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LOS DOS REPARTOS DEL ESPACIO MEDITERRANEO


Enviado por   •  3 de Mayo de 2022  •  Informes  •  6.950 Palabras (28 Páginas)  •  99 Visitas

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MANUAL DE HISTORIA MEDIEVAL. CORTAZA- MUÑOS.

LOS DOS REPARTOS DEL ESPACIO MEDITERRANEO.

La civilización mediterránea antigua, entro en el S III en un proceso de debilitamiento. A finales del siguiente, la apariencia de unidad se rompió. Teodosio lego a sus hijos un imperio dividido en dos partes: el de Oriente, con capital en Constantinopla; el de Occidente, con capital en Ravena. Dos siglos y medios después, la aparición del islam quedo revalidada por rápidas conquistas en el oriente próximo y el norte de África. Hacia el año 750, la vieja unidad de la civilización mediterránea pasó a tres áreas económicas, políticas y culturales: el Occidente latino, el imperio de Bizancio, el Islam.

El debate sobre “continuidad” o “ruptura” en el paso de la sociedad tardorromana a cada una de las 3 que la reemplazaron en el espacio circunmediterráneo se ha convertido en un fértil generador de investigaciones. El pto de partida: la sociedad mediterránea antigua (Imperio Romano), había aparecido como una civilización de ciudades que dominaban el campo, estructura definida por el esclavismo, una actitud religiosa caracterizada por el politeísmo y la tolerancia de cultos y una sociedad política en la que el estado ejercía una autoridad de tipo público, basada en una Ley y un Derecho universales, a través de los 4 instrumentos habituales del poder: fiscalidad, milicia, justicia y nombramiento y control de sus funcionarios. El pto de llegada fue diferente en cada una de las 3 áreas resultantes.

LA HERENCIA DE ROMA EN EL OESTE: LOS REINOS ROMANO- GERMANICOS.

La declaración de confesionalidad cristiana del imperio romano en el 380, su división en el 395 y la entrada de pueblos germanos en 406 sirven de umbral al periodo. Al cierre lo situamos a comienzos del S VIII con la irrupción del poder islámico y los inicios de la construcción carolingia. El argumento principal entre una y otra fecha: la desaparición del imperio romano en occidente, y la aparición de reinos barbaros cuya sociedad fue una sociedad romano-germánica.

En el ámbito de la ordenación política, aparecieron poderes privados y se desestructuro la antigua organización del espacio basada en el control de las ciudades sobre sus territorios, propició que las villae esclavistas convivieran con un poblamiento cada vez más laxo e inestable. En el ámbito de la actividad económica, la disminución y el cambio de contenido el comercio y el fortalecimiento de una economía arraigada en el espacio rural local facilitaron el desarrollo de las relaciones privadas. En el ámbito de las mentalidades se difundió una religión salvífica personal, el cristianismo, que tuvo que acomodar su mensaje a las circunstancias de ruralismo y germanización.

LA CREACION DE UNA SOCIEDAD ROMANO-GERMANICA.

La penetración y el asentamiento  de barbaros en occidente comenzaron a finales del S II, con las primeras presiones sobre el imperio en tiempos de Marco Aurelio, y concluyeron a mediados del S XI, con los últimos vikingos. Se suelen distinguir dos etapas:

  • Las primeras invasiones, entre la entrada de los visigodo en el imperio en 376 y la llegada de los lombardos a Italia en 568.
  • Las segundas invasiones  de vikingos, húngaros y piratas sarracenos en los S IX y X.

EL ESTABLECIMIENTO DE LOS BARBAROS EN EL IMPERIO.

Desde el S III, el imperio romano se vio envuelto en una crisis profunda. Sus rasgos más destacados son 5:

  • Su capacidad de articulación de los espacios.
  • La ruralización de la vida.
  • Debilitación de las relaciones publicas en beneficio de las privadas.
  • Creciente peso de la fiscalidad imperial.
  • Necesidad de recursos.

La penetración de los barbaros en el imperio romano adopto dos modalidades: entradas toleradas e invasiones. Los invasores pertenecían a variadas étnicas, aunque solemos utilizar el colectivo “germanos” para agruparlas. Su aspiración era hallar lugares en que instalarse y desarrollar una agricultura sedentaria combinada con la ganadería vacuna. Durante los S III a IV, lo intentaron en grupos familiares o pequeñas facciones de tribus; a finales del S IV y durante el siguiente, los intentos los protagonizaron pueblos enteros, dotados de cohesión étnica, reforzada por tradiciones y creencias religiosas propias. Solo los godos habían iniciado la vía de conversión a la religión cristiana. La entrada de estos godos en el imperio se produjo en el 376.

Los godos fueron aceptados por el emperador; dos años después, los invasores se sublevaron y en 378 aplastaron al ejército imperial en Adrianópolis; la batalla inauguró una nueva época en materia de estrategia militar y composición de los ejércitos. La derrota y la muerte del emperador en el campo de batalla fueron decisivas para que su sucesor, Teodosio, estableciera un pacto con los godos. En virtud del foedus del año 382, los godos se instalaron en Mesia en calidad de tropas al servicio de Roma. Durante 14 años la situación se sereno, pero en 396 la entrada de los hunos en la cuenca de Panonia perturbo la existencia de otros pueblos germanos, que presionaron y entraron en el imperio.

Desplazamiento de los germanos en el imperio: en el 400, vándalos y alanos entraron en Retia y Nórica (Austria y Suiza). En 405, grupos de esos pueblos, acompañados de los ostrogodos, penetraron en Italia. En 406, vándalos, alanos y suevos cruzaron el Rin y se prepararon para invadir la Galia; las tropas romanas en Britannia pasaron al continente a cerrar la brecha abierta por los invasores en el Rin. La marcha del ejército dejo la isla en manos de las aristocracias indígenas celtoromanas.

En 408, los visigodos, con su jefe Alarico, entraron en Italia. A finales del 409, suevos, alanos y vándalos cruzaron los Pirineos y se internaron en Hispania. En 410, las gentes de Alarico saquearon Roma. Las correrías de los visigodos por Italia estimularon al emperador Honorio a ensayar una nueva fórmula: convertirlos en una fuerza de policía que controlara a los demás pueblos germanos que habían entrado en el imperio. Los visigodos, en el 415, entraron, por primera vez, en Hispania. El foedus de 418 convirtió a los visigodos en federados del imperio. Ello supuso el reconocimiento imperial del primer “reino” bárbaro en occidente.

El emperador Valentiniano III y Aecio, jefe del ejército romano de occidente, parecieron racionar fuerte a las dos amenazas que estimaron más graves. La primera venia del sur y eran los vándalos; habían cruzado en 429 el estrecho de Gibraltar, en 430 se hallaban sitiando la ciudad de Hipona, cuando moría su obispo San Agustín.

La segunda amenaza vino del norte y la protagonizaron los hunos. Al frente de ellos se encontraba Atila. Los hunos avanzaron hacia el oeste, cruzaron el Rin y se internaron en la Galia. En 452, Atila llego a amenazar la propia Roma. Una embajada de notables, que incluyó al papa León I, disuadió al jefe huno de sus intenciones. Al año siguiente murió Atila y se deshizo la unidad del conglomerado de pueblos que lo habían seguido.

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