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La Creacion De Una Nacion


Enviado por   •  30 de Noviembre de 2011  •  5.221 Palabras (21 Páginas)  •  582 Visitas

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cLA CREACIÓN DE UNA NACIÓN

Ciclo: NM2

Nivel: Segundo año Medio.

Unidad 3: La creación de una nación.

Subunidad: La organización de la República de Chile.

LEER Y ANALIZAR LA SIGUIENTE INFORMACION.

ANTECEDENTES REPUBLICA CONSERVADORA (1830- 1861)

El triunfo de los pelucones o partido conservador en la batalla de Lircay, marca o da inicio a lo que se conoce con el nombre de republica autoritaria, o periodo de los decenios. Bajo el mando de esta fracción política, el país vivió tres gobiernos los que mantuvieron características en común: se mantuvo a toda costa y hasta con exageración el principio de autoridad que había gustaba tanto a la aristocracia. Las reformas llevadas a cabo por la tendencia liberal e igualitaria habían provocado el disgusto profundo de la aristocracia tradicional, herida en sus intereses, sentimientos y concepciones. Pero su desplazamiento era superficial, porque mantenía sin la menor alteración el latifundio de la región central, su prestigio y poder social, manifestados sobre el endeble sector medio, los servidores y los campesinos; conservaba, también, sus múltiples vinculaciones con todas las esferas elevadas del clero, la administración y el comercio, acostumbradas a respetarla y servirla.

En otras palabras, los más altos grupos sociales, incluida la Iglesia, necesitaban recuperar sus privilegios, sus posesiones, su influencia y su acceso al poder, adecuando las instituciones políticas y, lo que es consubstancial: estableciendo fuertes que sirviesen a esos objetivos. El apoyo de esos grupos fue muy claro a la gestión de Portales, cuando éste asumió como ministro, como asimismo al restablecimiento de su situación una vez que estuvieron en el poder, para cuyo efecto se dictaron disposiciones que les favorecieron.

Así comenzó a gestarse la llamada República Autoritaria -o también de los Decenios, porque los presidentes electos gobernaron en total diez años-, que puso en manos del primer mandatario amplios poderes a través de la Constitución 1833. Esta otorgó al ejecutivo, con el estado de sitio y las facultades extraordinarias, los medios indispensables para imponer la normalidad a despecho de agitaciones y desórdenes. Desde 1833 a 1861, se decretó el estado de sitio en tres oportunidades -1840, 1846 y 1858-, operando las facultades extraordinarias en 1833, 1836, 1837 a 1838, 1851 a 1853 y 1859 a 1861. Los resultados de tales disposiciones se tradujeron en exilio, censura a la prensa y persecución a los adversarios políticos.

No obstante lo anterior, el país vivió un período de crecimiento económico, político, social y cultural. Sin embargo, la paz interior debió soportar cuatro quiebres, que aunque no significaron un cambio brusco en la estructura del poder, hicieron pensar que el grupo pelucón, ahora al mando, se enfrentaba a una oposición cada vez mejor organizada y deseosa de cambios profundos. Estos momentos de violencia se inauguraron con la sublevación de las tropas acantonadas en Quillota (3 de junio de 1837) y que importaron el asesinato de Portales; continúan con el Motín del 20 de abril de 1851 y la guerra civil del mismo año, cerrando con la de 1859.

EL ROL POLÍTICO DE DIEGO PORTALES.

Diego Portales Palazuelos nació en Santiago en 1793, en el seno de una familia numerosa que pertenecía a la aristocracia castellano-vasco. Su genio era considerado en la época bastante voluble, tan así que después de haber querido entrar al clero, va a dedicarse a las transacciones comerciales con su socio José Manuel Cea. En el Perú, teniendo en cuenta que también estudió derecho. El jamás se definió así mismo como un político de una nutrida ideología, muy por el contrario, él es el prototipo del hombre práctico que logrará rescatar los resabios coloniales para nuestra ruta política.

En medio de numerosas tendencias y ensayos, Portales asentará la autoridad en un poder impersonal, postura típica del colonialismo hispano, porque sabiendo la existencia de un rey que estaba tan lejos, por lo tanto la autoridad se basaba, en una idea y no en una figura de adoración, y era a esto último lo que Portales rechazaba, la presencia de una persona que guíe el país por sólo su carisma podía ser contraproducente para esta joven nación. Aunque esta autoridad fuera impersonal iba a estar dotada por una amplitud de poderes que lo harán convertirse en fuerte y centralizada como nuestra antigua monarquía. Así logrará restablecer la autoridad.

La actuación política de Portales comienza a hacerse nítida entonces entre los años 1827 y 1828, cuando el fracaso del estanco pesaba dolorosamente en su espíritu y en los círculos santiaguinos, a la vez, se manifestaba una preocupación general por el desorden en las filas del ejército y la sublevación de algunos cuerpos. Desde que los pipiolos afianzaron su poder en el gobierno el año 1827, en que resultó elegido presidente el general Francisco Antonio Pinto, la actitud de Portales se fue haciendo más intolerable hacia aquella tendencia. Desde 1827, el grupo de los estanqueros, capitaneado por el propio Portales, se había agregado a la lucha contra el pipiolismo y sus gobernantes. Aglutinaba a quienes habían participado en el negocio del estanco, a personajes destacados de la administración y extendía sus vínculos a comerciantes y a ciertas autoridades que por diversos motivos habían tenido contacto con las actividades de la empresa monopólica. Portales sostenía y en esto concordaba con la aristocracia, la necesidad de un gobierno autoritario, fuertemente centralizado, que organizara un gobierno, si bien de corte republicano, capaz de poner fin a los ensayos político de la década anterior. Según sus propias expresiones, Chile no se encontraba preparado para gobernarse según los principios de un estado netamente liberal, pues, todavía imperaban en los hábitos políticos y conductas sociales los modelos coloniales.

Esto es lo que llamaba "el peso de la noche".

Su idea de gobierno la expresó en los siguientes términos: "La democracia que tanto pregonan los ilusos, es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera república. La monarquía no es tampoco el ideal americano:

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