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Los principales abordajes teóricos actuales en campo de la antropología médica

July InsuaDocumentos de Investigación29 de Diciembre de 2021

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Marcelo Sarlingo 2019n

Seminario de Antropología Social II Antropología Médica - 2019

Apunte de clase

Los principales abordajes teóricos actuales en campo de la antropología médica

Dr. MARCELO SARLINGO

La antropología médica estudia los problemas de salud de los seres humanos y los sistemas de curación dentro de su contexto social y cultural. Esta rama de la Antropología se ha apoyado en las ciencias sociales, biológicas y clínicas y ha contribuido significativamente a la comprensión y el mejoramiento de los problemas y servicios de salud en diferentes partes del mundo. La antropología médica ha venido adquiriendo mayor importancia durante las últimas décadas. Prueba de ello es el incremento de publicaciones, programas de formación, encuentros, conferencias e influencias por fuera de la disciplina. Así mismo, esta subdisciplina aporta un espacio óptimo para integrar diversas perspectivas, el cual puede servir de ejemplo para la denominada antiguamente “antropología general”, que pretendía explicar la totalidad de la diversidad humana.

Situar el origen de esta subdisciplina en un momento preciso es difícil. Menéndez traza una generalogía de la antropología médica derivándola directamente del racionalismo francés y de las categorías conceptuales utilizadas por Durkheim. Descripciones etnográficas y análisis sobre los sistemas de curación y religiosos existen desde el inicio mismo de la antropología. Un ejemplo que encontramos a comienzos del siglo XX es el de W. Rivers, médico y antropólogo inglés, quien compiló de manera sistemática información etnográfica sobre los sistemas  médicos y de parentesco, entre otros aspectos de la cultura de diferentes sociedades de la Melanesia y del sur del continente asiático. Sin embargo, la antropología médica comenzó a consolidarse y a recibir tal denominación durante los años 60 del siglo pasado. Esta subdisciplina no está constituida por un solo paradigma, sino que se han desarrollado diferentes aproximaciones teóricas durante los últimos decenios. Tal situación ha llevado en algunas ocasiones a debates entre las distintas posturas, como aquel debate existente entre las aproximaciones culturalistas y críticas durante los años ´80.

De una manera general, podemos identificar cinco aproximaciones fundamentales: la etnomedicina, la antropología biológica, la epidemiología ecológica, la antropología médica y clínica interpretativa, y la antropología crítica. A pesar de estas diferentes perspectivas, los antropólogos médicos comparten una premisa básica: la comprensión de los fenómenos de salud-enfermedad- atención -curación como el resultado de la articulación de la ecología, la biología y la cultura, es decir, como un proceso que debe entenderse de manera holística dentro de un contexto de diversidad biológica y cultural de los seres humanos. En las últimas décadas del siglo XX se publicó muchísimo material enmarcado principalmente en las dos últimas aproximaciones mencionadas, es decir, en la antropología médica interpretativa y en la antropología crítica. El contenido de la bibliografía seleccionada responde a la naturaleza específica de un recorrido singular de formación accesible en Latinoamérica y al método, preferentemente cualitativo (y al trabajo de campo) desarrollados en los últimos veinte años, en mi caso particular. Aun cuando preferencialmente reconozco y puedo identificar los aportes de la epidemiología ecológica, de la antropología biológica y de las otras propuestas que utilizan metodologías cualitativas y cuantitativas para comprender los procesos de salud-enfermedad en su pluridimensionalidad, me parece que es muy común que desde estas perspectivas se secundaricen o se ignoren los aportes etnográficos. Esto ha generado que, en mi experiencia y de manera frecuente, los antropólogos sociales nos alejemos de los objetivos de los modelos epidemiológicos y de los estudios transculturales, ya que no buscamos generalizar nuestros resultados ni producir análisis estadísticos. Y esto porque nos interesa primordialmente  la comprensión de los fenómenos  dentro de su contexto particular. Tampoco tenemos como premisa epistemológica la objetividad pura, ni concebimos nuestros objetos de estudio en términos de ‘grupos y poblaciones de riesgo’ ni de ‘comportamientos individuales’, sino que estos son para nosotros sujetos y actores que poseen unas maneras propias de dar sentido a lo que viven y hacen. De la misma manera, damos un espacio preponderante a los temas importantes para las personas y su forma de concebir los problemas de salud, y no nos ceñimos a un conjunto de variables rígidas previas a la investigación ni organizamos la realidad en términos de patologías biomédicas.

Por el contrario, principalmente tenemos en cuenta las representaciones, los significados y las explicaciones que los individuos y los grupos de personas tienen con respecto a las enfermedades y a los procesos de salud. Por esta razón, en los últimos treinta y cinco años le hemos dado mucho lugar a las perspectivas que provienen de marcos interpretativos y por ello se reconoce una genealogía de trabajos muy amplia y muy utilizada. Dentro de esta perspectiva interpretativa, la cultura es vista como un sistema de significados, como una red semántica que constituye la base del comportamiento de las personas y de los modelos que utilizan para entender, prevenir y tratar los problemas de salud. Los antropólogos médicos que siguen dicho enfoque han tomado dos principales orientaciones teóricas y metodológicas: la interpretativa y la fenomenológica. Algunos de ellos también se han interesado en desarrollar una antropología aplicada.

Entre los primeros exponentes de la corriente interpretativa (o hermenéutica) encontramos a H. Fabrega, A. Kleinman y B. Good,  a partir de los años setenta. Los investigadores que siguen esta aproximación intentan establecer conexiones entre los sistemas de significados, los procesos biológicos y el medio ambiente, enfatizando la influencia que ejerce la cultura sobre las experiencias de enfermedad y sufrimiento. B. Good y M.-J. DelVecchio-Good desarrollaron una aproximación que gira en torno del significado y de las redes semánticas de la experiencia personal en la cual se inscribe la enfermedad. Estos antropólogos estadounidenses (profesores de la Universidad de Harvard) consideran que la dimensión narrativa es la fuente a partir de la cual las personas moldean y elaboran sus experiencias. En este orden de ideas, los relatos de los individuos ocupan un lugar central a partir del cual analizar el significado de la enfermedad, ya sea que tomen la forma de una red semántica (Good y DelVecchio 1984) o de un modelo explicativo (Kleinman 1980). A partir de esta propuesta, varios antropólogos médicos han realizado estudios sobre diferentes temas, tomando como base lo que las personas cuentan sobre sus experiencias de enfermedad.

Así mismo, se han desarrollado algunos conceptos con el fin de refinar el análisis de este campo de estudio. Al respecto, se cuenta con el aporte de antropólogos anglosajones, como L. Eisenberg, investigador y psiquiatra norteamericano, quien estableció hacia finales de la década de los años setenta una distinción entre las dimensiones y percepciones de la enfermedad, gracias a los matices que ofrece el idioma inglés con los conceptos de illness, disease y sickness. El primero de estos términos hace referencia a las diferentes percepciones, clasificaciones, significados, explicaciones y reacciones que tienen las personas con respecto a los problemas de salud. La noción de disease, por su parte, se refiere a la realidad física y fisiológica de la enfermedad desde el punto de vista médico, es decir, a la anormalidad estructural o funcional de un órgano o del sistema psicológico. Finalmente, una tercera dimensión de la enfermedad ha sido aprehendida con el concepto de sickness, el cual tiene en cuenta su carácter intersubjetivo y socializado; esta es la manera generalizada y colectiva mediante la cual un grupo de personas entiende una enfermedad y actúa con respecto a ella. También estas nociones fueron muy utilizadas y trabajadas por el funcionalismo británico, especialmente por autores como Ronald Frankemberg.

Igualmente, autores como Kleinman (1988) han llamado la atención sobre los procesos de negociación colectiva en los que se generan los significados que se les da a las enfermedades. Dentro de este contexto, no solamente existen representaciones sociales sobre la enfermedad, las cuales son compartidas por los grupos de individuos, sino que cada familia le atribuye un significado y un sentido particular. Es más, al interior de una familia, cada uno de sus miembros puede dotar de un sentido particular la experiencia de enfermedad que está viviendo. Así, es importante tener en cuenta la perspectiva de los diferentes actores, junto con el proceso intersubjetivo y el contexto social en el que estos dan sentido a sus problemas de salud. Algunos ambientes sociales, sobre todo la familia, el medio laboral y las condiciones cotidianas, nutren las expresiones de aflicción, los idiomas de sufrimiento y la manera particular de hablar de una enfermedad.

Se han hecho varias críticas a esta perspectiva de la antropología médica, principalmente por su tendencia culturalista y porque hace un énfasis excesivo en las representaciones de la enfermedad. Según Bibeau (1996), al sobreinterpretar los relatos de las personas se corre el riesgo de pensar la cultura como un megatexto, riesgo que comparten la antropología y las ciencias sociales contemporáneas en general.

Para no caer en dicho riesgo, es necesario concebir las enfermedades como un proceso de interpretación inacabado, que se construye intersubjetivamente. De la misma manera, los saberes sobre el cuerpo y la enfermedad no son productos acabados, sino que son matrices de sentido, potenciales, que se activan durante los episodios de enfermedad. Dichos episodios constituyen un punto de partida, un dispositivo que activa la atribución de sentido que se le da a la enfermedad, el cual está enraizado en la historia de vida del enfermo. Los sistemas de significado y de explicación de la enfermedad no deben pensarse como formas reificadas preexistentes. Además, como lo señalaron (Leslie et ál. 1992) entre otros, en los años ochenta, las sociedades contemporáneas se  caracterizan por la coexistencia de diferentes tradiciones culturales, de suerte que las formas de entender y de explicar la enfermedad son a menudo el producto de sincretismos, de mestizajes y negociaciones entre la biomedicina, las etnomedicinas y los sistemas médicos tradicionales, alternativos y populares.

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