Juan Manuel de Rosas y las masas populares
Brenditah PazoTesina26 de Abril de 2018
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Instituto Superior del Profesorado
Joaquín V González
Departamento de Historia
Juan Manuel de Rosas y los sectores populares de la Provincia de Buenos Aires (1829-1852)
Seminario de metodología de historia argentina y latinoamericana
Profesor Ruben Lasso
Brenda Pazo
Comisión “D” Turno Tarde
Año 2013
Índice
Introducción 2 La Etapa Rosista 5
El gobernador, los pobladores y los peones 10
Accionar de los sectores subalternos en los sucesos de 1829 y 1833 14
Premios, donaciones y embargos durante el rosismo 18
Conclusión 20
Bibliografía 21
Apéndice de Documentos 24
Introducción
El siguiente trabajo será fruto de un proceso de estudio y análisis crítico de fuentes provenientes de archivos judiciales o correspondencia mantenida entre el gobernador y los administradores de estancia. Dichos documentos se encuentran en el Archivo General de la Nación, también se utilizarán otras fuentes como por ejemplo, artículos periodísticos. Todas estas fuentes corresponden al periodo rosista (1829-1852).
La unidad de análisis principal será el accionar de los sectores subalternos durante la etapa rosista y como este va modificando el proyecto político de Juan Manuel de Rosas hacia su segundo periodo de gobierno que inicia en 1834.
Primeramente, se tomará al autor John Lynch para aproximarnos al proyecto político que Juan Manuel de Rosas poseía cuando llega al poder en 1829: éste tenía como objetivo principal el terminar con las prácticas y costumbres heredadas del periodo revolucionario, vinculadas con la propiedad y uso de la tierra. Según la historiografía tradicional, Rosas cumple con dicho objetivo, y la estancia se consolida como instrumento de poder y riqueza, marginando a los pequeños productores, quitándole los derechos que antes poseían iniciándose un nuevo periodo en donde triunfan los grandes terratenientes y la propiedad privada.
Sin embargo, otros historiadores contemporáneos, como Jorge Gelman y Pilar González Bernaldo, no comparten este análisis realizado por la historiografía tradicional.
Primeramente, Jorge Gelman entiende, que si bien Rosas tuvo la intención clara como sostiene Lynch, de limitar las aspiraciones y peticiones de los pobladores de la campaña utilizando instrumentos que le otorgaban su poder económico y político, su capacidad para hacerlo fue limitada debido a que existían usos y costumbres que estaban presentes antes de asumir como gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1829, y muchas veces deberá soportar situaciones que no estaban contempladas en su proyecto político de gobierno.
Otro eje recae en el grado de autonomía que poseían estos sectores populares. Según la historiografía tradicional, la relación de Rosas y los estancieros con los pequeños productores era del tipo clientelar, lo que quiere decir que estos a cambio de trabajo y protección, se mostraban sumisos ante los poderosos hacendados, Rosas era así el gran patrón que dirigía a las masas, y estas actuaban ciegamente bajo su tutela, llevando una lucha y política facciosa. Autores tales como Pilar González Bernaldo que serán tomados en este trabajo, sostienen que el levantamiento de 1829 en contra del general unitario Lavalle fue un punto de quiebre y que existió una politización de las masas en la provincia de Buenos Aires, la cual Rosas no pudo ignorar, sino que debía apaciguarla y respetarla para que no se volviera en su contra y legitimar su poder.
Puesto que los autores mencionados concuerdan en que Rosas respeto los usos y costumbres de la sociedad y a esa acción se debió su triunfo, en total contraposición del modelo rivadaviano que confronto con las mismas, este trabajo pretende comprobarlo específicamente en un sentido puramente judicial analizando y problematizando con las fuentes para poder dilucidar si las características antes mencionadas se reflejan en las practicas judiciales desempeñadas en la campaña bonaerense. Se considera lo anterior necesario, debido a que ningún autor lo establece en forma concreta, es decir, con el apoyo y solvencia de fuentes primarias judiciales que lo acrediten.
Es preciso mencionar la adhesión a una corriente filosófica: el contractualismo con Thomas Hobbes como representante. Esto será utilizado para explicar las facultades extraordinarias y la suma del poder público ejercido por Rosas, siendo otorgados los tres poderes por la legislatura, justificando que era una excepción debido al estado de anarquía en el cual se encontraba el territorio, estos poderes se irán renovando, pero Rosas se apoya para hacerlo en la voluntad del pueblo, como bien esta precisado en el Leviatán de Hobbes.
Habiendo realizado un breve estado de la cuestión, y adhiriendo a una determinada línea historiográfica, se procederá a precisar la hipótesis del trabajo.
La hipótesis consistirá en intentar demostrar, que los usos, costumbres y accionar político de la sociedad, más precisamente de los sectores subalternos, fijaron límites al poder de Juan Manuel de Rosas y también de los estancieros durante su periodo de gobierno (1829-1852).
La finalidad será contribuir a realizar un aporte más preciso con respecto al vínculo entre el rosismo y la clase baja de la sociedad bonaerense al principio de su mandato, y las modificaciones que sufre este hacia el segundo periodo de gobierno de Rosas.
CAPITULO I: La Etapa Rosista
Rosas asume como gobernador de la provincia de Buenos Aires en el año 1829, de inmediato su objetivo fue garantizar el orden y restablecer la autoridad en la campaña bonaerense, que había sido constantemente interrumpido por guerras civiles desde la caída del poder directorial en 1820.
Rosas veía a la Revolución de Mayo como un mal necesario, pues había dado la independencia al virreinato del Rio de la Plata, sin embargo esta era la responsable de dejar un vacío de poder en el que prevalecía el desorden y reinaba la violencia.[1]
La base de poder de Rosas residía en la ESTANCIA, pues era esta la que confería estatus y poder. Otro de los objetivos del gobernador al llegar al poder, fue entonces, asegurar el respeto a la propiedad privada. Incluso antes de convertirse en gobernador, Juan Manuel de Rosas había redactado lo que se conoce como Instrucciones para mayordomos de estancias. En el segundo capítulo de estas, estipula:
POBLACIÓN EN LOS CAMPOS DE MI ADMINISTRACIÓN. “No debe consentirse que se pueble nadie absolutamente a no ser alguno que yo en persona lo lleve y lo pueble. Deben celar los capataces sobre esto, y el ayudante debe en cada recorrida verlo por sus propios ojos, a ver si esto se ha cumplido o no. Si en los campos de Segismundo afuera, en Guacoloncar, si alguno poblase se le impedirá, por estar facultado para ello yo por Segismundo.”
NUTRIEROS. “En los terrenos no debe haber ningún número, ni debe parar nadie con pulpería ni con nada, a no ser que vaya con licencia mía de carta sellada.”
SIEMBRAS.”De ningún modo se harán sin mi consentimiento y orden.”[2]
Pero para imponer el orden dentro de la campaña bonaerense, hacía falta más que el control estricto sobre la propiedad. Las facultades extraordinarias que le confirió la legislatura debido a la situación anárquica en la que se encontraba el territorio, en su primer gobierno (1829-1832), atribuían a Rosas funciones del poder ejecutivo y legislativo, la legislatura que hasta ese momento había sido la encargada de elegir gobernador, proponer y disentir leyes, fue perdiendo gradualmente sus funciones.
Al finalizar Rosas su mandato en 1832, la legislatura se pronuncia en contra del mantenimiento del poder absoluto. Rosas se niega entonces a retomar la dirección del gobierno de la provincia en esas condiciones y se consagra a la organización de la expedición contra los indios pampas. La cámara de representantes elige a su ministro de guerra J. M. Balcarce que asume la función de gobernador en diciembre de 1832.[3]
Tras el asesinato del caudillo riojano Facundo Quiroga en Barranca Yaco y el peligro inminente de la formación de una liga unitaria al norte del país, la legislatura vuelve a nombrar a Rosas gobernador tres años después, otorgándole las facultades extraordinarias mas la suma del poder público, este poder se renovaría mediante el voto del pueblo, aunque las elecciones estaban controladas por un aparato sumamente coercitivo que ejercía represión a quien se opusiera al gobernador.
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