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LA ORGANIZACION


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2013  •  4.944 Palabras (20 Páginas)  •  288 Visitas

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ORGANIZACIÓN SOCIAL

Formas de Gobierno Primitivo

Las formas de gobierno primitivas se originaron luego de la evolución del hombre en las organizaciones sociales creadas para poder dominar un determinado grupo de personas; para lograrlo crearon los clanes, tribus, gens y hordas hasta llegar al matriarcado y después continuar con el patriarcado.

Tribu:

Término que indica a un grupo de personas que sus costumbres, lengua y territorio lo tienen en común. Las tribus tienen generalmente una lengua, y religión común.

El criterio má s importante para la delimitación de una tribu continúa siendo la identidad idiomática y cultural.

La palabra tribu, ya casi no se usa porque le tienen como significado despectivo de las comunidades tildándolas de ”poco desarrolladas”. Hoy se opta por la denominación más amplia de pueblo o etnia.

Horda:

Comunidad nómada que se distingue de la tribu por el carácter rudimentario de los vínculos sociales y espirituales que unen a los grupos familiares que la integran.

Gens:

Término que se refiere a la descendencia de un grupo de personas de un antepasado común por parte paterna. Por lo general, este grupo es algo mayor que una familia extensa y comparte un nombre común o apellido. Esta palabra se introdujo en el lenguaje por el siglo XVIII como sustituto de clan.

Clan:

Se deriva del gaélico clann, `descendencia', se define a un grupo de familias de una tribu cuyos miembros se originan de un antepasado común. Esta palabra mayormente hace referencia específica a los grupos que se originaron en Escocia e Irlanda hacia el año 1000 d.C.

Los antropólogos describen a un grupo de personas capaces de reconocer su descendencia respecto de un antepasado común, o que se identifican con un tótem o animal común. La pertenencia a un clan implica la solidaridad social, es decir, la obligación de prestar ayuda mutua, la participación en ritos y ceremonias, y el deber de venganza.

Patriarcado:

Organización social en la que el varón ejercía la autoridad en todos los ámbitos, asegurándose la transmisión del poder y la herencia por línea masculina.

La organización patriarcal se caracteriza fundamentalmente por la existencia de familias numerosas, normalmente basadas en la poligamia, dirigidas por el varón de más edad; la posición secundaria y subordinada de la mujer; la transmisión por línea masculina de bienes materiales y privilegios sociales, o el patrilinaje.

Matriarcado:

Sistema político en el que la mujer era dominante sobre el hombre.

Los dos pasos más definitorios del matriarcado son: residencia matrilocal y descendencia matrilineal. Otros pasos ayudantes son la matrifocalidad y la poliandria, generalmente fraternal.

Los wayúu/guajiros y los mapuche/araucanos son los más notorios ejemplos en América Latina de matriarcado.

El matriarcado fue el sistema de gobierno más antiguo que rigió la humanidad y después le fue cedida al patriarcado, aun en la actualidad, en este nuevo milenio se pueden localizar comunidades en donde existe este sistema de gobierno primitivo.

Todo este proceso de formas de gobierno se logró a la evolución de la humanidad al pasar por las diferentes formas de organización social como las hordas, clanes, gens y tribus.

La familia

Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad derivados del establecimiento de un vínculo reconocido socialmente, como el matrimonio—que, en algunas sociedades, sólo permite la unión entre dos personas mientras que en otras es posible la poligamia—, y vínculos de consanguinidad, como la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre. También puede diferenciarse la familia según el grado de parentesco entre sus miembros.

No hay consenso sobre la definición de la familia. Jurídicamente está definida por algunas leyes, y esta definición suele darse en función de lo que cada ley establece como matrimonio. La familia nuclear moderna no es el único modelo de familia como tal, sino que se encuentra legitimada como modelo hegemónico de lo que se impone culturalmente como normal. Las formas de vida familiar son muy diversas, dependiendo de factores sociales, culturales, económicos y afectivos. La familia, como cualquier institución social, tiende a adaptarse al contexto de una sociedad. Ésto explica, por ejemplo, el alto número de familias extensas en las sociedades tradicionales, el aumento de familias monoparentales en las sociedades industrializadas y el reconocimiento legal de las familias homoparentales en aquellas sociedades cuya legislación ha reconocido el matrimonio homosexual.

LA FAMILIA COMO CONTEXTO DEL DESARROLLO HUMANO

¿Por qué son esenciales las familias?

1. Regulación del comportamiento sexual: toda sociedad establece límites, el llamado tabú del incesto.

2. La reproducción: puesto que las necesidades sexuales pueden satisfacerse sin la reproducción, las sociedades deben motivar a tener hijos.

3. La socialización: la familia es el medio primario para transmitir la cultura de generación en generación.

4. Cuidado y protección: la infancia y la niñez, requieren cuidados, se depende de otros, también en la adultez por enfermedad o incapacidad.

5. Posición social: sociedad: red de roles y estatus. Los individuos se posicionan en ellos a partir de sus familias, los estatus adscritos.

La familia como contexto de desarrollo humano

En el caso humano, el tipo de agrupamiento familiar se basa no solo en criterios de orden natural (disponibilidad de personas del otro sexo, necesidad de cooperación para sacar adelante a los hijos, etc.) sino también razones de índole cultural (por ejemplo creencias religiosas o filosóficas, tradiciones transmitidas de generación en generación).

¿Familia: Determinación fisiológica?

Primates, filogenéticamente próximos a nosotros, nos sugieren rasgos compartidos con una fuerte implantación biológica.

Uno de los primeros comportamientos que ha sido objeto de estudio es la conducta de apego de los primates. La mayor perdurabilidad de los apegos en la familia humana cumple una función transgeneracional que vincula a las familias de ascendencia con las de descendencia y que está ausente en los primates no humanos.

La familia como contexto de desarrollo humano

En el caso humano, el tipo de agrupamiento familiar se basa no solo en criterios de orden natural (disponibilidad de personas del otro sexo, necesidad de cooperación para sacar adelante a los hijos, etc.) sino también razones de índole cultural (por ejemplo creencias religiosas o filosóficas, tradiciones transmitidas de generación en generación).

¿Familia: Determinación fisiológica?

Primates, filogenéticamente próximos a nosotros, nos sugieren rasgos compartidos con una fuerte implantación biológica.

Uno de los primeros comportamientos que ha sido objeto de estudio es la conducta de apego de los primates. La mayor perdurabilidad de los apegos en la familia humana cumple una función transgeneracional que vincula a las familias de ascendencia con las de descendencia y que está ausente en los primates no humanos.

El apego es sin duda uno de los elementos básicos y constituyentes de las relaciones familiares, tiene unos claros antecedentes filogenéticos que hablan de su gran valor adaptativo para la supervivencia de los grupos.

Los primates tendrían conductas proto culturales, se dan algunos ingredientes de lo que podrían considerarse como procesos de aprendizaje supra individual, del tipo de los que tienen lugar en las familias humanas. Las crías de chimpancé también se socializan.

¿Dónde están las diferencias entre estas formas de agrupación familiares y las de los humanos?

Los humanos somos enormemente plásticos, capaces de adaptarnos a ambientes y exigencias muy diferentes, a diferencia de los primates, somos capaces de crear nuevos entornos, que obligan al desarrollo de una variedad de conductas y de formas de organización social mucho más articuladas que las que encontramos en otras especies. La clave de las diferencias está en el carácter sociocultural de la estimulación y de los escenarios o hábitat en los que transcurre la vida de la familia.

Va surgiendo así un modelo estereotipado de familia:

familia nuclear compuesta por un hombre y una mujer unidos en matrimonio, más los hijos tenidos en común, todos bajo el mismo techo, el hombre trabaja fuera de la casa y consigue los medios de subsistencia de la familia, mientras, la mujer en casa cuida de los hijos del matrimonio.

Deconstrucción de este modelo:

1. El matrimonio no es necesario para que podamos hablar de familia

2. Uno de los progenitores puede faltar: familias monoparentales

3. Hijos no son solo comunes, puede venir por adopción, métodos asistidos, o de otras uniones.

4. La madre ya realiza actividades laborales fuera del hogar

5. El padre no es mero generador de recursos, puede también implicarse en el cuidado y educación de los hijos.

6. Producto de divorcios y separaciones, nacen núcleos familiares reconstituidos.

Por lo tanto, podemos entender “familia” como la unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común (duradero), en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia, compromiso personal entre sus miembros e intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia.

Tipos de hogares según censo 2002

• Hogar Nuclear

• Hogar Extenso

• Hogar Compuesto

• Hogar Sin Núcleo

• Hogar Unipersonal

• Hogar Incompleto

Encontramos entonces una fuerte heterogeneidad en las formas que asumen actualmente la familia:

• Nuclear biparental

• Extensa (familia extendida)

• Reconstituida o de segundas nupcias

• Monoparental

• Del mismo sexo

• Unipersonales

• Sin Núcleo

• Cohabitación como alternativa al matrimonio

LA CIUDAD

Consideraciones previas. Se suele entender por c. el lugar en el que se habita, donde se duerme, aunque, por extensión, pueda entenderse como tal todo gran conglomerado de casas y agrupaciones humanas. Considerada desde esta última perspectiva, la sociedad moderna es típicamente urbana, hasta el punto de que, de acuerdo con S. A. Greer (Organización social, Buenos Aires 1966, 111), podamos asegurar que actualmente la c. es la norma más bien que la excepción. Como dice Sorokin (o. c. en bibl., 482), las sociedades urbanas han desempeñado un papel cada vez mayor en el moldeamiento de la cultura, de la personalidad humana y de los grupos sociales, determinando así el curso del proceso histórico.

La ciudad, desarrollada en diverso grado, ha existido prácticamente en todas las civilizaciones. Las primitivas urbes nacieron y se desarrollaron con base exclusiva en la agricultura. Las aglomeraciones urbanas tuvieron en principio un carácter eminentemente rural. Eran aldeas cuyos habitantes accedían directamente a los medios de producción. Desde el punto de vista de la organización, la sociedad se componía de pequeños grupos locales con alto grado de autosuficiencia en los que se daban como notas predominantes el aislamiento social y la uniformidad de costumbres. Las sociedades urbanas arcaicas se asemejaban más bien al grupo social de una cierta extensión.

En cambio, la verdadera ciudad supone la existencia de una economía de trueque, al no tener sus habitantes acceso directo a los bienes primarios de consumo. Pero dentro de estas concentraciones primarias fueron destacando algunas, sede generalmente de mercado, en las que se asentaba una serie de individuos que desempeñaban los papeles integradores más rudimentarios en una organización incipiente (recaudadores de impuestos, mílites, comerciantes, administradores gubernamentales, servidores del culto religioso, etc.), a la vez que ciudadanos componentes de la aristocracia rural, cuyas propiedades trabajaban esclavos y colonos. Así fue como la c. empezó a cumplir un rudimentario papel de integración dentro de un sistema de interdependencia funcional entre poblaciones relativamente alejadas, pero, a medida que se desarrollaba, nacían en la c. la especialización y división de las diferentes tareas y responsabilidades, que se fueron integrando a través de una jerarquía formal.

Gracias a este proceso evolutivo, en el Imperio romano los habitantes de las c. llegaron a significar el 10%. de la población total, pero la llegada de los pueblos bárbaros supuso también para la c. una regresión. En la Edad Media, los grandes señores feudales establecieron su residencia en el campo. Las c. quedaron prácticamente abandonadas para cobrar importancia, con ayuda de los reyes, a medida que decaía eJ feudalismo. Queda con ello caracterizada la c. medieval como sede principalmente de artesanos, comerciantes y personal administrativo. Luego, en el mundo bajomedieval, vuelve a plantearse la antinomia pueblo-c., comunidad rural y sociedad urbana.

Puede decirse que hasta la era industrial (1800 aprox.) no comienza el moderno desarrollo de las c. La falta de medios económicos y de comunicaciones impedía el crecimiento urbano en la c. del Antiguo Régimen; la simplicidad de las técnicas de producción y los transportes rudimentarios originaban la escasez de trabajadores no agrícolas. Pero, con las nuevas técnicas, la fuente principal de riqueza dejó de ser la aplicación de la fuerza animal a la tierra; al mismo tiempo, el incremento de las comunicaciones daba lugar a que se intensificara la interdependencia funcional. Desde entonces, la evolución de las c. fue tal que los dos últimos siglos de la historia de Occidente se han caracterizado por su incremento rápido y constante, a expensas de las comunidades campesinas. El principal factor de este incremento ha sido el auge de la industria manufacturera. Pero esto último, que es condición suficiente, no lo es necesaria, ya que también la existencia y evolución de una serie de servicios (gubernamentales, universitarios, sanitarios, recreativos, mercantiles, etc.) puede originar el mismo desarrollo. Ahora bien, estos factores son interdependientes con el crecimiento. La relación causa-efecto es recíproca: el incremento y la diversificación de industrias o servicios lleva implícito un aumento de la población, y viceversa. La presión de la población en las áreas productoras, a la vez que la multiplicación de las oportunidades laborales en los centros de intercambio y administración, originan las migraciones centrípetas y el auge, como consecuencia, de las poblaciones urbanas. Cuando las necesarias funciones sociales se especializan en grupos diversos, estos grupos aumentan de tamaño. A la vez, las mismas especializaciones, la división del trabajo, originan una interacción más acusada. Las funciones sociales, la interdependencia social, integran en una totalidad a las poblaciones esparcidas. Por todo ello, la organización urbana domina hoy por completo a la rural.

La Sociología urbana. El crecimiento en importancia de la ciudad atrajo el interés de los sociólogos desde finales del s. XII, época en que aparecieron los primeros trabajos sobre los fenómenos y agrupaciones urbanas en Inglaterra y los Estados Unidos. Estos sociólogos consideraban a la c. como un laboratorio en el que investigar «la forma en que la población está estructurada y la manera cómo los individuos están integrados en grupos funcionales que realizan el trabajo necesario para la subsistencia» (S. A. Greer, o. c., 104). Se trata de estudiar la c. como una forma de comunidad urbana en la que hay particulares fuerzas ecológicas de integración, en la que los seres humanos adquieren ciertas formas de comportamiento y en la que instituciones y formas de organización social dan a la vida humana un aspecto característico llamado urbano. Se pretende indagar en la c. y su civilización como una forma especial de integración de la actividad de las personas y como una fuente para la iniciación y control de la vida social.

Entre los pioneros de estos estudios son dignos de mención el inglés Charles Booth, con su obra Life and Labour of the People in London (Vida y trabajo del pueblo en Londres), 1889-1903, y los profesores de la Univ. de Chicago Robert E. Park y Ernest W. Burgess, que fueron los primeros en crear escuela dentro de la especialidad. Del primero de ellos es interesantísimo el estudio The City: Suggestions for the Investigation of Human Behavior in the Urban Environment (La ciudad: sugerencias para la investigación del comportamiento humano en el entorno urbano), aparecido en «American Journal of Sociology» de 20 mar. 1915. También son clásicos los trabajos de. Adna Weber, The Growth of Cities in the Nineteenth Century. (El crecimiento de las ciudades en el s. XII), 1899; de Scott E. W. Bedford, Readings in Urban Sociology (Lecturas de Sociología urbana), 1927; y de Nels Anderson y E. C. Lindeman, Urban Sociology (1928). Merced principalmente a estos sociólogos, la Sociología urbana adquirió la entidad suficiente para que fuera reconocida como rama de la Sociología general por la American Sociological Association, en 1925. Actualmente, al estudiar el número y grado de concentración de los diversos grupos un¡- y multivinculados de un determinado carácter y de un contexto territorial, se distingue completamente entre las sociedades urbanas y las rurales, de las que se ocupan, respectivamente, la Sociología urbana y la rural (v. t. Sociología rural en AGRICULTURA ii).

El concepto sociológico de ciudad. Resumiendo datos anteriores, cabe decir que, desde el punto de vista sociológico, las c. son concentraciones muy densas de población o núcleos con caracteres demográficos especiales (alta nupcialidad, familia móvil, etc.), que son puntos de concentración máxima de poderío y cultura de una comunidad o, también, «lugares donde se reorganiza artísticamente el espacio como elemento sustantivo» (D. D. Vidart, o. c. en bibl., 363). Pero acerca de este punto no suelen estar de acuerdo todos los sociólogos. Para L. Wirth, la c. sería como una colonia grande, densa y permanente formada por individuos socialmente heterogéneos. Por su parte, en el Diccionario de Sociología (ed. H. P. Fairchild), México 1949, se recoge la siguiente definición: «Población asentada de modo más o menos permanente dentro de una zona relativamente unida, en donde se realiza la vida social y familiar actual, se llevan a cabo actividades u ocupaciones económicas y existe por lo común una organización política».

Pero quizá una de las definiciones más completas sea la de L. Mumford, para quien la ciuda es una colección relacionada de grupos primarios (tales como la familia y el vecindario) y de asociaciones que persiguen propósitos determinados. Los primeros existen en todas las comunidades, mientras que los segundos son especialmente característicos de la vida de la c. Esos diversos grupos se mantienen a sí mismos mediante organizaciones económicas que tienen un carácter más o menos corporativo o que están reguladas públicamente; y todos ellos se albergan en estructuras permanentes dentro de una zona relativamente limitada. Para dicho autor, los medios físicos esenciales en la existencia de la c. son la sede estable, el albergue duradero, las facilidades permanentes para reunirse, hacer intercambios y depositar artículos y productos; y el medio esencial es la división social del trabajo (v. TRABAJO HUMANO III), que no sólo intensifica la vida económica, sino también los procesos culturales. En resumen, podemos decir que la c. es «un plexo geográfico, una organización económica, un proceso institucional, un teatro de acción social y un símbolo estático de unidad colectiva» (L. Mumford, La cultura de las ciudades, Buenos Aires 1945, cit. por D. D. Vidart, o. c. en bibl., 361 ss.).

Comunidad rural y sociedad urbana. Frecuentemente, los sociólogos estudian la sociedad urbana sobre la referencia de la comunidad rural. Tal modo de proceder transciende, e incluso es llevado por algunos a sus últimas consecuencias, en ciertas definiciones de la sociedad urbana. Así, Refield califica a ésta simplemente como opuesta a la rural, a la que define, a su vez, como pequeña, aislada, homogénea, cuyos miembros tienen un fuerte concepto de solidaridad.

Sin radicalizar de tal modo la contraposición, dicho punto de partida parece realmente válido. Por eso nos acogeremos a él, señalando, por un lado, que es obligada la referencia al sobrio estudio que hace Sorokin al respecto (o. c., 481 ss.) y, por otro, que al hablar de sociedad urbana nos referimos a la constituida en las c. de gran volumen y alta densidad de población. Dentro de éstas haremos tabla rasa, considerando que en todas se dan los mismos grupos de población, de trabajo y ambiente cultural, con independencia del carácter peculiar que les confiera la naturaleza de sus funciones primarias (c. industrial o turística, p. ej.), o la estructura de sus servicios (que se adapta, por lo general, a la composición de la población. Así, p. ej., los servicios de una c. cuyos habitantes disponen de elevados ingresos diferirán de los de aquella otra en que predomine una población con ingresos reducidos).

La primera característica diferencial a reseñar entre campo y c. es de tipo demográfico. El índice de natalidad en las c. de gran densidad es más bajo que el de las comunidades campesinas (aunque con el proceso de industrialización los índices de ambas tienden a igualarse), lo que se traduce en una menor proporción de población infantil. Al mismo tiempo, las mayores oportunidades laborales que se dan en ellas originan la existencia en las c. de una mayor población relativa de adultos y jóvenes. Puede decirse que cuanto mayor es la c. menor es la proporción de niños y ancianos sobre los jóvenes. Asimismo, se ha comprobado que las mujeres son relativamente más numerosas en las grandes c. Como es natural, dentro de la población activa predomina la mano de obra cualificada sobre el peonaje.

Una segunda característica importante de la c. es la gran mescolanza que se da en ella entre gentes de muy diversa procedencia, clase social y posición económica. A veces, dentro de su gran extensión, diversos grupos económicos o regionales diferenciados tienden a agruparse en distintos barrios en los que surgen relaciones con cierta semejanza a las que se dan en la pequeña c. Los emigrantes, que viven por lo general en los barrios alejados del centro, suelen orientar su vida económica hacia la c., pero al mismo tiempo intentan reproducir en la comunidad en que viven las características de una pequeña c. aislada. Tales barrios tienen entre sí características diferenciales. Los hay residenciales e industriales, ricos y pobres, etc. A veces, las vecindades formadas por grupos raciales o regionales (que suelen reflejar al exterior el origen de sus componentes) son núcleos de tensiones y conflictos con el resto de la sociedad (p. ej., los ghettos de la población negra en los EE.UU..).

Tales formas de agrupamiento son las menos frecuentes. La vecindad consiste en una comunidad de tipo más bien reducido, agrupada en un espacio limitado, cuyos habitantes mantienen un contacto personal que puede alcanzar cierta intimidad. Por ello, la vecindad sólo se da espontáneamente en aquellas comunidades cuyos habitantes se mantienen unidos por determinados vínculos. Uno de éstos es la propiedad de la vivienda, al originar la permanencia en ella de sus propietarios que se sienten solidarios con sus vecinos en cuanto a tareas de conservación, embellecimiento, etc. En cambio, las relaciones de vecindad serán muy precarias allí donde los habitantes varíen frecuentemente de residencia. Tal suele ocurrir en la gran c., donde las personas cambian de alojamiento por motivos familiares, económicos, laborales, de posición social, etc. Predomina el inquilinato y la consiguiente falta de solidaridad con un hogar o un barrio, al no existir conciencia de pertenencia a ellos; desde luego, las relaciones de vecindad desaparecen por completo allí donde constituye mayoría la población flotante.

Ello ha dado lugar a que se pretenda por diversos medios (acceso a la propiedad de las viviendas, consejos de comunidad de vecinos, incentivos de embellecimiento y conservación, etc.) estimular estas relaciones de vecindad, aunque sin mucho éXIto. Aun en aquellos lugares donde se ha intentado, las familias que viven en una misma casa, e incluso en una misma planta, siguen desconociéndose. Cuando se consigue que los habitantes de un núcleo determinado desarrollen el espíritu de vecindad, las personas destacan más fácilmente del anonimato.

Este anonimato de sus habitantes, a que acabamos de referirnos, es otra de las características de la c. La sociedad urbana es una malla de integración de personas y grupos amplia y enormemente compleja. Cada persona, cada grupo, vive en contacto y dependencia con multitud de otras personas y grupos. Pero tales contactos, si bien muy numerosos y frecuentes, suelen ser también causales y efímeros en vez de personales y duraderos. Tienen un marcado carácter superficial. Las personas pueden verse a diario sin llegar a conocerse nunca. Abundan más las relaciones complejas, multiformes, superficiales y externamente convencionales que las sinceras, simples y hondas. El ciudadano se ve sometido a una serie de relaciones fugitivas, esporádicas, indirectas o secundarias (en actos sociales, teatros, conferencias, etc.), que a veces llegan a ocupar todo su tiempo. En cambio, en las comunidades campesinas las relaciones son menos fleXIbles v más duraderas. El sistema de interacción en las c. es en cambio más complejo, estereotipado y mecanizado. Se dice a veces que el ser urbano es un solitario, presa del aislamiento psicológico dentro de una estructura social de gran amplitud, impersonalidad y complejidad. Hay en ello exageraciones, pero sí puede considerarse cierto que el anonimato que es posible en la c. engendra mayores oportunidades de conducta antisocial: el crimen, el vicio, la delincuencia abundan más en las grandes c. y aumentan de manera preocupante en las sociedades más típicamente urbanas. Pero todas estas desventajas tienen una compensación de considerable entidad: las mayores oportunidades de enriquecimiento mental y espiritual que originan el desarrollo cultural y la frecuencia de los contactos sociales propios de la c. Podríamos decir que en ella se dan tanto los grandes vicios como las grandes virtudes.

La sociedad urbana se encuentra constituida por grupos unidos y multivinculados mucho más numerosos que en la comunidad rural. De ahí que esté mucho más diferenciada que ésta. La disimilitud de los rasgos biológicos y psicosociales es mayor en las c. Su población es más heterogénea desde los puntos de vista racial, étnico, político, religioso, moral, artístico, ideológico, etc., lo cual, unido a las grandes diferencias de condiciones ambientales que se produce en ellas en el simple periodo de dos generaciones, da lugar a un incesante flujo y reflujo de individualidades. Las personas pueden ascender o descender más rápidamente en las escalas intelectuales, sociales, políticas y económicas. En el campo, en cambio, las escalas sociales son primitivas. La mayoría de los grupos se hallan aquí mucho menos estratificados. El número de clases sociales es menor, aunque no dejen de presentarse en su seno fenómenos de polarización. Las diferencias sociales son menores. La pirámide de la estratificación es, en consecuencia, mucho menos alta; sus extremos no están tan separados como los de la sociedad urbana. Tampoco los extremos de riqueza y miseria, autoridad y sumisión se encuentran tan separados. La idea de casta es más acentuada y sus clases son más rígidas e impermeables. En la población de las c., en cambio, existe una mayor movilidad tanto horizontal como vertical. A las mayores oportunidades culturales, de trabajo y relaciones se une el anonimato en que se mueve el ciudadano. Pocas personas conocen sus antecedentes familiares; para bien o para mal, el ciudadano es hijo de sus obras y no de su estirpe. Generalmente, no desempeñará la misma función que su familia y con frecuencia será un transhumante laboral, inestable en una determinada categoría o estatuto social. Tal movilidad permite que se compensen los vacíos provocados en la cima de las más altas clases sociales, en las que se dan reducidos índices de natalidad (v. MOVILIDAD SOCIAL).

También el tempo del cambio sociocultural es más acelerado en las poblaciones ciudadanas. Las c., con sus oportunidades culturales, son fácil cuna de pensamientos y corrientes nuevas.

Los vínculos que unen entre sí a los miembros de unas y otras agrupaciones son distintos. En la urbana predominan los de ciudadanía, y los restantes (laborales, económicos, religiosos, políticos, nacionales, raciales, parenterales, de clase) se hallan más diluidos. Tienen menor fuerza integradora. Contrariamente, la población rural es más homogénea en sus aspectos psicosociales, opiniones, costumbres, normas de conducta y, en muchas regiones, también en el étnico, puesto que a los vínculos territorial y de ciudadanía estatal se unen eficazmente los otros enumerados.

En las sociedades urbanas predominan los grupos laborales dedicados a empresas manufactureras, comerciales, mecánicas, profesiones liberales y burocráticas. El ambiente es artificial, es decir, forjado por la mano del hombre. En cambio, en las poblaciones rurales prevalecen las actividades agrarias en sus formas más diversas, en un ambiente natural.

Como consecuencia de todas las diferencias reseñadas, la atmósfera sociocultural en conjunto, el estilo y patrón de vida, la psicología y la conducta de la sociedad urbana difieren grandemente de los de la rural. Son dos mundos socioculturales ampliamente distintos en los que se desarrollan de modo diferente las facultades personales de los individuos y se moldean dos tipos de personalidad diferenciados. Por ello, el individuo componente y fruto de la comunidad rural, el campesino, se define casi opuestamente al ciudadano. De otra parte desempeña en la actividad económica un papel fundamentalmente activo. Es un productor nato. Obtiene directamente de la tierra sus medios de subsistencia y por ello mismo le afectan gravemente los cambios ambientales y estacionales. El ciudadano, en cambio, es fundamentalmente consumidor, en lo que a bienes de subsistencia se refiere. Obtiene sus alimentos en el mercado y, en consecuencia, le afecta más gravemente la carencia de dinero, tal como se pone de manifiesto en casos de catástrofes o guerras. Sin embargo, apenas le afectan las condiciones ambientales o estacionales.

Consideración final. Actualmente se da una creciente aproximación en los países más industrializados y urbanizados entre el campo y la c. Las nuevas fuentes de energía, las grandes facilidades de comunicación y transnorte creadas nor la radio, el teléfono, la televisión, los automóviles y demás logros técnicos modernos provocan una tendencia hacia la homogeneización que abocará, en su punto de pleno desarrollo, a la configuración de un mundo sociocultural distinto al de cualquier otra época anterior.

BIBLIOGRAFÍA

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Propiedad de esta edición digital: Canal Social. Montané Comunicación S.L

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