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La construcción de la Nación: teoría e historia


Enviado por   •  14 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  1.345 Palabras (6 Páginas)  •  139 Visitas

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La construcción de la Nación: teoría e historia

Introducción

Con la Revolución francesa surgen las nuevas ideas para la construcción de un modelo nuevo: el de la nación. Este será el sistema que reemplazará el Antiguo Régimen; las antiguas monarquías absolutistas que quedaron obsoletas con la llegada de la modernidad. David Díaz (2003) afirma que  el fenómeno nacional “utilizó un conjunto de etiquetas, símbolos y ritos que se basaban en ideas antiguas, pero que se reconstruían y redefinían con base en el ideal hegemónico de los grupos que ascendieron al poder después de las revoluciones burguesas.” (p. 14).

En otras palabras, la nueva élite gobernante se usurpó el poder de los antiguos reyes buscó legitimas su poder a través de este nuevo proyecto, el cual consistía en crear una identidad nacional; lograr que las personas se identificaran con este ideal abstracto de “nación” y “patria”. Díaz también afirma que esto último se asemeja mucho a una religión antigua:

“Como aquellas [las religiones], erigía sus altares, reconocidos como altares de la Patria, rescataba entre la historia sus santos, nombrados como los héroes de la Nación y distribuía por doquier su evangelio”. (p. 14)

La religión era un medio que los reyes utilizaban para legitimar su poder. El rey era “el representante de Dios en la tierra”. Pero la revolución francesa trajo la secularización y el debilitamiento de la religión. Entonces lo que se buscó fue reemplazar la religión por el “culto a la patria”. De esta forma se podía lograr que las personas sintieran devoción, amor incondicional, veneración hacia la patria, la nación y el país.

Comunidades imaginadas e invención nacional: conceptualizando la nación

Es claro que la nación es una construcción artificial e imaginaria. Entre las distintas definiciones de nación tenemos la  de Benedict Anderson (1991),”comunidad política imaginada construida culturalmente como una entidad soberana dentro de determinados límites espaciales” (p. 6); la de Miroslav Hroch (1994), “grupo social amplio, vinculado por combinaciones de distintos tipos  de relaciones objetivas (económicas, políticas, lingüísticas, culturales, etc.) y su reflejo subjetivo en la conciencia colectiva.” (p. 45); y la de Monserrat Gibernau (1996) “un estado de conciencia colectiva que afirma la particularidad, los privilegios y derechos específicos de un pueblo.” (p. 2).

De las anteriores definiciones podemos intuir que una nación debe tener un límite territorial, tener rasgos en común (idioma, religión, acontecimientos históricos, tradiciones, etnia, etc.), y creer que se tiene un derecho legítimo a la soberanía.

Anthony Smith (1994) propone tres manifestaciones sobre esto último; el nacionalismo civil, el cual consiste en que cada miembro de la comunidad queda dotado de los mismos derechos como ciudadano; el nacionalismo étnico, el cual apela a una etnia en particular con un antepasado en común, de tal forma que la nación entonces sería una gran familia: y el nacionalismo pluralista, en el cual la nación está compuesta por diversas comunidades diferentes, en la cual cada comunidad tiene un grado considerable de autonomía y reconocimiento por parte de la comunidad o etnia dominante. (pp. 7-22).

Eric Hobsbawm (1989) afirma que las identidades nacionales se definen a partir de una negación; “¿Quiénes somos ‘nosotros’? ‘Nosotros’ nos reconocemos como ‘nosotros’ porque somos diferentes de ‘ellos’. “(p. 15). Esta diferenciación ocurre gracias a la existencia de tradiciones o ritos que hacen posible los lazos de pertenencia colectiva entre los distintos miembros de la nación.

Sobre tradiciones inventadas, fiestas, ritos y rituales

Las fiestas patrias; o fiestas cívicas, son ese conjunto de celebraciones existentes o inventadas con el propósito de crear una identidad en las personas. Díaz habla de estas fiestas cívicas como “el encuentro ideal en el que se superaría la distinción entre actores y espectadores y en donde el goce de cada uno reflejaría la alegría de todos”. (p. 21).

Estas celebraciones buscaban lograr la cohesión entre la población celebrante, y para ello era necesario eliminar las diferencias sociales mientras se festejaba. Esto es revolucionario comparado con las celebraciones durante el Antiguo Régimen, donde había una clara distinción entre los nobles y el pueblo llano. Sin embargo, no se rompe completamente con las celebraciones antiguas. En palabras de Díaz:

“Las tradiciones festivas modernas van a crear un nexo directo con el pasado, que permitirá utilizar los materiales e imágenes que ofrece lo antiguo, y los transforma o redefine en su significado, para lograr conexiones e identidades entre el nuevo poder político que ascendía y la sociedad de la antigüedad monárquica europea (…) las fiestas cívicas son así, rituales modernos que no necesariamente rompen con los del Antiguo régimen, pero que son redefinidos para nuevos propósitos entre los que sobresale la legitimación del nuevo orden estatal”. (pp. 23-24).

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