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LA POBREZA DEL PROGRESO E. BRADFORD BURNS, SIGLO XXI (MEXICO), 1999


Enviado por   •  6 de Abril de 2015  •  2.778 Palabras (12 Páginas)  •  803 Visitas

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LA POBREZA DEL PROGRESO

E. BRADFORD BURNS, SIGLO XXI (MEXICO), 1999

En este texto, se interroga sobre la validez de aplicar el concepto de “modernización” a la historia social y económica latinoamericana entre el siglo XIX. Focalizando el análisis en la difusión de las relaciones capitalistas, y en los efectos de la construcción de estados nacionales, y como esto afecto tanto en la experiencia del estado, del mercado y por supuesto la inmensa lucha por la modernidad

Después de la Independencia en la mayoría de los países iberoamericanos, se desarrollaran sin un criterio ni experiencia política, engendrados mayoritariamente por la fuerza de la milicia. La primera mitad del siglo XIX fue un período de gran inestabilidad y de desintegración social, geográfica y política.

El punto central que rescato de esta obra es entender algo que caracterizo a América Latina posterior a su “independencia” esa obsesión de las elites colonizadoras blancas y las cosas europeas, que generalmente se creían como un testimonio de avance progresista. Sin embargo esta obsesión a la europeización en América Latina se intensificó en la segunda mitad del siglo XIX, resultado de una comunicación más entusiasmada de culturas y de la aceptación de la elite de las formas culturales que venían de Europa y que por lo cual a raíz de lo anterior acepta y de algún modo se justificaba a Europa como esta nueva "expansión civilizadora".

El autor explica la intensión por Preservar y glorificar el progreso en américa latina y su rápida europeización será tema de dominio entre los intelectuales, algo que me llamo la atención y es un asunto en el cual nunca había reflexionado; los historiadores, pues en gran mayoría de sus estudios tiene esta profunda admiración a los líderes que favorecieron “el progreso” con frecuencias apreciados como héroes. Me impresiono como historiadores impusieron en su sociedad esta idea del pasado moldeada por los temas que estudiaban y a sus interpretaciones. Y que a su vez esto remarca el deseo de emparentar que tenían los historiadores de américa con las ideas europeas, y que son más que claras en sus tendencias y en sus señalamientos, pues cuando escribían sobre temas historiográficos mencionaban en exceso fuentes y ejemplos del viejo mundo, aunque en mi opinión esto se justificaría diciendo que la mirada a su historia o a su contexto, era en el fondo una posibilidad de comenzar a diseñar un asunto que intentaba buscar en lo que les era propio, afinque para ello se valieran formalmente de recursos académicos.

Se hace mención del poco atrevimiento por parte de los intelectuales latinoamericanos a cuestionar a los maestros europeos y volvieron la vista hacia adentro o hacia algún otro en busca de inspiración.

Por ejemplo “Rafael Montufar exhibió el profundo conocimiento habitual de la historiografía europea y de ahí paso a ensalzar al intelectual chileno Valentín Letelier y en especial su libro la evolución de la historia una obra escrita siguiendo la orientación de Henry Thomas Buckle, con filosofía cotidiana aderezada con ideas de Spencer y Stuart mil con un enfoque positivista” (Burns, 1990)p.50.

Otra cuestión importante, los historiadores privilegiados; privilegiados pues como nos dice Burns la gran mayoría de ellos no nacieron en casas que estuvieran en el nivel más afines que las adineradas, llevaron cómodas vides más cómodas, menciona su identificaron con las elites sociales, en cuestiones tanto políticas y económicas, pues prácticamente todos provenían de un linaje europeo puro, y en el cual ninguno admitió tener algún antepasado africano reciente y los que tenían algún descendiente indio prefirieron cortar más que cultivar esa rama del árbol familiar

Ejemplo de Francisco Bilbao la Europa no ibérica era el futuro de américa “la nueva era ha nacido en Francia” (ib)p.51

Hace mención de su preferencia en habitar las capitales, tanto por cuestiones educativas y la cercanía a los eventos culturales, pero también, y en forma importante, porque muchos de ellos tuvieron conexiones en uno u otro omento, de una u otra manera con los gobiernos. Ya que operaban algún puesto administrativo, llegaban a trabajar como legisladores, jueces o ministros, y un par de ellos llegaron incluso a presidentes.

Los historiadores del siglo XIX, una mayoría no eran conscientes de su contexto pues prestaban su atención entre miradas de intereses de corte europeo. Y lo más importante de todo: desempeñaron papeles activos en la formación y en la administración de las instituciones nacionales, no es de sorprenderse que mostraran lealtad a las instituciones oficiales a las cuales se integraron, aunque estas instituciones moldearon su visión del mundo e hicieron de ellos apologistas más que críticos (ib)p.52. Se recalca, que unos pocos fueron historiadores profesionales, a lo mucho que escribieron fueron crónicas de las ciudades principales, sin embargo creo que el esquema que muchos de ellos manejaron al momento de hacer su historiografía no es extraño ni relevante el papel que le brindaron a los temas históricos, y la forma de recomponer visualmente su historia, de armar su propio pasado, de construir sus héroes, su historia de bronce. Hay que entender esto y visualizarlo con la mentalidad de la época, hay que tener en cuenta que se dieron fenómenos; como la inmigración que llega a algunos países, el peso del positivismo y el racionalismo, paralelamente a la crítica que los sectores de católicos conservadores hacían a la "sociedad moderna".

A pesar de las agitaciones políticas del período hay una cierta identidad a europeizar américa, pues las elites urbanas tenían costumbres que les eran comunes tales como: poseer una residencia; a tono con su posición social, no faltando esa imitación de modelos y estilos de vida a la europea, sim embargo el balancín del asunto también lo conformaba otro sector de los intelectuales, quienes representados por una minoría especulaban sobre el impacto y las formas del progreso, ellos entendían que una occidentalización debería proceder lentamente, mediada por los valores ibéricos y americanos. Aunque propugnaban sus ideas y las defendían con habilidad, no lograron a retardar la modernización, pues la conciencia cada vez mayor de una independencia política había traído pocos cambios significativos a américa latina. Empezaron a percibir que el sello del progreso alentado por sus gobiernos era, en el mejor de los casos aparente, y en el peor, otro lazo que acrecentaba más su subordinación con Europa.

La idea soberbia hacia lo europeo, promovió en algunos de ellos a hacer más decidida su

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