Isla Mujeres

TURISMO, CULTURA E IDENTIDAD

El caso de Isla Mujeres

Era Isla Mujeres una tierra de pescadores, de niños que jugaban en calles de arena y donde la modernidad era poseer el motor de lancha con más caballos de fuerza, donde las mujeres preparaban guisos con los pescados que sus maridos proveían del mar, de langostas y pulpo que conservaban con la sal que recolectaban de las mismas salinas que la ínsula. Los hombres escribían canciones sobre hazañas de pesca y las mujeres bailaban al son de la guitarra.

Eran tiempos de cultura y marcada tradición, el turismo y la globalización, trajeron riquezas, pero cambió la industria, no hubo más necesidad de conservar con sal, habían maquetas de hielo, después hubieron refrigeradores, los hombres ya no salían al mar a pescar, encontraron trabajo en otras cosas y entre ellas, el turismo.

Con sus beneficios y costos, –entre ellos la cultura- el turismo convirtió a Isla Mujeres lo que es hoy en día, uno de los destinos de playa más hermosos de México, y con un gran potencial, lenta pero sostenidamente el destino ha ido creciendo y cada vez es más conocido entre el turismo mundial.

Un problema latente que hay es la falta de identidad y de apego a la cultura, hubo un tiempo donde era prioridad, sin embargo se ha dejado de lado en los últimos años, como muestra de ello, la casa de la cultura se encuentra cerrada y en ruinas; y el acervo cultural, la historia se encuentra en manos privilegiadas de unos cuantos.

En las tiendas de artesanías de las calles de la ínsula, pueden observarse artículos muy genéricos, de aquellos que se pueden encontrar en cualquier municipio, como Cancún, lo único que hace diferencia entre un artículo u otro es una pequeña calcomanía con el nombre del lugar. Son objetos sin valor cultural, sin tradición, no son icónicos del lugar.

El turismo es un mercado de representaciones y lugares que mercantiliza lo particular en un mundo global. La actividad pone en circulación no solo bienes y servicios, sino también ‑y sobre todo‑ ideas intangibles profundamente asociadas a valores culturales contemporáneos que son transformadas en productos o mercancías. Por ejemplo, las nociones occidentales de pureza, primitivismo, naturaleza o autenticidad se materializan y localizan –de acuerdo con el marketing‑ en destinos turísticos específicos y, los turistas, como consumidores globales, viajan por el planeta atraídos por el disfrute de estos singulares y autóctonos productos. (Hernández, Pereiro y Pinto 2015, p. 278)

Dicho por Hernández et al. (2015) la Antropología Social tiene capacidad para ofrecer una perspectiva integradora que lo enmarque en dinámicas globales de movilidad y mercantilización. En base con lo anterior mencionado es la sociedad quien puede proveer de artículos mercantiles con identidad que motiven al turista a su consumo. Algo tan icónico como la torre Eiffel de París, en Isla Mujeres el turista podría adquirir objetos de valor teniendo de forma a la Diosa Ixchell, o pequeñas estatuillas de mujeres que –según los españoles- en tiempos prehispánicos se encontraron regadas por toda la isla al momento de su descubrimiento, de ahí el nombre de Isla Mujeres

Podría la sociedad isleña adoptar una postura de identidad a ciertos íconos de la ínsula, o crear los propios, en Cuba, los cubanos adoptan la raza negra como imagen de sus artesanías, el turista puede adquirir pequeñas figuras de madera y coco en forma de mujeres afrocubanas, no necesariamente toda la población es de color, pero vende, y es aceptado por la cultura. Si sembráramos en Isla Mujeres el paradigma de la asociación del gentilicio con los pescadores, podrían venderse figurillas de pescadores sin que todos lo fuesen, al final, es parte de la cultura y la historia, la gran mayoría de las familias isleñas provienen de pescadores.

La práctica artesana supone un claro exponente de la dinámica cultural y es aquí. donde aparece la conjunción con el fenómeno turístico. No podemos olvidar que el turismo, en la era de la globalización, demanda crecientemente nuevos productos en el mercado, donde la historia, la cultura, la calidad y la exclusividad juegan un papel determinante. (Fernández 2015, p. 376)

Debería considerarse al artesano como pieza clave en el turismo, se le debe capacitar, proveer de materiales, incentivar. “Bajo estas premisas, la Unesco estimula la creación de productos de calidad e incita a los artesanos a la comercialización de sus productos en el mercado internacional,

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