Historia De LOS TOLUPANES
noraxham9 de Abril de 2013
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Historia de los Tolupanes
Se les conoce como XICAQUES pero su nombre auténtico es TOLUPAN; el término de Xicaques fue utilizado por los colonizadores para referirse a los diferentes grupos rebeldes de Taguzgalpa. Los xicaques de la Montaña de la Flor se autodenominan Tolupanes, empero los que habitan en Yoro se han acostumbrado a la denominación de Xicaques. Hacia fines de la época prehispánica se extendieron por la costa atlántica, la Bahía de Honduras, desde el Río Ulúa a Puerto Castilla, cerca de la actual Ciudad de Trujillo y tierras adentro hasta el Río Sulaco, pero en el año de 1,609 los Tolupanes se ubicaron como grupo étnico en el área de los Ríos Guayape y Guayambre, en el Departamento de Olancho.
Es importante señalar que éste proceso de reasentamiento étnico, murieron grandes cantidades de indígenas debido al trabajo forzado y a las enfermedades foráneas. Fue el misionero español Manuel de Jesús Subirana quien en 1,864 al observar el exterminio de los indígenas, gestionó ante las autoridades los títulos de propiedad para éstas poblaciones. Vale mencionar que dichas tierras tituladas a favor de los indígenas, hoy día son motivo de disputa por encontrarse, la gran mayoría ocupadas por cafetaleros y ganaderos ladinos en el departamento de Yoro.
Los primeros asentamientos
Los franciscanos que intentaron evangelizar a los xicaques parece que no tuvieron mucho éxito. La dispersión y el modo de vida semi – nómada y su espíritu indomable e independiente los hacía difícilmente accesibles. El centro de Luquigüe con su grande y hermosa iglesia colonial es signo de los grandes esfuerzos realizados por los misioneros y también del poco fruto conseguido. La supresión de los subsidios que venían de España al producirse la independencia, obligó a abandonar Luquigüe después de más de 100 años de trabajo misional.
En 1858 el P. Manuel de Jesús Subirana reasumió la evangelización de los xicaques, aprendiendo la lengua tol y viviendo entre ellos. Su método de anunciar la Fe Cristiana con mucho amor, paciencia y espíritu de servicio y sin afán de dominar parece que fue convenciendo a los indígenas que se fueron bautizando en gran número.
El "Santo Misionero en sus 9 años de trabajo apostólico en Yoro, consiguió armonizar eficazmente los diversos aspectos de la Evangelización.
El anuncio del Evangelio, la catequesis y la administración de los Sacramento con amor, paciencia, generosidad y servicialidad.
La defensa del ambiente vital de los Xicaques, consiguiendo del gobierno el reconocimiento de sus territorios y los títulos legales de propiedad, organizando las tribus.
La defensa de su vida y sus derechos, por medio de un reglamento que los protegiera en sus relaciones contra los abusos de los ladinos. Estableció además unos dos protectores de indios" que velaran por evitar y corregir abusos.
También integró el aspecto educativo y cultural, estableciendo, junto a las ermitas o capillas de las tribus, escuelas para alfabetizar y enseñar lo básico a los indígenas.
Todo ello despertó nuevas esperanzas y nueva vida en el pueblo xicaque, que hasta hoy reconoce agradecido esa labor.
Pero el morir el 27 de noviembre de 1864, no hubo otro misionero que continuara su labor y los que debían ser "protectores de indios", en parte se hicieron lo contrario: algunos los empezaron a utilizar como mozos baratos en la explotación de la zarzaparrilla de los bosques. En 1868 el gobernador de Yoro reclutaba militarmente a los indios para que le sirvieran en su negocio de exportación de zarzaparrilla, obteniendo con ello buenos beneficios, pero explotando bárbaramente a los indios. En ese año algunos miembros de la tribus de Santa Marta se revelaron contra los soldados del gobernador que les obligaban a trabajar y parece ser que mataron a alguno. Entonces el gobernador envió más soldados a castigarlos y un grupo de 7 adultos huyó hacia la Montaña de la Flor, donde los soldados no los pudieron hallar. Allí fundaron una colonia que se ha mantenido muy aislada y ha conservado su lengua, su cultura y sus tradiciones hasta la actualidad. Ahora unas 300 personas organizadas en dos tribus, viven en esa zona montañosa, repartidos por varios
Por la ubicación de las tribus en territorios de difícil acceso, en algunos casos, es imposible precisar la información. En un principio se conocían 21 tribus pero, a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, la FETRIXY (Federación de Tribus Xicaques de Yoro) comenzó a realizar un reconocimiento en la zona, ya que se constato la existencia de un buen número de pequeños grupos tribales que se separaron de las tribus reconocidas, por distintas razones, y formaron grupos aislados en las montañas. Por el contacto con los españoles y por el continuo contacto con los ladinos, los tolupanes han perdido aceleradamente muchos valores y costumbres ancestrales, proceso que ha afectado, especialmente, su lengua materna (el tol).
En el departamento de Yoro se localizan las tribus de: Plan Grande, Anisillos, Matadero, Santa Marta, Subirana, El Tablón, El Pate, El Palmar, Lagunitas, La Pintada, Luquigüe, Mina Honda, San Esteban, Candelaria, Las Vegas, Agua Caliente, Zapotal, San Francisco de Locomapa, El Siriano, Jimía, La Bolsita, Guajiniquil, Santa Rosita y Placencia; tres tribus en la Montaña de La Flor y una en el municipio de Marale, Departamento Francisco Morazán.
La población tolupán la establecemos aproximadamente, en unos 19300 individuos, de los que sólo los que habitan en la Montaña de La Flor conservan su lengua materna. Es necesario señalar que la cultura tolupán es similar a la de los tawahkas, misquitos y pech, por ser una "cultura de la selva tropical" cuyas características según A.Chapman, son: asentamientos semi-permanentes, casas multifamiliares, agricultura rudimentaria, caza (con arco, cerbatana) y pesca. Cestería, poca alfarería y calabazas. Ropa de corteza (en la actualidad, la vestimenta se ha latinizado), sociedad igualitaria gobernada por caciques (ahora regida por asambleas de ancianos y shamanes). Utilización de bebidas (chicha) en bodas y funerales. Dispersos en el interior de las montañas, los caseríos son pequeños y casi todos sus habitantes son familiares.
Aspecto Cultural
Las manifestaciones culturales cosmogónicas han desaparecido, salvo en la tribu de la Montaña de La Flor. Hay ausencia casi absoluta de manifestaciones artísticas.
La lengua tol se encuentra en estado de supervivencia; la hablan en forma aislada sólo una porción de las personas adultas, sólo en cuatro de las tribus mencionadas se encuentran todavía personas que la hablan. En muchas otras tribus se perdió desde la generación pasada o la antepasada, encontrándose algunos ancianos que recuerdan ciertas palabras que intercambiaban con sus madres.
Dando una cifra aproximada, podríamos decir que el tol lo hablan unas 700 personas; el mayor número de hablantes está en la tribu de la Montaña de La Flor, con unas 410 personas; el resto, esta disperso, en las demás tribus, donde lo hablan solamente las personas de edad avanzada.
La mayoría de la población india no habla su lengua. Las presiones discriminatorias ejercidas por los ladinos mediante burlas, imprecaciones y recriminaciones contra los tolupanes por la forma en que hablan el español, ha hecho que los indios se preocupen más por mejorar el español, que trasmitir su lengua a las nuevas generaciones.
Las prácticas culturales, ceremonias y ritos de transición (nacimiento, adolescencia, muerte) han desaparecido. Los tolupanes de la Montaña de la Flor tienen la costumbre de velar a sus muertos en la cocina durante 24 horas, los tolupanes comen su alimento diario y beben café. No utilizan cajas para el entierro, el cadáver es envuelto en las mantas que ocupaba para dormir y así es enterrado. Sus pocas pertenencias son depositadas en la fosa. A diferencia de los ladinos, los tolupanes de la Montaña de La Flor no lloran a sus muertos durante la velación, nadie hace comentario alguno; simplemente reflexionan sobre lo que fue el difunto en vida.
La ropa que en la actualidad usan, la obtienen a través del comercio con los ladinos y solo en la Montaña de La Flor, se encuentran tolupanes que aún usan su traje tradicional llamado "balandrán". A pesar de sufrir una sustancial modificación de muchos elementos culturales y sociales, los tolupanes tienen conciencia de su pasado y paulatinamente, se integran al proceso de desarrollo nacional.
En Yoro, la mayoría de las tribus cuentan con escuelas, pero es notorio el ausentismo de los tolupanes por la discriminación de que son objeto por parte de los ladinos. En la Montaña de La Flor "La situación no es tan desfavorable, en el sentido de que los pocos ladinos que frecuentan la escuela han sabido integrarse". Existen necesidades de apoyo didáctico y más aulas escolares.
Su economía es de subsistencia, combinada con los estratos dominantes al interior de las tribus: los indios ricos y pequeños productores (economía mercantil simple). La economía tolupán vive un largo proceso de transición entre lo tradicional y lo moderno.
Aspecto Religioso
Los tolupanes no son extremadamente religiosos, tal vez porque lo han olvidado por falta de practica o, simplemente, como una reacción a su situación de sometimiento durante 500 años. Además que los españoles no le dieron mucha importancia a la evangelización de estos "indios salvajes". En la actualidad prácticamente han olvidado su religión ancestral. A excepción de los tolupanes de la Montaña de La Flor donde
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