La buena fe El concepto de La Buena Fe en los Romanos

El concepto de La Buena Fe  en los Romanos

En el presente escrito, contiene una postura sobre la importancia de la buena fe desde los romanos y su influencia en la actualidad como un principio en los contratos hasta su constitucionalización en el derecho privado.

En la costumbre del derecho romano el concepto de la buena fe (bona fides) nace de las relaciones entre clientes, en los negocios contractuales y por último en protección posesoria, a través de las acciones de buena fe que enuncia el deber de toda persona de respetar y cumplir su palabra, pero estas deben diferenciarse de las acciones del derecho estricto, es decir solo lo acordado entre las partes, ya que la buena fe, va más allá como fuerza obligatoria de los contratos.

Por ejemplo en Roma, “Las acciones de buena fe que se conocen en el Edicto del pretor eran éstas: la acción del antiguo negocio de fiducia, que parece haber sido la matriz de las demás acciones de buena fe, originalmente en las relaciones jurídicas bilaterales, entendida esta cualidad en el sentido de que las dos partes están recíprocamente obligadas. Así sucede claramente en los contratos consensuales y llegó a suceder en el negocio de fiducia”^[1]

En la antigüedad la buena fe,  deja de ser solo una acción para convertirse en un principio rector de la buena conducta, siendo fuente de deberes jurídicamente sancionados en actos que carecen de la forma jurídica.  Ya que unas de sus principales elementos es que el “juez  toma decisiones ex bono et aequo, que hace referencia al obrar con honradez, veracidad, lealtad, lo que lleva implícita la creencia de que se está actuando conforme a lo que prescribe el ordenamiento jurídico”^[2], cuando los demandantes exigían bona fides, en el incumplimiento contractual, a todo lo que debiera dar o hacer según la buena fe. Los mismos términos de la fórmula permitían al juez cierta libertad, permitiéndole un papel más activo (un liberum officium) para determinar la cantidad en su sentencia como dice carcaterra^[3], además fue una forma de evitar el dolo o fraude durante los acuerdos pactados entre los interesados, aunque no sean suficientes las buenas intenciones, este principio busca una conducta positiva, con la cual puede aclarar la naturaleza de los hechos.

Sobre la base de esa concepción justinianea de la buena fe como regla o principio de conducta se han construidos los conceptos modernos de la misma, como muestra de lo que ha sucedido en la tradición jurídica latina, puede citarse una obra del jurista español José Luis de los Mozos, en un libro cuyo título es ya indicativo de una postura; se llama El principio de la buena fe. Ahí dice “En definitiva, parece evidente, y, en ello, es unánime la doctrina, que la buena fe constituye una regla de conducta a la que ha de adaptarse el comportamiento jurídico de los hombres”^[4]

Este principio de buena fe, entendido como norma  de comportamiento, tiene un vacio de contenido, ya que, no hay un instructivo que indique como seguir esta conducta, ya que la ley no es precisa, sin embargo está presente en los códigos civiles, como “el mexicano, italiano o español, donde dicen que los contratos obligan a las partes a lo expresamente pactado y a las consecuencias que fueran conformes con la buena fe”^[5]

El código civil alemán art. 242, donde dice que el deudor ha de cumplir la prestación como lo exige la buena fe y el código civil americano art. 205,  se dice que el contrato impone a cada parte el deber de guardar la buena fe y lealtad durante las negociaciones,  en la celebración del contrato y en su ejecución. Conforme a esta concepción del principio de buena fe como regla de conducta ética, objetiva, cuando un juez tiene que decidir si en un determinado caso se ha observado o no la buena fe, tiene naturalmente que remitirse a reglas éticas, a modelos o standards de conducta, a costumbres y a usos locales.^[6]

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