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Historia Museo


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2014  •  1.448 Palabras (6 Páginas)  •  266 Visitas

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Tipo de Actividad: visita institucional al Museo de Antioquia y Plaza Botero

Objetivo: conocer la significación del Museo Antioquia y la Plaza Botero dentro de un contexto educativo y social.

Contexto

Según la definición dada por el ICOM (Concejo Internacional de Museos), “Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, y abierta al público, que se ocupa de la adquisición, conservación, investigación, transmisión de información y exposición de testimonios materiales de los individuos y su medio ambiente, con fines de estudio, educación y recreación”

En 1977 se cambió el nombre de Museo de Zea a Museo de Arte de Medellín Francisco Antonio Zea. Posterior a esto, se propuso que se nombrara Museo de Antioquia, para proporcionarle una identidad importante y referida con la cultura del departamento.

La fundación del Museo de Antioquia se remonta a finales al año 1881, siendo el primer Museo del Departamento, el segundo del país, y uno de los primeros en América del Sur en contar con una sala de arte. También contaba entonces con colecciones de valor histórico y bibliográfico en gran parte donadas por sus fundadores. Por un tiempo, comenzó a pasar por un periodo de difícil situación Financiera, y a contar con muy poco público visitante al punto de ser ya una institución olvidada. El deterioro del sector donde se encontraba (que es el mismo donde actualmente se encuentra), con problemas de delincuencia, indigencia y prostitución, había influido también en la decisión del público de no visitar la institución.

En 1997 comienza el proceso que revitaliza la institución y que la ha convertido en una de las entidades culturales más importantes Colombia. Lo primero que el Museo se propone es encontrar una nueva sede que tuviera los requerimientos espaciales y técnicos para su óptimo funcionamiento. Se acepta la propuesta de adecuación del antiguo Palacio Municipal, y que va integrada con un plan de la Alcaldía de Medellín de recuperar la zona donde se encuentra, para producir un cambio en el centro de la ciudad.

Se planea así construir, al frente de la nueva sede del Museo, la Plaza Botero, un parque público de más de siete mil metros cuadrados, que serviría de espacio de bienvenida a los visitantes y que integraría la vida del Centro de la Ciudad a las dinámicas del Museo. Desde que este espacio público fue concebido, se tuvo la intensión de crear una continuidad entre los espacios público/privado y abierto/cerrado que lugares como la Plaza y el Museo representan correspondientemente. Desdibujar esa línea era fundamental para el sentido de la concepción de la Plaza. Desde entonces son perceptibles las transformaciones que produce su renovación tanto en el entorno cercano como en la comunidad en general.

En el pasado, el país y la ciudad de Medellín vivieron largos y dolorosos periodos de conflicto y violencia y se encuentran, más que muchas otras sociedades, necesitados del desarrollo de proyectos y emprendimientos orientados a subsanar las heridas causadas por este fenómeno y tendientes a la incorporación de la población a las nuevas dinámicas de ciudad. Las donaciones de Fernando Botero en 1974, 1976 y 1984, reforzaron esta tendencia, al igual que la campaña de donaciones emprendida en 1976 para celebrar el primer centenario de la entidad.

El Museo de Antioquia ha sido una institución de impacto que ha cambiado drásticamente su entorno cercano, logrando que éste gire en torno suyo, incidiendo en las decisiones de los agentes del sector. La cantidad de público que atrae, sumado a la belleza arquitectónica que logró el edificio del antiguo Palacio Municipal con la restauración, así como la construcción de la Plaza Botero en frente suyo, un lugar donde se encuentran 23 esculturas hechas en bronce, de gran tamaño, donadas por Fernando Botero, un jardín con flores y árboles y adecuado con bancas para el disfrute de los transeúntes, han sido los factores más influyentes en este cambio. La consolidación de este espacio como referente de ciudad, ha alterado el desarrollo de la vida en los alrededores. Las rutas de algunos buses que transitaban por la zona han sido modificadas para pasar por el Museo; se han creado una serie de desarrollos comerciales de todo tipo (informal y formal) que, generando nuevos empleos, han tenido como público objetivo los visitantes del Museo pero que generan una dinámica propia en el sector renovándolo completamente frente a la zona deprimida que era hace apenas diez años. Darle esta sede al Museo fue poner en el mapa de la ciudad, un lugar que no estaba marcado positivamente, y que se ha convertido hoy en un punto de referencia característico y casi podría decirse obligatorio, del centro de Medellín. La gente que lo visita a razón de los monumentos, del espacio público y de la calidad arquitectónica, se comporta de una manera diferente, con mucho respeto por el lugar, con orgullo y sentido de pertenencia. La anterior sede del Museo, la antigua Casa de la Moneda, fue nombrada Casa del Encuentro desde 2007.

Las 23 esculturas del pintor y escultor antioqueño, ubicadas en la Plaza Botero, acaban de ser restauradas para el disfrute de los ciudadanos de Medellín y los visitantes. Esto se hizo gracias a un convenio de asociación entre la Alcaldía de Medellín y el Museo de Antioquia, que juntaron esfuerzos para proteger este patrimonio cultural de la ciudad. En total son 27 esculturas que hay en Medellín del artista Fernando Botero: 23 en la Plaza Botero, 3 en el Parque de San Antonio y una en el Parque Berrío. Solo faltan por restaurar estas 4 últimas.

El Museo y su Plaza se han convertido en un punto de encuentro, de convergencia de variados grupos poblacionales

Luis Fernando Botero Angulo nació en Medellín el 19 de abril de 1932. En 1948, comenzó a realizar ilustraciones para El Colombiano. Ese mismo año realizó su primera exhibición conjunta en Medellín, conocida como Exposición de Pintores Antioqueños, donde se mostraron dos de sus oleos. En 1951, Botero se trasladó a Bogotá, donde conoce algunos de los intelectuales más importantes de la época. En sus viajes a España y Europa se inclina por el arte de

la exaltación de los volúmenes y la concreción o formas geométricas básicas, lo cual decía, que daba sensualidad y era una forma de celebrar la vida.

La obra más representativa del maestro es Pedrito Botero, el hijo menor que murió en un accidente de tránsito a la edad de 4 años. Este suceso no sólo cambió su estilo sino que desembocó en el quizás su cuadro más querido. Una sala didáctica del museo es inspirada en Pedrito Botero.

Botero ha dicho sobre sus figuras: “Lo que digo es que no son gordas, sino voluminosas. Si hago una fruta, un paisaje, un animal, un hombre, cualquier cosa, está la deformación para exaltar el volumen. Entonces, no los veo como gordos, sino como voluminosos.

Las obras de Botero que componen sus donaciones, son una muestra importante de su trayectoria artística de este artista colombiano. Estos oleos, acuarelas, dibujos y pinturas se exhiben de manera permanente en el ala norte del tercer piso, para el disfrute y conocimiento de quienes habitan y visitan el Museo de Antioquia.

Reflexión:

El Museo de Antioquia ha experimentado una profunda renovación institucional en la última década y actualmente está jugando un papel transformador.

Un Museo debe verse como una entidad que tiene oportunidad de transformar, debe encontrar su sentido y su razón de ser en la transformación positiva del entorno donde se encuentra, debe, sobretodo enfocarse más en el trabajo con su comunidad , El Museo ayuda a que la ella viva el arte, interactué con su cultura. Esto desarrolla una sensibilidad distinta en el individuo, que permite mejorar sus formas de expresión, de relación, volviéndolas menos conflictivas con el otro. Es importante el poder sublimador del arte; el arte es canalizador de las pasiones: Si se recibe violencia, se repite la violencia en los otros, en cambio el arte sublima el dolor, desahoga al individuo, puede canalizar la violencia sin necesidad de agresión.

Tradicionalmente, el impacto de un museo en una comunidad se inscribe concretamente en la posibilidad de conservación y acceso a obras de arte o a objetos de valor histórico, con fines de aumentar los conocimientos o aumentar la experiencia sensible .Así, el Museo contribuye en esta tarea de formar sujetos tanto en las dinámicas del entorno cercano que ha generado, como de forma más personal, a través de la vivencia del arte. En esa medida, el museo puede entenderse y utilizarse como una herramienta de esa transformación.

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