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La Antropología Urbana: Recorridos Teóricos


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  2.143 Palabras (9 Páginas)  •  211 Visitas

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Parece lógico que en la más «americana» de las ciudades americanas se haya formato en los años veinte la famosa Escuela de Chicago a la que. a menudo. se le ha atribuido el mérito de haber fundado la antropología urbana. la sociología urbana, quizás ambas. O al menos de haber estado en sus orígenes. Como muchos autores lo han destacado (Pizzorno, 1979:;Hannerz, 1992; Sobrero. 1992) en los trabajos producidos por la Escuela de Chicago existen grandes incongruencias;: entre otras, el desfase del trabajo de investigación, presentado en una famosa serie de monografías, que es siempre innovador en la selección de los temas. casi siempre esmerado en el desarrollo y a menudo interesante en los resultados; y, por otro lado, el marco teórico., que además de tener un alcance modesto., no esta falto de contradicciones.. La contribución más importante de esta escuela, lo que aún hoy merece nuestra atención, está justamente en haber tematizado a la ciudad como tal.. La sociología, y en general el análisis social europeo del siglo XlX, consideraban a la ciudad siempre en el interior de una perspectiva teórica más amplia. que hacía de la ciudad el producto, cuando no sólo la sede, del desarrollo, del choque o de la dialéctica por un lado de fuerzas sociales, económicas y culturales; y por el otro, los factores demográficos y los poderes políticos y militares. En la perspectiva europea,. los efectos de estas dinámicas eran urbanos; pero los factores de las mismas dinámicas nunca eran considerados ni urbanos , ni no urbanos, sino más bien «históricos» o «humanos».

Con una cierta ingenuidad simplificadora, pero quizá precisamente por esto también innovadora, los estudiosos de Chicago, por decirlo así, han emancipado a la ciudad. Promoviéndola de producto o lugar a factor determinante de las dinámicas sociales. Para decirlo en forma simplificada, a éstas no les interesa tanto como y por qué la inmigración ha hecho crecer las ciudades, sino que han hecho las ciudades con los inmigrantes.

En la firmeza con la que ellos afianzan la capacidad asimiladora, plasmadora, condicionadora de la metrópoli, está ciertamente el eco de la enseñanza de Simmel, a cuyos cursos acudió Park, la máxima autoridad de la Escuela de Chicago, en Europa; pero ciertamente también esta la experiencia directa del crecimiento vertiginoso y de la

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transformación incesante de un conjunto de ciudades que lograban, bien o mal, integrar en la sociedad americana centenares de millares, a veces hasta millones de nuevos ciudadanos cada año. La teoría que Park y los otros elaboraron para sostener su convicción, la llamada ecología urbana, es de una desesperante sencillez y de un no menos desesperante determinismo; pero el problema que plantearon no es gratuito. Han sido, sobre todo los estudiosos de orientación marxista, en particular- Castells, los que contestaron la acción condicionadora y plasmándora del ambiente urbano, reivindicando para las fuerzas productivas y las relaciones de producción características de una determinada sociedad, la capacidad de producir o al menos de plasmar la ciudad y los ciudadanos de esa sociedad. Sin embargo, el propio Castells tuvo que admitir que el elemento espacial no es irrelevante; y por lo tanto, los famosos caracteres de amplitud, densidad y heterogeneidad indicados por los de Chicago como distintivos de la ciudad, merecen quizá un momento de reflexión, antes de ser liquidados como meramente descriptivos.

El otro elemento interesante en los trabajos de la Escuela de Chicago es la elección de una metodología antropológica. También en este caso, la estructura teórica es discutible. Como posible inspirador de los estudios de dicha escuela se cita a Boas, que en 1928 publicará Anthropology and de Modern Life, y es posible que detrás de Boas, estuviera, como sugiere Sobrero, la influencia de G.H. Summer y de su oposición entre folkways (costumbres tradicionales, rurales) y mores (costumbres convencionales, urbanas) (Summer, 1962). Pero en sustancia para Park, para Burgess y para MacKenzie la antropología es una genérica ciencia del hombre, que puede con provecho aplicar .sus «esmerados métodos de observación» a «el hombre civilizado que es un objeto de investigación igualmente interesante, y al mismo tiempo su vida es más abierta a la observación y al estudio», de los hombres primitivos. La influencia de la antropología de Estados Unidos, caracterizada fuertemente en sentido culturológico (respecto a los intereses sociológicos de la antropología social británica) .se advierte en la indicación, como objetos de investigación, «de las costumbres, de las creencias, de las prácticas sociales y de las concepciones generales de la vida, que prevalecen Little Ilaly, en la parte baja del North Side en Chicago, con la elevación de las concepciones más sofisticadas de los habitantes del Greenwich Village o del vecindario de de Washington Square en New York»; y como siempre para la Escuela de Chicago, el proyecto y la práctica de la investigación en el campo, son mucho más interesantes que la teoría. De modo que si su contribución en el desarrollo de la teoría antropológica es modesta, tiene razón Sobrero en afirmar que sus exponentes supieron «en los casos mejores (Louis Wirth sobre todos) [...] traer de la antropología 2

[...] el gusto por la observación directa, detallada, participante», además de «la capacidad de recoger la diferencia, en donde otros veían sólo realidades opacas y silenciosas, y de encontrar microregularidades, rituales apenas esbozados, correspondencias entre signos, allí en donde otros veían sólo confusión» (Sobrero, 1992).

Por desgracia esta, que era la parte más vaJiosa de la experiencia de Chicago, no encontró muchos seguidores en los EE.UU. , ni fuera de ellos por muchos años. Prevaleció la concepción de los asentamientos humanos como comunidad, es decir, como realidades sociales caracterizadas todas por una gran homogeneidad y cohesión interna y autonomía hacia el exterior. Lo más que se admite es que puedan validar de un caso a otro los temas culturales, los valores compartidos y las instituciones específicas que realizan esta homogeneidad y esta cohesión. Para Roberl Redfield las diferencias entre asentamientos rurales y asentamientos urbanos, entre pueblo y ciudad existen, pero se pueden ordenar según un continuum rural-urbano. Varían los caracteres, cuya presencia o ausencia (o cuyo grado de presencia ) permite asignar al grupo humano estudiado su colocación en el continuum mismo; pero no se toma en consideración la posibilidad que entre un tipo y otro de agrupación humana las diferencias sean de orden estructural y, por lo tanto, recíprocamente irreductibles. Los estudios de comunidad se agotan en los EE.UU. hacia los años cincuenta, pero son exportados

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