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LA SOCIOLOGÍA DEL CASTGO Y EL CASTIGO EN NUESTROS DÍAS


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2014  •  1.705 Palabras (7 Páginas)  •  324 Visitas

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El problema del castigo en la actualidad.

Las sanciones penales impuestas por el aparato jurídico, no son lo que comúnmente se cree, hoy en día el castigo es un aspecto de la vida social profundamente problemático y poco comprendido, cuya razón de ser no queda clara. El optimismo frente al aparato penal ha dado paso a un escepticismo persistente acerca de la racionalidad y eficacia de las instituciones penales modernas. Haciendo parecer a los métodos actuales cada vez más irracionales, disfuncionales y contraproducentes. Todas las instituciones sociales tienen un margen de error o ineficiencia, pero en circunstancias normales puede tolerárselo en mayor o menor grado sin cuestionar a la autoridad misma. En el caso de los castigos ya sea en confinamiento carcelario o en sistemas abiertos falta confianza en los principios establecidos y en la capacidad para redefinir los problemas en términos institucionales.

Dentro de una crítica sostenida, el concepto de rehabilitación, en el mejor de los casos, se ha vuelto problemático, y, en el peor, peligroso e inoperante. La política penal es una tradición rica y flexible que siempre ha abarcado temas y elementos en conflicto, principios y contraprincipios. En pocas palabras es necesario saber que es el castigo para determinar que puede y que debería ser.

La sociología del castigo, en su noción más amplia es el corpus que explora las relaciones entre castigo y sociedad. Su intención es entender el castigo como fenómeno social y, en consecuencia, establecer su papel en la vida social. Esta misma se reinventa en cada nuevo estudio, de manera que cada vez se nos presenta un nuevo concepto de los fenómenos objeto de estudio y las interrogantes que deben plantearse. Ciertamente las grandes teorías sociales, tales como las que desarrollaron Marx, Durkheim o Elias, ofrecen interpretaciones incompatibles acerca de la dinámica medular de la vida social.

Me parece que la sociología del castigo está alcanzando la madurez necesaria para lograr interpretaciones integradas y plurales que expliquen la complejidad y la multiplicidad de detalles.

El castigo como objeto de estudio. El fenómeno al que llamamos “castigo” es un conjunto complejo de procesos e instituciones interrelacionados. Siendo que el castigo no se puede reducir a un solo significado o a un propósito único; es una institución social que condensa una serie de propósitos y un profundo significado. Es considerado como el procedimiento legal que sanciona y condena a los trasgresores del derecho penal, se conforma de procesos interrelacionados: legislación, condena y sentencia; a su vez involucra marcos discursivos de autoridad y condena, procesos rituales de imposición del castigo. A los que los derechos soberanos de la ley otorgan al castigo legal una naturaleza obligatoria, imperativa y fundamental, por lo cual se considera que su objetivo principal es servir de instrumento para controlar y reducir los índices de conducta delictiva. El castigo cumple un propósito instrumental, pero también un estilo cultural y una tradición histórica que depende las condiciones institucionales, técnicas y discursivas.

Con lo que se concluye que el castigo es un procedimiento legal delimitado, cuya existencia y funcionamiento dependen de un extenso conjunto de fuerzas y condiciones sociales, originado por consecuencias históricas mal adaptadas a su condición actual, es un producto de la tradición y la política existente.

SUPLICIO

El cuerpo de los condenados

La ejecución de la pena tiende a convertirse en un sector autónomo, un mecanismo administrativo del cual descarga a la justicia; ésta se libera de su sorda desazón por un escamoteo burocrático de la pena. La desaparición de los suplicios es, pues, el espectáculo que se borra; y es también le relajamiento sobre el cuerpo del delincuente. No tocar ya el cuerpo, o lo menos posible en todo caso, y eso para herir en él algo que no es el cuerpo mismo. El sufrimiento físico, el dolor del cuerpo mismo no son ya los elementos constitutivos de la pena. El castigo ha pasado de un arte de las sensaciones insoportables a una economía de los derechos suspendidos. Sin duda, la pena ha dejado de estar centrada en el suplicio como técnica de sufrimiento, ha tomado como objeto principal la pérdida de un bien o de un derecho. Pero un castigo como los trabajos forzados o incluso como la prisión no ha funcionado jamás sin cierto suplemento punitivo que concierne realmente al cuerpo mismo. De hecho la prisión en sus dispositivos más explícitos ha procurado siempre cierta medida de sufrimiento corporal.

En cambio el objeto del crimen, aquello sobre lo que se ejerce la practica penal, ha sido profundamente modificado. La relativa estabilidad de la ley ha cobijado todo un juego de sutiles y rápidos relevos. Bajo nombre de crímenes y de delitos, se siguen juzgando efectivamente objetos jurídicos definidos por el código, pero se juzgan a la vez pasiones, instintos, anomalías, achaques, inadaptaciones, efectos de medio o herencia, agresiones, agresividad, violaciones, perversiones, asesinatos y deseos. En todo ritual penal, desde la instrucción hasta la sentencia y las últimas secuelas de la pena, se ha hecho penetrar un género de objetos que vienen a doblar, pero también a

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