La Rebelión Contrerista
ANTONIO271968Tesis30 de Enero de 2014
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La Rebelión Contrerista
Antony
El historiador resalta una defensa y su compromiso social, integra la disciplina de las demás ciencias sociales, promueve un estudio interdisciplinario, su objetivo, construir una síntesis histórica global de la sociedad de acuerdo con esta visión, se ocupan de la vida cotidiana y de la gente común por lo que consideramos que el análisis tiene fundamento en la escuela de Annales. Castillero (La Rebelión Contrerista 1992.pp 230) “Los testimonios mencionan entre los conspiradores más conspicuos a un hijo de Juan Sabino, llamado Casimiro; a otro hijo de aquel, que era herrero; Alférez Manuel de Vergara; a Francisco Calisto a Francisco del Castillo, hijo de Vicente del Castillo… Eran según otro testigo más de 40 las personas que no conoció y venían los demás de ellos armados con escopetas y espadines digo Alfanjes y machetes” Comparar documentos para establecer un hecho; reagrupar en marcos generales, se reúnen hechos relativos para llenar lagunas interpretativas, intentar generalizaciones, tratará de comprender y explicar el pasado del pueblo de Alanje resaltando un acontecimiento especifico en todas sus dimensiones, cómo ocurrió lo que ocurrió y por qué, utilizando todas las ciencias auxiliares.
Describe Alfredo Castillero, en otro apartado. (La rebelión Contrerista. 1992. PP. 231) “los acontecimientos, sin embargo se precipitaron. Aunque surgieron algunas voces prudentes que confiaban en la equidad de la justicia o expresaban su temores al implacable y largo brazo de la corona que, según decían, tarde o temprano castigaría a los responsables” formula un nuevo concepto del hecho histórico que pueden ayudar a interpretar problemas contemporáneos y encontrar soluciones.
LA PROVINCIA DE VERAGUA Y SU TRANSICIÓN A LA VIDA REPÚBLICANA EN EL SIGLO XIX
El autor utiliza método analítico descomponiendo las fuentes en sus partes o elementos para observar las causas, la naturaleza y los efectos del hecho interpretado.
Linch, expone (La Provincia de Veragua y su Transición a la Vida Republicana en el siglo XIX. Pp. 761)” para el siglo XVIII, Hispanoamérica estuvo sujeta a… un nuevo imperialismo; su administración había sido reformada, su defensa reorganizada, su comercio reavivado. La nueva política (borbónica) esencialmente era una aplicación del control, que intentaba incrementar la situación colonial en América y hacer más pesada su dependencia. Tales disposiciones se aplicaron en el Reino de Tierra Firme y Veraguas dándose reacciones diversas de protesta por parte de la élite criolla que veían mayormente sus aspiraciones al poder y al desarrollo de su economía” entiende, critica, contrasta e incorpora nuevos elementos para la interpretación de los diversos acontecimientos de la época el autor busca y descubre dentro del manejo de las fuentes escritas una nueva interpretación de los hechos.
Es conocido, para comenzar, que en América Latina, después de la Se- gunda Guerra, las variantes disciplinarias que se fueron afirmando para el estudio de la sociedad han estado marcadas por la idea multidimen- sional del desarrollo como objeto de estudio. En una primera aproxima- ción, no es preciso insistir en la pertinencia general de la elección de la temática. Los países de la región –dígase a modo de escueto registro ini- cial– transitaban situaciones de inestabilidad institucional con militares cíclicamente golpistas y democracias ficticias o directamente inexistentes (si bien había algunas excepciones), con economías basadas en la expor- tación de productos primarios y escasa industrialización, con estructu-
Alfredo Falero*
El paradigma renaciente de América Latina
Una aproximación sociológica a legados y desafíos de la visión centro-periferia
* Magíster en Sociología. Docente de grado y posgrado e investigador del Dpto. de Sociolo- gía de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay. Autor de artículos en libros y revistas de ciencias sociales de diversos países en temáticas de globali- zación, desarrollo y movimientos sociales. Entre sus trabajos recientes se encuentra “Diez tesis equivocadas sobre la Integración Regional en América Latina” en el libro Pensar a contracorriente, La Habana, Cuba, 2006.
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ras de poder conformadas por oligarquías retrógradas y con problemas sociales estructuralmente agudos, especialmente de marginación. Un cuadro atravesado, a la vez, por los cruciales intereses de Es- tados Unidos en su “patio trasero”, lo que pautaba en las elites políticas y militares de nuestros países posicionamientos oscilantes entre la do- cilidad a sus imposiciones y actitudes de autonomía construidas sobre bases ideológicas de acentos diferentes. Mucho se escribió sobre los brutales condicionamientos que impuso –mediante instituciones dife- rentes– la potencia hegemónica en la región, incluso hacia modestas alternativas de cambio, pero a la vez mucho parece haberse olvidado de esa historia. Así es que la comprensión de ese complejo conjunto de fuerzas que modelaron nuestras sociedades, la cuales incidieron en la siempre esquiva posibilidad de desarrollo, se conjugaba con la pendiente nece- sidad de marcar los caminos que hicieran posible una superación de esa situación. Y el repertorio de los grandes interrogantes económicos, de las disyuntivas que se presentaban en ese terreno –entre la reflexión de corte imitativo de lo ocurrido con otras regiones y el presupuesto de originalidad latinoamericana que otros intentaban acentuar–, fue pro- gresivamente haciendo necesaria la incorporación de otros elementos a la teoría económica, a la reflexión económica de la academia. En efecto, con el correr de los años fue quedando claro que tal opción central de investigación desbordaba ampliamente hacia la nece- sidad de otro cúmulo de conocimientos correspondientes a otras pers- pectivas disciplinarias. Entre ellas debe destacarse particularmente la sociología. De hecho, es desde ese ámbito que se fue generando mucho más que una contribución explicativa de tono general o un conjunto de ideas de apoyo a una eventual “política económica” a aplicar. Porque, debe marcarse, esa es la diferencia con lo que ocurrió en décadas recientes. El examen del desarrollo se confinó a la identifica- ción de las medidas “técnicas” más adecuadas dentro del campo econó- mico. La discusión preferencial se trasladó al ámbito de la tecnocracia, ese estamento nutrido principalmente de economistas, en disposición de condicionar la decisión de instancias formalmente superiores. El problema se desvinculaba de procesos sociales para pasar a ser de gra- dación, de intensidad del instrumento técnico, a lo sumo de elección de tal instrumento. Ese cierre cognitivo, expresión de un giro geocultural que sim- plificadamente se designa como neoliberal, puede contraponerse pre- cisamente a la etapa que comienza en la segunda mitad del siglo XX, en la que se pasó de la tímida apertura inicial hacia la conformación de las ciencias sociales en la región a un diálogo fluido entre estas y la economía y, en parte de ese estamento intelectual, a la construcción de
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un pensamiento crítico1. Tal es el contexto en que se sitúa el eje central del planteo siguiente. La tesis que se propone es que a partir del pensamiento de la CEPAL –al que se sumaron contribuciones extrarregionales de raíz marxista como las de Baran y Sweezy– se comenzó a perfilar un nue- vo paradigma que se transformó en una inflexión para comprender las posibilidades sociohistóricas de la región y los rumbos que se podían establecer para conducir a su desarrollo. Claro está, más allá de lo que este tránsito efectivamente supondría y la sociedad de destino conside- rada como referente teórico. Huelga decir que sobre ambas cosas había significados variados. No es novedoso invocar la originalidad de algunas ideas que se plasmaron en la región a partir de entonces. Sin embargo, la caracteri- zación que se ha hecho de tal proceso no resulta necesariamente ade- cuada. En tal sentido, proponemos la captación de una trayectoria de un conjunto de conceptos a través de la identificación y transformación de un paradigma. Esto supone considerar un registro espacio-temporal más amplio que el acostumbrado, ya que llega hasta nuestros días y admite traspasar fluidamente, inevitablemente, el inicial acotamiento a América Latina. Como todo paradigma emergente, implicó la incorporación de un modo no sistemático de nuevas y fermentales discusiones y una ac- titud de apertura a formas de interpretación de la realidad que llevaron a construcciones intelectuales extraordinariamente creativas. Tres son, a nuestro juicio, los ejes centrales que comprendió la nueva cosmovisión que intentaremos discutir en las páginas que siguen: - la idea de una dialéctica polarizante intrínseca a un sistema único mundial que inficionaba las relaciones sociales y que per- mitía romper con lastres eurocéntricos para el análisis. - una discusión que permitió abrir el camino conceptual hacia una “protección inmunológica” frente a la idea de dualidad es- tructural o de sociedades duales, que sin embargo todavía se si- gue presentando en distintos formatos. - la apertura (aunque no un desarrollo sustantivo) a la necesidad de investigar las formas características que asumían las estructuras de poder en la región, sus actores y sus conexiones transnacionales. Tanto las búsquedas a través de la idea centro-periferia de la CEPAL como las distintas visiones sobre la dependencia, las críticas formula-
1 Por cierto, no se
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