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Historia Mercantil


Enviado por   •  2 de Marzo de 2015  •  862 Palabras (4 Páginas)  •  176 Visitas

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“HISTORIA DEL COMERCIO EN ROMA.”

La época del comercio romano cubre un periodo de siete siglos, desde el año 200 AC. Hasta el 500 DC., cuando sucumbe el imperio romano. Los romanos se distinguieron como soldados, conquistadores, organizadores y administradores públicos, pero nunca como comerciantes.

El sector mercantil se desarrolló en gran escala en la época de los romanos. El Estado asumió el poder exclusivo de crear y controlar los mercados con el propósito de que las transacciones comerciales estuvieran debidamente reglamentadas. Los mercados eran establecidos por las autoridades públicas para el beneficio del pueblo y las disposiciones legales se redactaban para asegurar que el consumidor pudiera conseguir lo que necesitaba al precio justo y razonable.

Años más tarde durante el imperio, los mercados libres comenzaron a identificarse como sistemas monopolísticos, condición que desagradó mucho al pueblo.

Los romanos pueden ser considerados como los padres del derecho comercial.

La ciudad de Roma, que llegó a contar con un millón de habitantes, necesitaba proveerse de mercaderías que le llegaban desde todas partes. Una gran cantidad de rutas comerciales atravesaban el imperio cruzando el Mar Mediterráneo o aprovechando los excelentes caminos pavimentados.

Sin duda, la forma más económica y rápida de transportar mercaderías era a través del mar. Los romanos contaban con una gran red de puertos, el principal de los cuales era Ostia, a solo 20 kilómetros de Roma, en la boca el río Tiber.

El desarrollo de la navegación y la construcción de calzadas favorecieron el comercio. En las ciudades se vendían vestidos, calzados, arados, vasos, herramientas, cerraduras, cadenas y otros productos. La venta de lana, base de los vestidos, aunque importante, era limitada.

Para el comercio se organizaban mercados periódicos, llamados “Mercatus”, uno cada ocho días, llamados Nundinae. Una innovación importante procedente de Oriente, difundida a partir del 179 a.C. es la creación de Basílicas que eran grandes salas con pórticos cubiertos destinadas a acoger a los mercaderes, armadores y hombres de negocios. Estas basílicas se extendieron luego por todo el Imperio, lo que nos da idea del excelente nivel comercial de la época.

Además de estos mercados, existían las tiendas que vendían productos de uso diario en la vida cotidiana.

Los Stabula, son establecimientos con establos que se componen de un patio abierto rodeado de comedores y en cuyo piso superior se encontraban los dormitorios. Los hospitia son hostales y poseen comedores, triclinia y dormitorios. Los popinae son construcciones dedicadas a la venta de comida y bebida. Los talleres se denominan officinae y los almacenes.

Al principio el pago de grandes cantidades se hacía en bueyes y carneros (1 buey = 100 ases = 10 carneros; 1 carnero = 10 ases), el bronce (aes) fue también adoptado como tipo de cambio (de donde deriva a estimativo).

Con el tiempo los romanos desarrollaron una Moneda que fue el principal medio de pago en el comercio romano eran las monedas que podían ser de oro (aureus), de plata (Denarius), de bronce (sestersius) o de cobre (dupondius). Las monedas romanas tenían valor por sí mismas, ya que estaban hechas de metales valiosos y no necesitaban de ningún respaldo. Se utilizaron por seiscientos años y llegaron hasta la India.

El sestercio había sido primitivamente (s. III a.C.) una moneda de plata que valía 1/4 de denario, por lo que se representaba (duae librae et semissis, “dos libras y medio as”, marcado también como I·IS o HS, que si juntamos estos símbolos, nos recuerda mucho al signo del dólar americano.

Monedas como el áureo y el denario, e incluso las grandes monedas de bronce como el sestercio, el dupondio o el as, eran demasiado valiosas para las transacciones corrientes. En éstas se utilizaban monedas de menor valor, de bronce, cobre o latón, e incluso de vellón (aleación de plata y cobre). Los nombres de estas monedas fraccionarias se correspondían con la división de la unidad mayor: así, semis, triente, cuadrante, sextante y onza (uncia) eran divisiones del as.

También abastecían a la capital con minerales. Estos llegaban desde varias partes del Imperio: hierro, cobre y estaño desde Inglaterra, Oro y plata desde España, sal desde Austria. También se compraban artículos de lujo, que solo estaban al alcance de los más ricos: se traía seda desde la lejana China, algodón y pimienta desde India, vidrio de Fenicia, marfil y animales salvajes desde África. Además, se importaba aceite de oliva desde España, vino desde Grecia, alfarería desde el norte de África, papiro desde Egipto, y esclavos desde todas partes del imperio.

La navegación en el Mar Mediterráneo era peligrosa principalmente a causa de los piratas, pero también debido al clima riguroso, los mapas pobres o las embarcaciones deficientes. Con la llegada de Augusto y la Pax Romana, la armada se fortaleció y los piratas fueron literalmente eliminados, así el comercio floreció y muchos puertos crecieron.

El transporte por mar era ciertamente más rápido, barato y seguro que el terrestre. Sin embargo, Roma se preocupó por construir una vasta red de caminos o vías que unían la capital con todas partes del imperio. Una pequeña parte del comercio fluía por los senderos pavimentados en carretas tiradas por bueyes o en burros, camellos o esclavos; pero las vías eran más útiles para el rápido despliegue de las regiones.

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