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La Historia De Ayer


Enviado por   •  17 de Mayo de 2014  •  602 Palabras (3 Páginas)  •  212 Visitas

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El escritor tiene una discusión laboral con Dios

«Santificar las fiestas»... pues muchas gracias. ¡Por fin un mandamiento en el que se nos ordena algo agradable! Es el único caso de tu lista de prohibiciones en la que se recomienda algo divertido: un día de descanso, de fiesta y de satisfacción. De cualquier manera, tampoco es tanto, es sólo un beneficio sobre diez obligaciones. Pero, la verdad, es mejor esto a no tener ninguno. No... no creas que nosotros no te lo agradecemos. Quizá no tanto como tú quisieras, pero reconoce que siempre eres un poco exagerado, ya sea para ordenarnos como para pedir agradecimientos.

Sí... también sé que siempre generamos la discordia y no nos ponemos de acuerdo acerca de cuál es el día que propusiste para el descanso. Los musulmanes consideran el viernes, los judíos insisten con el sábado y los cristianos prefieren el domingo. Supongo que además habrá otras religiones que tendrán sus propios días, que no son ni viernes, ni sábado ni domingo.

Pero debes reconocer que es muy difícil cumplir este mandato porque, en definitiva, mientras hay alguien descansando otros tienen que trabajar. Además, en este mundo sucedió algo que ni tú ni Moisés imaginasteis en su momento, y es que a muchos hombres les iba a ser imposible tener un día de descanso, porque lo que no tendrían sería trabajo. Entonces, ¿descansar de qué?

El problema de millones de seres humanos en continentes enteros es que están en el paro. Son desocupados y ni se les ocurre pensar en los beneficios del tercer mandamiento porque lo que más anhelan es tener algo que hacer. Querrían poder cansarse trabajando, obtener beneficios para luego poder disfrutarlos. Descansan a la fuerza y, aunque no lo parezca, se trata de una situación que no es nada placentera. Así pues, muchísima gente ha cambiado su relación con el trabajo y con el ocio.

Aunque, entre tú y yo, podrías haber sido más amable y haber puesto en la semana seis días de descanso y sólo uno para ganar el pan con el sudor de nuestra frente. De esta manera se habría repartido más el trabajo y es probable que todo el mundo tuviese ocupación. Sí, ya sé que no eres una agencia de empleo.

Comprendo que estabas iniciando el mundo y no podías tener todo en la cabeza, con lo que algunas cosas se te pasaron. Pero si tú no has podido con todo, ¡imagina lo difícil que es para nosotros, que sólo somos seres de carne y hueso!

UN MANDAMIENTO AMABLE

La sociedad Yahvé-Moisés no pensó ningún mandamiento que obligase a trabajar. La necesidad de

trabajar era tan elemental que no se consideró necesario incluirla entre las obligaciones de los hombres.

Este tercer mandamiento es el único que nos veda algo que no nos apetece. Se dice:

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