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La Dictadura Nazi, Resumen Del Texto De KERSHAW

albertolucena823 de Abril de 2015

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“La Dictadura Nazi. Problemas y perspectivas de interpretación”

(Resumen del texto de IAN KERSHAW)

El autor nació en Inglaterra en 1943. Primero se dedicó al estudio de la Edad Media, que luego reemplazó por el de la lengua y la cultura alemana. Finalmente se dedicó hasta la actualidad a investigar el fenómeno del nazismo.

La primera edición del libro fue en 1985

Según sus palabras en el prefacio a la cuarta edición, el nudo central del libro es una evaluación histórica acerca del Tercer Reich en aquel momento.

Cap. 1: Los historiadores y el problema de explicar el nazismo

Aquí sostiene que los principales historiadores están lejos de ponerse de acuerdo sobre algunos de los problemas más fundamentales de la interpretación y explicación del nazismo.

La visión dominante apenas terminó la guerra, “la historia contemporánea”, era de recriminaciones del bando aliado y la tendencia a la disculpa del lado alemán. Luego, en los sesenta, con la apertura de registros se lograron importantes avances en el conocimiento. Para mediados de la década de los ´80, se producirá una explosión de sentimientos que se manifestó en “la disputa de los historiadores”, una importante controversia pública acerca del lugar que ocupa el Tercer Reich en la historia alemana, que involucró a los principales historiadores germanos.

Las características particulares de los desacuerdos fundamentales entre los historiadores acerca de la interpretación del nazismo se encuadran dentro de la inevitable fusión de tres dimensiones: una histórico-filosófica, una político-ideológica y una moral.

Es un punto de vista básico de este libro que los contornos de los debates han sido por lo general establecidos por historiadores alemanes, en especial los de la República Federal, y han sido moldeados en gran medida por la visión que los historiadores alemanes occidentales han tenido de su propia tarea al ayudar a dar forma a la “conciencia política” y con ello, a superar el pasado.

Un tema importante son las insuficiencias de las fuentes materiales. Por un lado, mucha fue destruida por los nazis al aproximarse el final de la guerra, o se perdió en los bombardeos aéreos. Por otro, el gobierno extraordinariamente no burocrático de Hitler, en el que las decisiones rara vez eran registradas.

La dimensión histórico-filosófica: el debate sobre método histórico es en gran medida y de manera característica un asunto alemán occidental. El desarrollo posterior a la guerra de los estudios históricos puede ser dividido en 4 fases: un período de continuado y parcialmente reacondicionado historicismo (concepto idealista de la historia, pone énfasis en los hechos y personajes históricos, la voluntad y la intención en el proceso histórico; la continuidad fue el sello distintivo esencial, nazismo como ruptura del “saludable” pasado alemán, degeneración); luego viene en los sesenta una fase de transición con la “controversia Fischer” (puso al descubierto los objetivos agresivos y de guerra expansionista de las elites alemanas en la primera guerra mundial, y con ellos derribó el argumento de que un desarrollo saludable hasta cierto momento “se había descarrilado después de la guerra”); la tercer fase desde mediados de los setenta hasta fines de los ochenta en la que nuevas formas de “historia social” con bases estructurales alineadas con las ciencias sociales y estrechamente interrelacionadas con desarrollos paralelos en estudios internacionales (este enfoque afirmaba que el concepto de “política” necesitaba ser subordinado al concepto de “sociedad”); por último, los cambios producidos a partir de 1989-90.

La dimensión político-ideológica: en la República Democrática Alemana, fundada sobre principios marxistas-leninistas, el antifascismo fue, desde el comienzo, una piedra angular indispensable de la ideología y legitimidad del estado. Además era considerado parte constitutiva del imperialismo capitalista. Por su parte, el marco de referencia ideológico dentro del cual la investigación histórica operaba en Alemania occidental era eliminar la posibilidad de la creación de un sistema “totalitario”, es decir, una constitución antifascista como anticomunista.

La dimensión moral: el contenido moral de los escritos sobre el nazismo de principios de la posguerra era explícito. Los historiadores de las potencias victoriosas estaban demasiado ansiosos por encontrar en el nazismo la confirmación de todas las peores características de los alemanes a través de los siglos. Todos los intelectuales serios (los alemanes sobre todo) demuestran su desprecio moral por el nazismo.

Cap. 2: La esencia del nazismo: ¿una forma de fascismo, un tipo de totalitarismo o un fenómeno único?

Mientras los teóricos del Comintern en los años veinte ya rotulaban al nazismo como una forma de fascismo engendrada por el capitalismo en crisis, los escritores burgueses sólo un poco más adelante comenzaron a asociar derecha e izquierda como los combinados enemigos totalitarios de la democracia. El debate acerca del fascismo y del totalitarismo se mantuvo con vida también por su relación con una tercera corriente de interpretación que demostró ser sumamente influyente: la que dice que el nazismo sólo puede ser explicado como producto de las peculiaridades del desarrollo prusianogermánico a lo largo del siglo anterior.

Totalitarismo:

El término totalitarismo fue acuñado en Italia el 23 de mayo de 1923 y fue usado al principio como un término antifascista de insulto. Para dar vueltas las cosas y volverlas contra sus oponentes, Mussolini se apoderó del término en junio de 1925, hablando de la “fiera voluntad totalitaria” de su movimiento.

Fascismo:

La nueva oleada de interés por el fascismo como fenómeno experimentado en la mayoría de los países de la Europa de entreguerras fue disparada, en gran medida, en los años sesenta, por la aparición del muy influyente libro de Ernst Nolte, Der Faschismus in seiner Epoche (Las tres caras del fascismo), en 1963. Las condiciones políticas de esa década estimularon y condujeron, pues, un resurgimiento de las teorías marxistas sobre el fascismo, junto con las no marxistas del tema.

Teorías marxistas: el primer intento serio de explicar el fascismo en términos teóricos fue emprendido por el Comintern en los años veinte, basada en una estrecha relación instrumental entre capitalismo y fascismo. Luego, aunque nadie equiparaba el bonapartismo con el fascismo, veían los estudiosos en la interpretación de Marx un indicador significativo para la comprensión de la mecánica de la relación del fascismo con la clase dominante capitalista. Esto les permitió distinguir entre el dominio social y el dominio político ejercido por la clase dominante capitalista. Esto les permite destacar la importancia autónoma del apoyo de la masa al fascismo; ver al fascismo sólo como uno de los muchos modos posibles de la crisis del capitalismo y de ninguna manera como el equivalente del estadio final al socialismo y, finalmente, darle importancia a la relativa autonomía del ejecutivo fascista una vez en el poder. Una tercera corriente es la de Gramsci y su idea de hegemonía burguesa. Coloca un acento mayor en las condiciones de crisis políticas que surgen cuando el estado ya no puede organizar la unidad política de la clase dominante y ha perdido la legitimidad popular, y que hace atractivo al fascismo como una solución radical populista al problema de restaurar la “hegemonía” de la clase dominante.

Interpretaciones no marxistas: las tempranas interpretaciones “burguesas” o no marxistas han sido, por lo general, consideradas seriamente deficientes por los estudiosos posteriores. La visión de “crisis moral” de la sociedad europea sólo ha producido un impacto muy indirecto en las posteriores interpretaciones no marxistas del fascismo. El intento de Reich de combinar marxismo y freudismo para interpretar al fascismo como una consecuencia de la represión sexual, y el enfoque de la psicología colectiva de Erich Fromm, que argumenta a favor de un “escape de la libertad” para refugiarse en la sumisión, tampoco han proporcionado demasiado ímpetu. Sólo el enfoque de Parson, basado en el concepto de “anomia” en las modernas estructuras sociales y la coexistencia cargada de conflictos de los sistemas de valores tradicionales, arcaicos y los procesos sociales modernos, se puede decir que ha “dejado una impresión indeleble” sobre los análisis no marxistas posteriores del fascismo ligados a las teorías de la modernización.

Los estudiosos no marxistas de fascismo comparado, desde su renacimiento en los años sesenta, derivaron su impulso en tres direcciones diferentes: el enfoque de la historia “fenomenológica” del trabajo de Ernst Nolte que implica tomar seriamente la descripción que de sí mismo hace un fenómeno, en este caso, los escritos de los líderes fascistas; enfoques estilo “estructural-modernización” donde el fascismo es visto como uno de los muchos senderos diferentes en la ruta hacia la sociedad moderna; por último, las interpretaciones “sociológicas” de la composición social y de la base de clase de los movimientos y los votantes fascistas. Este enfoque hecho por Lipset, muestra un radicalismo de la clase media baja.

No obstante, frente a todas estas teorías, no hay en perspectiva ninguna teoría del fascismo que pueda obtener la aprobación universal.

¿Nazismo como totalitarismo?

Los críticos del concepto de totalitarismo se ubican en dos principales categorías: aquellos que rechazan categóricamente

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