a 75 D.C. Consistía en la impresión, con una c aña, de pequeñas marcas en forma de cuña sobre una tablilla de arcilla húmeda que luego se endurecía al solo en un horno. Dichas impresiones registraban, al principio, listas y contabilidades administrativas, para abarcar más tarde relatos históricos y literatura. El sistema cuneiforme se extendió desde Sumer hasta otras culturas de Oriente Medio. La escritura cuneiforme fue utilizada por hablantes de unas 15 lenguas durante 3 .000 años. La tablilla de datación más reciente, escrita en Babilonia, era un almanaque astronómico que describí a las posiciones planetarias par a 74-75 d. c.

Con los signos cuneiformes, como en los más puristas planteamientos de una escuela de diseño moderno, el equilibrio entre forma y función encontrará su máxima expresión; sus pequeñas marcas realizadas en el barro húmedo, surgidas como solución espontánea a unas necesidades eminentemente prácticas, poseen la viveza de la inmediatez. Representan la relación del lo a tú: partición de un campo, relación de una cosecha o constancia de un intercambio comercial. Pero este tipo de escritura, que era extensísima, pues poseí a hasta seiscientos signos, estaba llena de imprecisiones, de sonidos homófonos, y necesitada de apoyaturas semánticas, como sucede con todo lo que carece de un proyecto previo, aunque gozo de una gran difusión, precisamente por ese carácter espontáneo. La escritura silábica sumeria también fue adoptada por cretenses e hititas, y su influencia sobre babilonios y egipcios, probablemente hizo que los últimos adoptaran el sistema de pictogramas sumerio para elaborar sus jeroglíficos. Otros pueblos también idearon sus propias formas de comunicación permanente. Los aborígenes australianos realizaban incisiones en bastones, de tal modo que el número de muescas se correspondía con un significado preciso, estos bastones se conocen con el nombre de Stikmessages. Los Incas del Perú fabricaban los Kypu (Quippus), una especie de símbolos mediante cuerdas anudadas con formas diversas. Mayas, Aztecas y sobre todo Egipcios contribuyeron, con sus jeroglíficos, al desarrollo del alfabeto fonético.

La escritura jeroglífica (3200 AC a 394 DC) se basa en un sistema ideográfico, es decir, un conjunto de signos que, por asociación de ideas, representa un mensaje o fonográfico cuando los objetos dibujados representan un sonido. Los 24 signos del lenguaje egipcio se correspondían con 24 consonantes, cada uno de los signos tiene un nombre que comienza por el sonido de la vocal a la que representa, nace así el primer lenguaje fonético.

Hacia el 2500 a.C. los egipcios inventan la pluma de caña y el papiro. El papiro se obtenía de la planta del mismo nombre y podían llegar a fabricar rollos de hasta 18 metros de largo. Fue utilizado como soporte de escritura por los egipcios al menos desde el 2500 A.C, aunque 500 años antes ya se selló un rollo en blanco en una tumba. Dichos avances permitieron una escritura más fluida y sencilla (la escritura hierática).

El jeroglífico egipcio, por su parte, más meditado y con un talante más restringido no abandonó nunca del todo su carácter ideogramático, y alcanzó unos nivel es de estilización formal elevadísimos, no sólo por el cuidadoso trabajo de las formas en particular, sino por la atención prestada a la armonía del conjunto de lo escrito. El texto, entendido también como imagen, producía, al estar tallado en la piedra, una gran sensación de solemnidad monumental, de unidad grafica, que potenciaba una ideología puesta al servicio de fines más elevados.

En 1822, el egiptólogo Jean-François Champollion descifró jeroglíficos utilizando para ello la piedra de Rosetta, que también estaba escrita en griego y en demótico, escritura cursiva egipcia. Los logo- gramas chinos , cuyo origen se sitúa hacia el 1200 A.C. data de la dinastía Shang, y aparecen por primera vez sobre hueso o caparazón de tortuga que se calentaba al fuego para adivinar el futuro. Las grieta resultantes revelaban las respuestas, y los escribas las registraban. Esta escritura ideográfica y monosilábica,

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