JAMES SCOTT
betsy1030 de Marzo de 2014
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L
UIS
V
ILLORO
T
ORANZO
(1922-). Filósofo mexicano y uno de los
intelectuales más destacados de nuestro país. Nació en Barcelona,
España. Estudió Medicina, Letras y, posteriormente, Filosofía en la
Universidad Nacional Autónoma de México. Es doctor en Filosofía
por la Sorbona de París, la Ludwiguniversität de Munich, Alemania
y la
UNAM
. Fue discípulo directo de José Gaos y uno de los fundado-
res del Grupo Hiperión dedicado al análisis filosófico de lo mexicano.
Ha sido profesor en la Escuela Nacional de Maestros, la Universidad
de Guadalajara y la Universidad Autónoma Metropolitana, la cual
fundó.
Fue embajador y delegado permanente de México ante la
UNESCO
.
En la
UNAM
, además de su labor docente, se desempeñó como Secre-
tario de la Rectoría, Coordinador del Colegio de Filosofía, Jefe de la
División de Estudios Superiores de la Facultad de Filosofía y Letras
y miembro de la Junta de Gobierno. Actualmente es Investigador y
Profesor Emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas y de la
Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM
. Es miembro de El Colegio
Nacional y del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la
República. También fue Presidente de la Asociación Filosófica de Méxi-
co, Director de la
Revista de la Universidad
, fundador y coeditor de
Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía.
Entre las distinciones que
ha recibido destacan: el Premio Nacional de Ciencias Sociales, Histo-
ria y Filosofía 1986; el Premio Universidad Nacional en Investigación
DEL ESTADO HOMOGÉNEO
AL ESTADO PLURAL*
Luis Villoro
* Tomado del libro de Luis Villoro,
Estado plural, pluralidad de las culturas
, de
Editorial Paidós, reproducido con la autorización de los editores, con fines didácticos,
en cantidades limitadas, para uso exclusivo de los Estudiantes del
ITAM
.
en Humanidades 1989; el doctorado
Honoris Causa
de la Universidad
Autónoma Metropolitana 2004; y el de la Universidad de San Nicolás
de Hidalgo, Michoacán 2002, cuyo Instituto de Investigaciones Filosó
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ficas lleva su nombre.
Algunos títulos de su abundante obra son:
Los grandes momentos
del indigenismo en México;
El proceso ideológico de la revolución de indepen-
dencia; Páginas filosóficas; La idea y el ente en la filosofía de Descartes;
Signos políticos; Estudios sobre Husserl; Creer, saber, conocer; El concepto
de ideología y otros ensayos; El pensamiento moderno. Filosofía del Rena
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cimiento; Pensadores del siglo XX; Los linderos de la Ética; El poder y el
valor. Fundamentos de una ética política; Hacia un nuevo proyecto de nación;
De la libertad a la comunidad
y,
Los retos de la sociedad por venir.
Del libro:
Estado plural, pluralidad de culturas,
México, Paidós-Facul
-
tad de Filosofía y Letras
UNAM
, 1999, pp. 13-29 y 39-62.
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Nación, etnia y pueblo
¿
V
ivimos un fin de época? Algunos signos parecen indicarlo.
En cualquier caso, entre las ideas de la modernidad que están
en crisis, hay una que nos afecta a todos en nuestra vida diaria: la
crisis de los Estados nacionales. Pero una de las causas de que
la
reflexión se embrolle es la ambigüedad con que a menudo se usan
los términos “Estado”, “nación”, “nacionalismo” y, otros afines como
“etnia” o “pueblo”. Empecemos por intentar precisarlos.
“Nación” no siempre estuvo ligada a “Estado”. Su noción tra
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dicional, anterior a la época moderna, no implicaba necesariamente
soberanía política. Muchas “naciones” podían coexistir bajo el mismo
imperio o reino sin más vínculo político entre ellas que el vasallaje a
un soberano común.
Para definir un concepto tan lábil se han utilizado distintos crite-
rios, pero en todos suelen estar presentes cuatro condiciones necesa-
rias para poder aplicarlo a una asociación humana: 1) comunidad de
cultura; 2) conciencia de pertenencia; 3) proyecto común, y 4) relación
con un territorio.
1) Son muy pocas las culturas aisladas; desde las épocas más remo
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tas, se han mezclado, superpuesto, influido recíprocamente. Las demar-
caciones entre ellas son, pues, vagas, imprecisas y cambiantes. En un
mismo país caben formas culturales correspondientes a clases sociales,
grupos y comarcas diversos. Por otra parte, varias naciones compar-
ten rasgos comunes de cultura. No obstante, no podríamos identificar
a ninguna nación si no admitiéramos ciertos caracteres de una cultura
común, propia de la mayoría de sus miembros, que constituye el
DEL ESTADO HOMOGÉNEO
AL ESTADO PLURAL
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cemento mismo que los une en una totalidad más amplia. Por lo pron
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to, una forma de vida compartida, esto es, una manera de ver, sentir
y actuar en el mundo. Quienes participan de una forma de vida concuer-
dan en ciertas creencias básicas que conforman un marco de todas las
demás: creencias valorativas sobre los fines superiores que dan sentido
a la vida, criterios generales para reconocer lo que debe tenerse por
razón válida para justificar una creencia. Una forma de vida común
se expresa en la adhesión a ciertos modos de vivir y el rechazo de otros,
en la obediencia a ciertas reglas de comportamiento, en el seguimien-
to de ciertos usos y costumbres. Pero también se manifiesta en una
esfera objetivada: lengua común, objetos de uso, tecnología, ritos y
creencias religiosos, saberes científicos; implica instituciones sociales,
reglas consensadas y rituales cívicos que mantienen y ordenan el
comportamiento colectivo. Una nación es, ante todo, un ámbito compar-
tido de cultura.
La especificidad de una nación se expresa en la idea que sus
miembros tienen de ella, esto es, en la manera de narrar su historia.
Los relatos pueden diferir según los valores superiores que eligen los
distintos grupos, pero todos comparten un núcleo mínimo común, si
se refieren a la misma nación. Para identificarse, toda nación acude
a mitos sobre su origen, o bien, a acontecimientos históricos elevados
a la categoría de sucesos fundadores. Porque toda nación se ve a sí
misma como una continuidad en el tiempo. Un individuo pertenece
a una nación en la medida en que se integra en ese continuo.
2) Hay una forma elemental de pertenencia a una nación: la relación
familiar, la ascendencia, la sangre. Pero ésta no es definitiva; es sólo
una incitación a compartir una forma de vida. Porque se puede
pertenecer a una nación sin ninguna liga de sangre. Gonzalo Guerrero,
el español que, abandonado por los suyos, se asimila al pueblo maya al
grado de formar una familia, vestirse y horadarse las orejas como indio,
se niega a volver a Castilla y lucha con su nuevo pueblo, pertenece a
la nación maya pese a su nacimiento. Domenico Teotocópulos no deja
de ser castellano por haber nacido en Grecia, ni Rousseau de ser francés,
aunque sea ciudadano de Ginebra.
Permanecer a una nación es asumir una forma de vida, incorpo-
rarse a una cultura, hacer suya una historia colectiva. No son la
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sangre, ni la raza o el lugar de nacimiento los signos de pertenencia;
tampoco la adscripción política, sino la integración a una identidad
cultural.
La pertenencia de un individuo a una nación tiene, por lo tanto,
un aspecto subjetivo. Implica una actitud en la persona que considera
como elemento de su identidad ser parte de un sujeto colectivo. Una
nación es, pues, una entidad con la que se auto-identifican un conjun-
to de personas, por distintas que puedan ser sus características indivi-
duales o de grupo.
3) Una cultura es continuidad: peso de los acontecimientos pasados
en el presente: tradición. Pero también es proyecto: elección de fines
y valores que dan sentido a la acción colectiva. Ésta comprende la
adhesión a fines colectivos comunes. No nos identificaríamos como
miembros de una nación si no sintiéramos, en alguna forma, que
nuestra vida personal depende de una colectividad, que en su suer
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te nos va la nuestra. Una nación es también un asunto de la voluntad.
A ello se refería Renán cuando definía la nación como “un plebis
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cito compartido”. Nación es un grupo humano que decide perdurar
como comunidad. Pertenecer a una nación no es aceptar la fatalidad
de un origen biológico, es ligar el sentido de la propia vida a una
suerte comunitaria, esto es, aceptarse como parte de un destino
común.
4) La nación es una continuidad en el tiempo, pero también en
el espacio. Sus parámetros de referencia
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